CYBERPUNK EDGERUNNERS: bienvenido todo lo que aporte a las distopías cyberpunk.

Lo bueno, si breve, dos veces bueno, reza el dicho. Esto suele contradecirse con el gusto del consumidor, que cuando algo le encanta, lo quiere todo sobre ese producto. Pero Cyberpunk Edgerunners (2022) parece que prefiere seguir el dicho y nos ofrece una serie de animación de 10 capítulos, cada uno de 25 minutos de duración y totalmente autoconclusiva. Y nos encanta.

Como muchos sabréis, Cyberpunk Edgerunners es una precuela del videojuego Cyberpunk 2077 y está ambientada un año antes de los hechos acontecidos en este último. En realidad, comparten universo y poco más, ya que el argumento del anime es independiente del videojuego.

Este hecho, lejos de desanimarnos, nos recuerda a la iniciativa que Riot tuvo con Arcane, inspirada en el videojuego League of Legends. Sí, aquella fantástica serie de animación que se estrenó hace justo un año y que ampliaba el universo de una manera que no imaginábamos. Ahora la historia se repite con argumento y personajes completamente nuevos, aunque, al igual que hizo Riot, con algunos fixers como Makako y otros personajes muy secundarios de algunas misiones, apareciendo en alguna ocasión.

Lo que sí mantiene del videojuego original son muchísimas localizaciones. Esto es normal ya que se trata de la misma ciudad, Night City, y los protagonistas son cazarrecompensas, por lo que se mueven en los mismos ámbitos que en el juego (como, por ejemplo, el pub Afterlife).

En esta distopía, David Martínez es un adolescente que malvive con su madre en un barrio malo de Night City. Pese a ello, está matriculado en la prestigiosa Academia Arasaka, donde sufre acoso constante. Tras una tragedia irreparable, acaba abandonando dicha Academia para convertirse en un edgerunner; es decir, un mercenario del ciberespacio.

Se nota que es del Studio Trigger

Y esta afirmación que acabo de hacer, tanto para lo bueno, como para lo malo. A nivel técnico el dibujo es el clásico al que nos tiene acostumbrados Trigger; muy cerca de Promare, BNA o Tengen Toppa. Un dibujo que o te gusta, o no te gusta, pero que siempre es llamativo y con mucha personalidad. Por el contrario, en esta ocasión, la animación, pese a mantener el estilo aberrado y la espectacularidad de siempre, se siente tosca en demasiadas ocasiones. No nos confundamos, me gusta el estilo torcido, dilatado, con ese uso casi abusivo del ojo de pez, deformando a los personajes tanto para darle estilismo a la animación, como para ponernos al espectador en un estado de ánimo similar al de los personajes. Pero la tosquedad, esa sensación de que la animación debería haberse pulido para terminar de embellecerla, esa sigue estando ahí.

Todo esto son detalles que en Cyberpunk Edgerunners he sentido eclipsados ante la potente paleta de color. Maravillosa en su forma y abuso, con colores fucsia, turquesa y amarillos para recordarnos constantemente a ese toque tan característico del juego del que bebe.

Los personajes y sus historias

Para los fans de Tengen Toppa Gurren Lagann: David es Simon y Maine es Kamina. Es que Trigger no puede evitar este tipo de homenajes (si podemos llamarlos así) a personajes que crearon. A veces pienso que, si funcionó una vez, ¿por qué no seguir insistiendo?

Pero siendo honestos, las similitudes son sutiles y poco nos importan para la trama. Pese a que nos quedamos con ganas de conocer más de la pandilla de edgerunners, los personajes están bien trabajados, sus personalidades casan mucho con ese mundo cyber, futurista y decadente, y los mensajes que aportan pueden ser bien transmitidos.

Es por ello que sentimientos como el desengaño, la furia y la pena están muy bien retratados. Ayuda a ello una acción sin censuras, una música muy bien escogida (mis dieces a Akira Yamaoka) y una historia intrínsecamente triste. La epicidad que caracterizaba a otras obras de Trigger aquí se ve empañada simple y llanamente por la tristeza. Nadie gana, nadie es un héroe, sólo hay supervivientes.

¿Es posible que la serie resucite al videojuego?

Ha pasado cientos de veces, seguramente miles. Un libro que se revitaliza gracias a una serie. Una serie que es célebre gracias a que participa en ella el famoso de turno. No es nada nuevo y como herramienta de marketing seguirá ahí para cualquiera con dos dedos de frente. Pero en el caso que nos atañe, el hecho es más llamativo.

Todos conocemos el fiasco que supuso el lanzamiento precipitado de Cyberpunk 2077. Aunque, más de un año después, todos los errores estén subsanados (anécdota: el parche 1.6 de Cyberpunk 2077 coincide con el lanzamiento de la serie y se ha llamado Actualización de Edgerunners), mucha gente ya no querrá jugar al videojuego. La serie Cyberpunk Edgerunners está ahí para recordar a los escépticos que el material es bueno, que tiene mucho que ofrecer y sí, para conectar jugadores con espectadores.

Pero no nos confundamos. Cyberpunk Edgerunners tiene personalidad propia. Hasta su criminalidad, corrupción y decadencia tienen identidad personal. Sus personajes, con sus historias de muerte y soledad, sus modificaciones corporales y los implantes cibernéticos, separan este anime del simple entretenimiento para sumergirnos en una trama profunda y adulta.

Es inevitable para mí dirigir una mirada a la obra que posiblemente más haya influido en cómo vemos ahora el mundo cyberpunk. Ghost in the Shell hablaba de humanos tan profundamente modificados que se planteaban su propia realidad como personas. Cyberpunk Edgerunners también lo hace y de manera similar, presentándonos a humanos que han alterado su cuerpo hasta niveles donde inevitablemente nos planteamos como espectadores dónde hay que empezar a hablar de ética. ¿Mi consejo? En cuanto terminéis de devorar los 10 capítulos de esta serie de una tacada. Que si algo tienen las grandes obras es que no nos dejan indiferentes.