CORTAR POR LA LÍNEA DE PUNTOS: memoria de jóvenes airados.

¡Ah, la juventud! Esa época entre los 18 y los Ç%&# en la que buscabas la respuesta a todas las preguntas a tu alrededor en vez de en ti mismo. Tampoco es que tu interior tuviera mucha riqueza que mostrar; posiblemente se hallaba lleno de dudas sobre cómo aprobar un examen, cómo convencer a tal gorila de que eras apto para entrar en su discoteca o cómo abordar sin parecer facilón al cachitas de tu barrio. Pero a veces… a veces tenías inquietudes de verdad, de esas que o te cambiaban la vida o hacían que estuvieras en rebeldía con tus padres. No es ese furor adolescente en el que decides que ya no les quieres y tus amigos son más importantes y, por ende, tu modelo a seguir. No, es ese momento en el que la vida se te pone a huevo y haces las cosas más locas, divertidas y trascendentales de tu existencia. La mini serie de Netflix Cortar por la línea de puntos (Strappare lungo i bordi, Italia 2021) me ha recordado a todo aquello.

En principio se trata de una miniserie animada de 6 capítulos del género comedia dramática que sigue la pista a Zero, un caricaturista algo sociópata e inconformista que reflexiona sobre su vida mientras viaja al pueblo llamado Biella con sus dos mejores amigos, Sara y Secco. Como reflexión sobre su vida Zero, joven de edad comprendida entre los 30 y los 40, toca muchos temas, tópicos que la gente tratamos habitualmente en nuestras conversaciones y que, ya sea en Italia o aquí en España, son comunes a todos. No estoy hablando de esas cosas tan obvias como trabajo, amor, familia, salud, blablablá, sino de esas conversaciones que surgen sin razón aparente, sin necesidad de ser la consecuencia de una meditación profunda o un episodio catártico y que, sin embargo, conforman el día a día de cualquier persona y a menudo conforman el tipo de persona que es y el tipo de personas con las que trata.

La historia de Zero, nuestra historia.

Zero tiene muchas de estas conversaciones. A menudo con gente, pero la mayoría consigo mismo o con su conciencia, que en esta serie de animación toma forma de un armadillo enorme. No sólo se plantea el porqué de las cosas, sino que explica por qué él es como es, cuáles son sus frustraciones, sus obsesiones y sus traumas. Al partir Zero de lo peor de sí mismo crea una empatía en el espectador, como si le preparara para enfrentarse a un protagonista gruñón que subjetiviza todo según su propia percepción del mundo. ¿Por qué empatizamos con él? Por un lado, porque nos hace gracia; es un viejoven al que le falta reciclar las bolsas de la basura y gritar a los niños por correr por los pasillos de los supermercados para convertirse en un amargado; pero por otro porque todos (sí, todos, y si no estás en esta lista, quizás te perdiste algo bueno de la vida), soñamos con hacer algo grande, vivimos nuestras experiencias como si fueran realmente únicas y coreamos nuestra propia versión de Memoria de jóvenes airados de Loquillo.

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En definitiva, Zero es un reflejo de nuestra propia juventud y por eso empatizamos con él. Independientemente de que os amargaseis ante sus propias experiencias (no darse cuenta de que la chica ligaba con él, no ser capaz de cambiar una rueda, pasar años buscando un trabajo que no llega) porque las visteis fiel reflejo de las vuestras, la serie no pretende que te amargues (bueno, quizás sí un poquito). Sí que pienses en que nunca hay mal momento para aprender una lección: que la vida es dura; cicatrices, decepciones, alguna alegría y una contención constante de nuestras expectativas, pero que no hay que guardarse nada dentro porque o eres tremendamente resiliente, o tu vida, definitivamente, no vale para que la cuentes en una serie de Netflix.

Y este último comentario merece doble explicación. Por un lado, tengo la sensación de que el autor de Cortar por la línea de puntos (creado, escrito, dirigido, interpretado casi en su totalidad por), el artista italiano apodado Zerocalcare (en español doblado enteramente por Eduardo Bosch, el que pone voz a Korbo en Solar Opposites, Jerry en Rick&Morty, Marshall en Cómo conocí a vuestra madre… ya podéis imaginar el nivel), pone sus propias experiencias al servicio de los espectadores (y gracias por ello). Es bastante obvio dado que este historietista suele incluir a un armadillo en todas sus obras (empezando por La Profecía del Armadillo, 2011), como proyección de su propia personalidad. Esto nos lleva a la deducción lógica de que Zero es en realidad Zerocalcare y de que, aunque Zero no practique como su creador el estilo de vida straight edge, sí que habla por su boca de todo aquello que perturba a Zerocalcare.

Por otro lado, es innegable que nuestro valor como personas no lo delimitan nuestros logros, ni nuestro estatus social, ni chorradas de esas, pero sí que dentro de todos nosotros suele haber algo que nos hace querer aprovechar el tiempo, dejar algo para los que vendrán detrás, quizás un legado en forma de hijos, de novelas, de dinero, de amor, algo por lo que a ti mismo te digas: yo haría una película de mí mismo.

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El caso es que las personas somos complejas. Hasta la más cazurra. Pero, tal y como Cortar por la línea de puntos nos recuerda, nos obcecamos en comparar nuestra vida con la de los demás y puede que estas sean como las nuestras. Quizás pertenecéis a ese grupo que necesita saber que hay éxitos en su lista de cosas de la vida. Quizás es lo que necesitáis para estar en paz con vosotros mismos. La serie, particularmente, explora esa parte en la que los éxitos condicionan cómo se siente cada personaje. Sabéis de qué os hablo, ¿verdad? Hablé de ello hace poco en otro artículo. Hablo de las expectativas.

Zero y el resto de personajes van creciendo y sus expectativas van menguando. Algo dentro de ellos quiere repetirse que lo que hizo está bien, quizás porque sus padres así se lo exigieron, o la sociedad, o esa maestra, o esa pareja que les hacía sentirse pequeños. El problema, uno de los grandes temas que trata Cortar por la línea de puntos, es ese sentimiento de que la vida se nos escapa siendo ignorados y no supimos pedir ayuda, ni bajar nuestras expectativas, ni ser resilientes, ni eliminar el sentimiento de culpa, ni que nos importara un pepino si cortábamos por la línea de puntos.

Si vosotros pertenecéis a esa generación que creyó que la inmovilidad traería paz, orden, equilibrio o cualquiera de esos estados ataráxicos, igual deberíais ver Cortar por la línea de puntos. No es una serie para cualquiera por mucho que pueda parecer la historia de cualquier ser humano. Es para aquellos que creen que está bien hacer siempre lo mismo, aunque con ello sus resultados sean idénticos. También es la serie de los jóvenes airados. Y Zero es el personaje del que hay que aprender para no justificar nuestros propios errores cada vez que la caguemos. Y quizás ser valientes.

Cortar por la línea de puntos

8.8

NOTA GLOBAL

8.8/10

Destaca en:

  • +Buena reflexión acerca de los temas que trata: la culpa, la juventud, el paso del tiempo, las expectativas, la amistad.
  • +Interesante ejecución: sólo habla Zero durante casi toda la serie, rompe la cuarta pared…
  • +Echarle un vistazo a la banda sonora que está brutal

Podría mejorar:

  • -Es bastante pesimista, tenedlo en cuenta cuando la veáis.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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