Aunque no seamos conscientes de ello, en los productos que consumimos existen muchos slice of life, historias que comienzan en algún momento de la vida del personaje, te cuentan algo y terminan sin tener un objetivo concreto, menos aún un final cerrado. Un tipo de arte que en el mundo del manga y el anime resulta a veces un tanto contemplativo y por ello catalogado directamente como no apto para todos los públicos, sobre todo cuando se trata de tramas con relativo interés. Susurros del corazón (Mimi wo Sumaseba, 1995) es una de las obras del Studio Ghibli que entran dentro de esta categoría, una hermosa película escrita por Hayao Miyazaki, dirigida por Yoshifumi Kondō y basada en un manga del mismo nombre, en la que te cuentan cómo la estudiante de 14 años Shizuku Tsukishima, decide buscar a un ávido lector que siempre saca de la biblioteca los libros antes que ella. Cuando por fin conoce a Seiji Amasawa descubre que este chico en realidad quiere ser lutier, lo que provoca que ella misma piense en luchar por ver qué tal buena es escribiendo historias.
Ese famoso, ¿qué quieres ser de mayor? es una constante dentro del mundo japonés. El tema de labrarse un futuro o mostrar madurez hacia los estudios o el futuro trabajo es algo de gran importancia para los japoneses, por lo que no es de extrañar que dos jóvenes de tan sólo 14 años tengan en su máxima preocupación saber qué se les da bien de cara a prepararse para ello. La película hace uso de hermosos paisajes que pasan efímeros por un creciente ritmo amenizado con persecuciones, paseos en bicicleta y carreras a diferentes destinos con los que nos quiere hacer partícipes a los espectadores de la fugacidad de la vida y justifica la prisa que tiene la protagonista por conocer su valía.
La presencia del sempiterno gato.
Como toda buena película del Studio Ghibli la presencia de elementos mágicos, de transportes aéreos y terrestres y de chicas con fuerte espíritu es casi inevitable. En esta ocasión, sin embargo, se hace más uso de la casualidad y el destino (sí, ambas) para hacer que la trama avance. Todo ello aderezado con el leitmotiv de un gato que no sabemos muy bien de dónde sale, pero que parece una suerte de Gandalf, apareciendo siempre cuando es necesitado.
En la cultura japonesa el gato ha trascendido ya la representación simbólica y se trata de un elemento social y cultural del país. Pese a significar protección y prosperidad su presencia en Susurros del corazón parece más bien tener un significado literal. Gato es Neko y significa también una llamada o invitación a entrar. Cada vez que Shizuku lo ve siente el deseo irresistible de hacer algo, de ir más allá, de atreverse con algo nuevo o con algo que le infunde miedo. Si de por sí la sociedad nipona siente una fascinación histórica por los felinos, su presencia en este anime es el deseo de aunar todas las características que le atribuyen a los gatos en el propio deseo de vida de los protagonistas y en el de los creadores de la película, que transmiten paz, armonía y equilibrio a la trama.
Take Me Home, Country Roads
Todo esto no significa que el componente místico sea algo sobresaliente en Susurros del corazón; como ya dije al principio, se trata de un slice of life en el que el objetivo es hacernos pasar un buen rato con una bonita historia, haciéndonos disfrutar de la exquisita animación del Studio Ghibli, de la banda sonora (en este caso excepcional ya que fue la primera película japonesa en usar el formato de sonido Dolby Digital) y de una canción que parece ser el hilo conductor de la historia: Take Me Home, Country Roads del genial John Denver.
Para aquellos que no lo sepan, esta canción, igual que los gatos, ha trascendido su estado para convertirse en un fenómeno cultural, en parte de la sociedad y en cómo entienden la vida. De alguna manera, Susurros del Corazón y Country Roads son uno mismo, la forma que tiene Japón de decirnos: esta es nuestra manera en la que entendemos que sabe el hogar, aquello a lo que pertenecemos, así que así te mostramos las cosas que amamos. Y eso es algo con lo que todos podemos sentirnos identificados, igual que lo hacemos con las inquietudes de los protagonistas, qué seré de mayor, qué es esto que siento cuando estoy contigo, qué papel tiene la familia en mi vida, cuándo debo lanzarme y soñar y cuándo debo tener los pies en la tierra.
Susurros del corazón suele pasar más desapercibida dentro de la filmografía de Ghibli. Teniendo películas como La Princesa Mononoke, El Viaje de Chihiro o Porco Rosso es normal que, para los occidentales, absolutamente ajenos a esta cultura que os he descrito, les sea más difícil encontrar excelencia en esta sencilla obra que tan bien ha envejecido. Pero como se suele decir, seguro que hay que bucear muy profundo para encontrar las mejores perlas.