Hay tres realidades que después de ver Soul conviene recordar: una película de animación no tiene por qué significar precisamente que sea apta para niños, el jazz es una maravilla que todo el mundo debería experimentar en vivo y Pixar no hace cine malo.
Dicho esto, Soul (2020) es la nueva apuesta de Pixar-Disney que, al igual que el año que acabamos de abandonar, decepcionará a aquellos que estén buscando risas y entretenimiento facilón; es profunda, su guion asombra y las enseñanzas que te ofrece harán que directamente analices tu vida en busca de qué es lo que haces mal, qué puedes mejorar y cómo tener en consideración a los demás. Casi nada, vamos.
La premisa es la siguiente. Joe Gardner es un hombre de mediana edad, profesor de música de instituto que sueña constantemente con su deseo frustrado: ser músico de jazz. La noche en que finalmente se le ofrece la ocasión de triunfar sufre un accidente y queda en coma. Su alma, ya en el otro mundo, se resiste a ir al Más Allá sin haber conseguido el sueño de su vida, por lo que intenta escapar con ayuda de 22, un alma cínica que no desea vivir en la Tierra.
Las analogías del jazz con la chispa de la vida están presentes constantemente en Soul y son el vehículo para contarnos la historia. En el ámbito de la música siempre hablamos de “tener alma”, “tener swing”, “sentir la música” y expresiones que nos ayudan a explicar cómo la música, su interpretación, escucha activa, participación en ella del modo que sea, sacia nuestros sentidos, nos transporta a otro mundo, nos libera, nos sobrecoge y, en general, es capaz de cambiar nuestras emociones.
Y aunque hay muchas formas de disfrutar de la música, es su interacción con ella en vivo la que deja una huella en nuestro corazón, de la misma forma que, por mucho que intercambiemos cartas o conversaciones telefónicas con la persona amada, nada es comparable a poder estrecharla contra nosotros. Pero la película no va de eso. Joe es un gran amante de la música, y no se encuentra frustrado por no poder vivir de ella, sino por no poder cumplir su sueño de ser pianista de jazz, tocar en bolos y vivir rodeado de un público que ame la música como él lo hace. Y de eso sí que va la película, de sueños no cumplidos, de experiencias vitales no experimentadas y sí, de la eterna cuestión: ¿cómo aprovechar la vida?
¿Por qué no vivimos la vida a tope?
A todos nos gusta pensar que hemos venido a la Tierra a ser felices, que queremos tener la familia, amigos, trabajo y ocio ideales, que nuestras ambiciones, ya sea trabajando más en ellas, o por simple pasión, se verán cumplidas y, en definitiva, que algún día moriremos pensando que vivimos al máximo y tuvimos una buena vida.
Pero luego está la realidad. Esa que te dice que hay millones de personas que desean lo mismo que tú, que de ese hobby no se vive, que no eres tan bueno como pensabas o que las facturas no se pagan solas. Y creerme, si es difícil a día de hoy encontrar un trabajo que te guste en un sector cotizado, siempre, a lo largo de la Historia de la humanidad, ha sido difícil para artistas (escultores, cantantes, escritores, pintores, músicos…) ya no ser famosos, sino poder vivir de lo que les gusta.
Joe ha perdido la chispa de su vida, lo que le hacía sentirse vivo, 22 es un alma nonata que debe encontrar la suya para poder nacer. Ambos tienen en común que no saben qué deben tener en su vida para sentirse plenos. Ese Carpe Diem que enseñaba El Club de los Poetas Muertos se hace nuevamente vigente en una Historia de la Filmografía plagada de sensiblonas películas con gente con los brazos extendidos, la boca abierta y los copos de nieve cayéndole en la cara. Soul llega con fuerza para reivindicar menos cine ñoño y más películas al estilo Un Cuento de Navidad o Qué bello es vivir que nos hacían reflexionar sobre si nuestra vida estaba tomando el rumbo que deseábamos, si disfrutamos de lo que tenemos o si estábamos haciendo todo lo posible por conseguir nuestro sueño.
A nivel técnico, Pixar lo vuelve a hacer.
Pixar hace sus películas con auténtico mimo, resultando obras técnicamente geniales, pero totalmente diferentes entre sí (con matices), siendo tan criticada como admirada esa falta de identidad artística. Aquel que quiera encontrar similitudes entre Toy Story y Coco, entre Buscando a Dory o Cars o entre Inside Out y Up se llevará un chasco. Son sus historias las que nos hablan; algunas más originales que otras (recordemos Onward), algunas más infantiles, otras más maduras, pero todas con ese toque visual y técnico cambiante que, en Soul, es reafirmado por la estupenda banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross.
En Soul, de la mano de Pete Docter y Kemp Powers, los cambios de escenario van acompañados de diseños de personajes dispares, distinguiéndose el mundo humano del mundo “espiritual” perfectamente, en una transgresión de los límites artísticos que tocan también lo conceptual. Esto ya comenzó en Inside Out donde los sentimientos tenían sentimientos, y da un giro de tuerca para dotar de consciencia y personalidad a un alma, 22, en Soul, así como en la mezcla de 2D y 3D en el mismo entorno.
No tenemos más que irnos a El Más Atrás, donde se encuentra Jerry quien, con ese diseño inspirado en Piccaso que tanto gusta a Pixar, es uno de los personajes más fascinantes y que tan bien nos ayudan a ingresar en ese pensamiento existencialista sobre el que incide tanto Soul. No se trata sólo de un análisis de los seres humanos y sus personalidades, sino su planteamiento tan filosófico sobre sus motivaciones y su búsqueda de la felicidad, el cuál Pixar nos hace llegar con un dominio absoluto del lenguaje cinematográfico.
Este detalle es el que hace que la obra me resulte equilibrada, pero que inevitablemente encontrará detractores en aquellos que no desean ver empañada la reflexión metafísica planteada por el argumento con los toques humorísticos provenientes de la inclusión de ingredientes de comedia más clásicos del cine.
Es posible que no veamos a Soul más que como otro intento de otra gran compañía de conquistarnos a base de tocarnos en la patata. En un año como el 2020 con todo lo que arrastramos es complicado que alguien firme su carta de Reyes Magos con algo que no sea “salud para todos”, pero el ser humano siempre ha buscado la felicidad allá donde ha ido, así que, lejos de considerar oportunista o manipulador el argumento de Soul, debo felicitarles por no caer en el melodramatismo ni en los clichés.
¿Es tan sublime y trascendente Soul como nos parece con un primer visionado?
Soy de esas personas que de la animación occidental espero bastante menos que de la oriental en cuanto a profundidad de la trama, pero tengo el buen sabor de boca con esta apuesta de Pixar-Disney puesto que no se trata del típico huraño que descubre que la vida es hermosa y decide disfrutarla, o del enfermo terminal que quiere cumplir la lista de deseos antes de morir, sino de un ser humano corriente al que se le concede la oportunidad de vivir para cumplir su sueño. Tanto Joe como nosotros, espectadores, somos invitados a buscar el bosque entre tanto árbol y, si no, por lo menos escucharemos el jazz de Jonathan Batiste, que siempre nos aportará algo de alma.
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