En 1994, Frank Miller (Sin City, 300) y Todd McFarlane (Spawn) se unieron para dar forma a un proyecto inenarrable que, todavía hoy, se recuerda como la gran catástrofe de la era del grunge y la MTV: el crossover Spawn/Batman.
La intrahistoria de ese tebeo aberrante abarca décadas, y no estamos aquí para aburrir al personal. Hoy vamos a hablar de su secuela, que ha tardado treinta años en llegar y que finalmente ha aterrizado en nuestras vidas con la promesa de convertirse en el cómic-evento de estas navidades. Estoy hablando, por supuesto, de Batman/Spawn (2022).
El especial acaba de llegar a las librerías norteamericanas y está dando bastante que hablar en su casa madre, DC. El equipo creativo está formado por el bueno de Todd y Greg Capullo (El Tribunal de los Búhos, Metal), buen amigo de McFarlane desde que al comienzo de su carrera se convirtiera en el dibujante de Spawn (de los dos, es Todd el que, según se cuenta, merecería el apellido Capullo, pero eso es otra historia).
McFarlane se encarga del guion y las tintas, y Capullo maneja los lápices. ¿Cómo valorar el resultado final? Fácil. Uno de los peores tebeos del año.
Batman/Spawn es uno de los peores tebeos del año.
La trama cuenta con una premisa bastante absurda. El Tribunal de los Búhos (ese contubernio formado por ricachones que nos presentaron Scott Snyder y Capullo en El Tribunal de los Búhos) quieren provocar la condena del alma de Bruce Wayne (o convertirlo en su líder, no queda muy claro).
De este modo, los Búhos (que deben haberse flipado muy fuerte con Batman vs Superman), convocan al Caballero Oscuro y al engendro infernal para que se peguen en el aniversario de la muerte de los padres del primero y la esposa del segundo.
Esto no tiene mucho sentido, más allá de la tremebunda casualidad, porque al fin y al cabo Batman (DC) y Spawn (Image) pertenecen a universos distintos (como los propios personajes se encargan de recordar).
Dejando aparte la premisa inicial, la historia se desarrolla sin demasiadas florituras ni rodeos. Batman y Spawn se pegan en un callejón durante un montón de páginas, y después Batman y Spawn se pegan con un asesino del Tribunal por el alma de la madre de Bruce, atrapada en la perla de un collar (?). Fin.
McFarlane no está para tonterías ni profundidades. Esto es un tebeo para machitos y la hemoglobina brilla. El desarrollo psicológico también brilla, pero por su ausencia.
Greg Capullo se convirtió en la superestrella que es ahora dibujando El Tribunal de los Búhos; y gran parte de la culpa la tiene Francisco Plascencia, un colorista capaz de cargar las tintas de Capullo con un componente atmosférico muy particular y versátil.
En Batman/Spawn es Dave McCaig el encargado de colorear los lápices de Capullo. Sigue las lecciones de Plascencia y su labor es lo mejor del cómic. Por desgracia para todos, el entintado de McFarlane a veces convierte los dibujos de Capullo en algo que te hará llorar como si te hubieras comido un kilo de cebollas.
Además el cómic está plagado de referencias visuales a Frank Miller, lo que no tiene demasiado sentido más allá de establecer un vínculo textual con la primera parte de esta saga.
El color es lo mejor de este tebeo.
¿Saga? Esa es otra. El carácter de secuela de esta cosa. Ni Batman ni Spawn parecen recordar su primer encuentro. Esto podría justificarse argumentando que este Batman es el de los Nuevos 52 (larga historia) y no el Batman del Millerverso, pero entonces ¿a qué vienen las referencias a Miller y los guiños a la primera parte?
Una escena inútil, más allá de plantear una secuela futura, centrada en un Joker sin cara (larga historia), parece confirmar que, en efecto, nos encontramos en algún momento indeterminado entre El Tribunal de los Búhos y La Muerte de la Familia. Hasta cierto punto, Batman/Spawn funciona como la secuela apócrifa de El Tribunal de los Búhos, un arco argumental que Snyder y Capullo no retomaron (estaban más centrados en el metal Nth; una vez más, larga historia).
Spawn/Batman (el crossover original, por no confundirnos) puede ser uno de los peores guiones de Miller, un asunto macarra y grasiento; pero por lo menos resultaba divertido dentro de su esquizofrenia y el final conseguía ser memorable.
Pero el guion de McFarlane convierte a Batman/Spawn en un cómic aburrido, soso y olvidable. Es decir, lo peor que puede ser un producto de estas características.
En cualquier caso, la explotación comercial queda asegurada. En la tercera (¿segunda?) parte de este virus conceptual contaremos con la presencia de dos payasos criminales: Joker y Violator. Corred por vuestras vidas y no miréis atrás.