PERIODO AZUL (T1): ¿Qué se siente al ser tan joven?

Ahora que agosto y el live action de Periodo Azul (Blue Period, 2021) se acercan, repaso este anime basado en un manga del mismo nombre, en publicación desde 2017 (y actualmente en pausa), que tan impresionada me dejó. No se trataba de un anime particularmente emocionante, ni divertido, ni con personajes carismáticos. Tampoco poseía un ritmo que te atrapara, una animación alucinante o cliffhangers que te hicieran desear llegar al siguiente capítulo. Pero era una historia tan real como la vida misma, basada en emociones, sentimientos y vivencias que cualquiera que ya haya pasado por la post-adolescencia puede haber tenido.

Esto choca de manera irónica con mi presentación de Periodo Azul como un anime de visualización apacible cuando trata de transmitirnos todo lo contrario. Si recordamos el argumento, nos encontramos a Yatora Yaguchi, un estudiante modelo cuya vida tanto dentro como fuera del instituto parece perfecta, hasta que es consciente de la monotonía en la que vive, sin aspiraciones, sueños o un propósito al que dedicar esfuerzo. Todo cambia al contemplar un cuadro que despierta en él anhelos de belleza y conocimiento. Su objetivo desde entonces será aprender todo lo que pueda sobre el arte y acceder a la Universidad Nacional de Bellas Artes de Tokio.

Así planteado, Periodo Azul hasta podría ser un shonen. El típico chaval cuasi husbando que descubre su vocación por la pintura y va enfrentándose a retos cada vez más difíciles mientras lidia con sus oponentes y descubre fascinantes amigos. Pero ya os he dicho que es una historia realista, de género coming-of-age y eso la clasifica automáticamente como seinen.

 

Este crecimiento personal no se produce sólo respecto a Yatora. La mayoría de personajes que rodean al protagonista, ya sea por la similitud de circunstancias o por la edad, se encuentran también en pleno proceso de maduración moral y psicológica. La percepción de la realidad que todos ellos observan será la que les haga evolucionar desde el infantilismo hasta la madurez.

Por ello, el punto fuerte de Periodo Azul son las conversaciones y las máximas que podemos sacar de ellas. Sin embargo, no nos confundamos. No se trata de un anime que simplemente te llama a luchar por tus sueños y a mostrar el esfuerzo como el camino adecuado para lograr tus metas. Estamos hablando de arte, ARTE y pocas cosas hay más subjetivas de analizar y difíciles de alcanzar que examinar a una persona y sus obras y dilucidar si es o no es un artista y qué rédito darle en consecuencia.

La serie pues nos pone en la piel de diferentes personajes que están luchando por conseguir que se les llame artistas. El contradictorio Ryuji Ayukawa, el solitario Yotasuke Takahashi, el optimista Haruka Hashida o la persistente Maki Kuwana, entre otros. Todos con arcos argumentales que nos muestran diferentes escenarios por los que puede pasar un joven que intenta abrirse camino en el difícil mundo de la pintura.

No obstante, no sólo para ellos tiene trama el anime, sino que el círculo de Yatora incluye un íntimo grupo de amigos y una familia a los que deberá hacer entender su recién descubierta pasión por la pintura.

El arte es una metáfora para hablar de la vida.

Esta parte para mí es de las más interesantes de la serie puesto que muestra todas las caras del arte. Continuamente se plantean qué es el arte, por qué estudiar, qué significa tener talento, así como temas que se han discutido largo y tendido en otros medios como la mercantilización del arte.

Así, elocuentes y optimistas premisas como “Si te diviertes y pones toda tu pasión al servicio del arte (al dibujar), la gente también lo sentirá” se mezclan con otras más prácticas y cínicas como “No entiendo cómo puedes dedicarte a algo si no puedes vivir de ello”.

 

Y es que el arte es un camino a elegir como cualquier otro. Se defenestrará a los talentosos creyendo que no se esfuerzan. Si no te gusta competir es posible que te quedes fuera de aquellos que sí muestren más su agresividad. Y luego una verdad como un templo que sólo aprendes cuando ya peinas unas pocas canas: hacer lo que te gusta no siempre es divertido. Y pasa en el arte como en cualquier otra cosa.

Y Yatora pasa por todas estas fases, hasta la gran pregunta: ¿todavía tienes ganas de esforzarte?

Es un anime enfocado en adolescentes que están entrando en la madurez, así que es posible que no se den cuenta de que de 25 años para arriba cada año pesa más. Me viene a la cabeza la canción de La Casa Azul que decía “¿Qué se siente al ser tan joven?”. La percepción es diferente. De tu esfuerzo, de los logros, de cómo te ven los demás…

Y, repito, si en cualquier cosa a la que te quieras dedicar es complicado llegar hoy en día, en el arte lo es aún más (que me lo digan a mí, con mi blog, mis novelas, etc). Así que el arte es una metáfora para hablar de la vida. Cuando la profesora Masako Saeki dice que “no hay fracasos en el arte”, en realidad está hablando de la vida.

Y Yatora Yaguchi es un chico en la edad del pavo, queráis que no, y le importa lo que piensen los demás. Parte de este slice of life es el trabajo de descubrir qué es lo valioso para él mismo. Es una excusa que la autora del manga, Tsubasa Yamaguchi, cogió para poder hablar del mundo del arte en general. Recordemos que Blue Period es una obra basada en sus propias experiencias y la dicotomía entre vocación y hay-que-vivir-de-algo es un debate que se presentará de forma continua a lo largo de los 12 capítulos de esta primera (y por ahora única) temporada (que abarca los 7 primeros tomos tankobon, hasta el capítulo 26).

¿Ahondamos un poco más?

Entre los artistas parece que dedicarse a lo comercial está mal visto. Picasso pintaba obras para marchantes del estilo que ellos elegían porque también era un hombre de negocios, pero parece que olvidamos esta faceta suya porque queda más bohemio hablar de palabras mainstream como vocación, talento, inspiración y pasión.

En el anime esta parte tan controvertida del arte se trata a través de los arcos argumentales que tratan de exámenes. Hacer “arte de examen” parece lo más horrible del mundo. Es decir, adaptar el arte a los requerimientos de la universidad o escuela a la que quieres ir. Lo mismo harías para acceder a una universidad de otra materia, pero cuando lo haces en arte parece que eres un vendido o un mediocre. Periodo Azul nos insiste pues en que en esta vida hacemos muchas cosas por encajar en los cánones. Nos adaptamos a la sociedad para que nos acepten.

 

Y lo que aprendes en esa universidad puede ser lo que ESA universidad quiere que pienses que existe. Una visión de túnel. Al final, la academia no te prepara para hacer buen arte, sino el arte aceptado por la universidad. Es como si el colegio o tus padres no te enseñaran a ser tú mismo, sino aquel que no rechazará la sociedad.

Tengo muchas ganas de que visionéis Periodo Azul desde mi prisma. Ese en el que el arte puede ser divertido, o un pasatiempo, o un lenguaje sin palabras, o un estilo de vida, o una manera entretenida de aprender sobre pintura… o una forma de entender la época más melancólica, desesperada y solitaria de Pablo Picasso. Pero lo bueno del arte es que puede ser interpretado de muchas maneras, así que adelante con Periodo Azul y veamos cuál es vuestra interpretación.