Alfredo Castelli (Milán, 1947) es mundialmente conocido por ser el creador de Martin Mystère, un investigador de los grandes enigmas de la historia. Mystére es un icono de la editorial italiana Bonelli y del cómic mundial, y al igual que su creador es un gran estudioso de lo esotérico, lo herético y lo oculto.
Corrado Roi (Laveno-Mombello, 1958), un hombre de Bonelli, es uno de los mejores y más representativos dibujantes de Dylan Dog, probablemente el mejor cómic italiano de la historia (con permiso del Corto Maltés de Hugo Pratt, que además se publicó en Francia).
Castelli y Roi se han unido para el más improbable de los proyectos. Este no es otro que Apocalipsis: El libro de las Revelaciones de Juan (Bonelli, 2021; Panini, 2021, por la edición en castellano), la primera adaptación al cómic del Apocalipsis de Juan.
En esencia, el Apocalipsis de Juan narra la batalla final entre las fuerzas de la luz y las fuerzas de la oscuridad. Cuenta la tradición que Juan de Patmos compuso su epopeya de muerte y salvación mientras se encontraba exiliado en la isla griega de Patmos en los tiempos del emperador Domiciano (finales del s.I D.C).
Mientras que todavía se discute acerca de si este Juan es el mismo Juan que compuso uno de los Evangelios, parece estar claro que la numerología de la obra (el famoso 666) hacía referencia en origen al emperador Domiciano, o quizás al emperador Nerón.
La batalla final entre las fuerzas de la luz y las fuerzas de la oscuridad.
La numerología tiene un papel fundamental en el guion de Castelli. Este no se limita solamente a adaptar el texto de Juan (una tarea ya de por sí titánica); ofrece una perspectiva histórica acerca de las múltiples interpretaciones de la numerología del Apocalipsis: “3”, o el superlativo hebreo; “4”, o el número cósmico; “42”, o el tetragramatón; “7”, o el número de la destrucción; “333”, o la Santísima Trinidad; “666” o La Bestia.
De este modo, Isaac Newton, Aleister Crowley y Jorge Luis Borges desfilan por el cómic y nos regalan sus ideas acerca del sentido simbólico del libro de Juan. Como no podía ser de otra manera, el “666” cobra una especial relevancia, y resulta muy revelador descubrir que la Iglesia Católica ha tenido varias Bestias o Anticristos a lo largo de la historia: Mahoma, Napoleón, Hitler o el propio Crowley.
El propio Castelli aporta una inquietante sugerencia final: “Si no se dan cuenta, la Bestia se apoderará de sus mentes, y los dominará, acompañándolos en cada gesto. Y sin ese número, no podrán comprar ni moverse y, al final, ni siquiera podrán vivir. El digamma [el 666] se transcribe habitualmente con la letra w. Tres digammas corresponder a www.”
Castelli parece querer hacer suya la intención profética (los libros apocalípticos sustituyeron a los libros proféticos como género predilecto en la tradición literaria judeocristiana) del Apocalipsis de Juan. Pero ya que Javier Sierra ha escrito alguna que otra introducción para las obras de Castelli, sugiero que no nos tomemos muy en serio la vertiente esotérica del escritor italiano.
Por lo demás, toda la parte del guion asociada a la numerología adolece de cierta falta de estructura. Quizás Castelli hubiera necesitado algo más que la duración estándar de un fumetti Bonelli (100 páginas) para desarrollar su tesis en profundidad.
En cuanto a la parte de adaptación propiamente dicha, poco hay que decir: el peso literario de Juan es lo bastante enorme para sobrecoger sin necesidad de aspavientos y Castelli elige (muy inteligentemente) trasladar el texto sin cambios.
Corrado Roi transforma en viñetas el complicado simbolismo del texto de Juan.
Y es entonces cuando entra Corrado Roi. Como señala Castellí en el apéndice del volumen dedicado a la iconografía apocalíptica: “Otro problema al que nos enfrentamos Corrado y yo (especialmente Corrado) es el enfoque de la ilustraciones. San Juan nos transporta desde nuestra moribunda Tierra a la luminosa corte de Dios, de los abismos del infierno a un universo lleno de estrellas listas para caer sobre nosotros, destrozando el planeta. En ese panorama se mueven ángeles y demonios y temibles “bestias” y dragones tan inquietantes como imposibles de visualizar en nuestro mundo tridimensional, que anticipan las divinidades informes e imposibles de representar de los Mitos de Cthulhu”.
De algún modo, con un talento que solo merece el calificativo de “genial”, Corrado Roi transforma en viñetas el complicado simbolismo del texto de Juan. Cuenta con la ayuda de predecesores de altura: Hans Memling, El Bosco, El Greco, Gustave Doré, Gustav Klimt y Pablo Auladell. Estos tres últimos son los más próximos en lo visual a la propuesta de Corrado Roi. De Doré, Roi recoge el dramatismo en blanco y negro de lo sublime y lo sobrenatural. En lo que a Klimt se refiere, la escuela modernista vienesa no es ajena a Bonelli: Egon Shiele (alumno de Klimt) es la principal influencia de Angelo Stano, creador gráfico de Dylan Dog. En Apocalipsis, Corrado Roi toma prestado de Klimt un simbolismo acentuado por las composiciones extremas. En cuanto a Pablo Auladell, del dibujante español Roi toma prestado el manierismo renacentista de El Paraíso Perdido (una herencia a su vez de Piero della Francesca y de la etapa azul de Picasso).
Apocalipsis: El libro de las Revelaciones de San Juan es un cómic imprescindible en la biblioteca de cualquier lector, ya sea aficionado o no a lo esotérico o al cómic. La estructura del guion es débil, y molesta un poco el ímpetu milenarista de Castelli; pero la ambición de la propuesta y la extraordinaria labor gráfica con que esta se concreta hacen de la obra un hito instantáneo de la historieta mundial.