ELEMENTAL: lo último de Pixar, hablarnos sobre la inmigración.

Uno de los últimos recursos más efectivos de Pixar y Disney es incluir potentes comienzos en sus películas. Emotivas escenas acompañadas de la consabida música en las que, a modo de resumen, se narra sin palabras la situación de los protagonistas. Una de las más efectivas fue con Encanto, que la incluyó en el último tercio de la película, con ese Dos Oruguitas y la trágica escena familiar. Pero sin duda, la película que mejor supo hacerlo fue Up, donde aprendimos lo fácil que era llorar en el cine en apenas 5 minutos. Pixar vuelve a usar ese recurso con Elemental (2023) haciendo que una suerte de San José, la Virgen María y una todavía nonata Candela viajen hasta Ciudad Elemento en busca de un hogar. Cual Sagrada Familia yendo de Nazareth a Belén, acaban encontrando un pesebre donde la madre da a luz, tras ser rechazados por todos.

Pero Lucio, Ceni y Candela acaban creando un hogar en Ciudad Elemento y la familia Lumen, bajo el entusiasmo del patriarca, abren El Hogar, una tienda llena de objetos de su país de origen, Fueguiterra, de donde tuvieron que huir en busca de un futuro mejor, llevándose únicamente la Llama Azul, símbolo de su tierra y su cultura. La única esperanza del incansable Lucio y la casamentera Ceni es que Candela acabe heredando el negocio familiar y ella, consciente del sacrificio que han hecho sus padres, se esfuerza a tope para no decepcionarles.

Niloromeo Montesco y Candelajulieta Capuleto

Es fácil darse cuenta de que los elementos de fuego viven en un gueto siguiendo la directriz de que los elementos no deben mezclarse (que en realidad, se reduce a que el Fuego no puede mezclarse con Viento, Madera o Agua). La película acude a todos los elementos que se le ocurren, algunos originales, otros totalmente clichés, para que entendamos que todo es una gran historia sobre la inmigración y, para derribar barreras, hace uso de una historia de amor entre un elemento de fuego, Candela, y un elemento de agua, Nilo, para hablar de las bondades del mestizaje, del valor del amor como gran nexo que nos une a todos y, como parece que ya va siendo una costumbre hablar en Generación Friki, el problema de las expectativas de los padres.

No tengo muy claro por qué últimamente están apareciendo tantas películas y series que tienen las expectativas como gran tema de fondo (puede que por la generación a la que pertenecemos). Resultó ser el gran tema en Encanto y hace poco lo hablamos tanto en Red (2022), como en La Reina Carlota (2023). Pero son sólo tres ejemplos de un problema al que el ser humano se ha enfrentado siempre y que ahora, en el año 2023, lo sentimos pesar más que nunca.

Candela jamás se ha planteado que quiera otra cosa diferente del deseo de su padre. Si ya sería un problema en cualquier relación padre-hijo lo es más en la familia Lumen, cuyo estado de inmigrantes les lleva a querer mantener viva la cultura que tuvieron que abandonar. A medida que Candela, entusiasta, inteligente y excesivamente temperamental conoce a Nilo, divertido, amable y tremendamente empático, se da cuenta de que la vida tiene más enfoques de los que le habían impuesto.

 

Y aunque los temas de la inmigración, las expectativas y el amor “interracial” son los grandes pilares de Elemental, todas estas ideas son el cauce para hablarnos de más temas relacionados: la soledad, las emociones, las crisis existenciales… Pixar es experto en generar estas y otras emociones acerca de temas de gran importancia para el ser humano. No sólo acudo a Up, recordemos Wall-E (2008), Coco (2017), Ratatouille (2007), Soul (2020), Lightyear (2022) o Inside Out (2015), siendo este último largometraje el que más se acerca en estilo a Elemental. Todos los protagonistas de estas historias tienen un sueño que quieren cumplir, limitaciones que les impiden crecer y una necesidad de reivindicación del yo.

La historia, de todos modos, no es nada del otro mundo. Quizás es porque sigue siendo una película enfocada en un público infantil, quizás es porque, simplemente, una comedia romántica de manual no daba para más. Quizás, como dicen algunos, Pixar ha llegado a su cumbre (técnica y narrativamente hablando) y no da para más. Dado que la animación va por un lado y el guion por otro no podría importarme menos ese supuesto estancamiento. Tampoco puedo negar que la historia es muy cliché. Es Romeo y Julieta de manual, con un guiño a Orgullo y Prejuicio que hará las delicias de los seguidores de Jane Austen.

Pixar sabe cómo maravillarnos con la puesta en escena.

No obstante, la narración está envuelta en un fastuoso envoltorio muy agradable de visualizar, con una Ciudad Elemento llena de detalles y easter eggs (muchísimos, os animo a que busquéis, por ejemplo, la furgoneta de Pizza Planet o al personaje que se llama Ghibli), escenas coloridas y llenas de fantasía y un aprovechamiento de los personajes al máximo, siendo su mayor hándicap a la hora de la realización el constante movimiento (gestual, facial) de los personajes. No olvidemos que una de las señas de la Casa-Pixar es precisamente personificar lo inanimado.

 

Peter Sohn, americano de ascendencia coreana, ha plasmado sus vivencias personales en Elemental de una manera brillante. Quizás estamos cansados de otro drama romántico con el telón de la inmigración de fondo, pero convertirlo en una película de animación con el sello de Pixar es otra cosa. Las escenas románticas son realmente bonitas y cero empalagosas. Los problemas se sienten auténticos, pero nunca caen en el melodrama. El humor, que tan evidente y cascado se podría haber sentido, no llega a cansar.

Elemental podría haber sido un fracaso para aquellos que sólo están buscando en Pixar con cada película innovación e inmediatez. Puede que visionarla requiera un poco de madurez, pero también sentarse en la butaca del cine y dejarla hacer. Dejar que nos divierta con la jefa Galerna, ese elemento de aire tan carismático, o que nos emocione a través de Mar Fuentes, la madre de Nilo. Pero, sobre todo, reconocer que es una compañía que sigue siendo capaz de hacer películas para niños y para adultos en un estilo cinematográfico en el que pocos son capaces de interesar a todos los espectros de espectador. Porque en oriente tenemos a Ghibli, que sigue partiendo la pana, pero en occidente parece que nos cuesta reconocer que tenemos a Pixar. Mal que le pese a su jefe, Disney.