Hay que reconocer que últimamente Netflix está en boca de todos, ya no sólo por su servicio de televisión a la carta que tan popular se ha hecho en los últimos años, sino por la calidad de las series que la misma compañía está produciendo, como Stranger Things o Sense8 y, aunque la compañía ya había hecho sus pequeñas incursiones en el terreno de las series de animación, sobre todo a la hora de distribuir, no ha sido hasta ahora cuando se ha tomado en serio una porción del mercado que genera muchos millones cada año, y de la que Japón es rey indiscutible.
Parece anime, huele a anime, pero ojo, Castlevania no es anime
Federator Studios, productores de Hora de Aventuras, se encargan de llevar Castlevania a la animación desde la premisa de imitar las series de anime de finales de los 90, tanto por tono como por diseño. Así nos encontramos con la escasísima cifra de 4 capítulos de unos 23 minutos cada uno que se hacen excesivamente cortos y sin duda nos dejan con la miel en los labios.
El argumento responde más o menos al que pudimos disfrutar en Castlevania III: Dracula’s Curse, lanzado en Japón para Famicom allá por 1989 y un año después en EEUU y Europa.
De esta manera nos encontramos en el siglo XV, en el que Trevor Velmont debe de luchar contra un despechado Drácula que se la tiene jurada a toda la humanidad, y en realidad hasta aquí puedo contar, pues hablar más del argumento teniendo en cuenta que estamos ante un metraje tan corto sería incurrir en spoilers.
La trama de Castlevania no deja de ser una premisa simple, al igual que la que pudimos ver en los primeros juegos, los personajes responden claramente a los arquetipos a los que el anime nos tiene acostumbrados, siendo Trevor, el protagonista, el que más perjudicado sale, siendo éste el claro protagonista masculino de cualquier Shonen de manual.
Lo que Castlevania deja claro desde el minuto uno es que es, y quiere ser, una serie para adultos. La cantidad de escenas violentas y tacos es alta, especial hincapié en el gore que exhiben algunas de éstas, que no se cortan demasiado a la hora de mostrar sangre, vísceras y desmembramientos. Y sin embargo resulta curioso ver cómo esta violencia a veces desmedida, se usa con inteligencia para darle contundencia a según qué escenas, siendo muy sutil e insinuada en ocasiones y descontroladamente explícita en otras, sabiendo atribuir a cada escena el tono que necesita para no ser en esencia una serie de casquería por casquería.
Aspectos técnicos y artísticos
El diseño de personajes trata de ser fiel a lo que la serie nos tiene acostumbrados, y aunque resulta evidente desde el primer momento que su calidad queda muy lejos de las fantásticas ilustraciones de Ayami Kojima, sí que trata de imitar el tono y la sobriedad de estas, recuperando el estilo menos estilizado y mas realista de aquellos animes de finales de los 90 y principios del 2000 como Cowboy Bebop, Hellsing, o de Black Lagoon si avanzamos un poco más en el tiempo.
Sin embargo, aunque a nivel artístico Castlevania cumple, suspende en lo técnico, donde nos encontramos una simplificación excesiva en los diseños a la hora de animarlos, una animación tosca y muy poca plasticidad en las escenas, siendo estas demasiado estáticas y vacías.
Sí que es cierto que el episodio 3 y 4 cuentan con algunos momentos brillantes, destacando sobre todo los últimos momentos del episodio 4, pero la tónica general no está a la altura de lo que Japón nos tiene acostumbrados en la actualidad a nivel técnico, sobre todo en sus series más punteras.
Finalmente queda patente que estos 4 episodios de Castlevania no han sido más que un experimento por parte de Netflix para comprobar la viabilidad de este tipo de productos, y para la ya confirmada segunda temporada seguramente tengamos una buena ronda de cambios y mejoras.
Castlevania es una serie que se puede disfrutar sin ningún problema del tirón, pues la suma de sus partes apenas alcanza el de una película, y sin duda merece la pena ser disfrutada, ya sea por que seas fan del anime, o conocedor de los videojuegos en los que se inspira, seguro que Castlevania tiene algo con lo que convencerte.
Una miniserie recomendable que sin ser la quintaesencia ni mucho menos venir a revolucionar nada, nos ha hecho pasar un rato entretenido en compañía de los Belmont su látigo y las legiones de Drácula, igual que hace 28 años.
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