Lo primero que me llamó la atención de esta novela gráfica llamada Estamos todas bien (2017) fue un detalle de la portada. Un letrero que adornaba un edificio de seis plantas. “Woman Market Abrimos Domingos” reza el cartel. El resto de la imagen es, como podéis ver también vosotros, un espacio amplio, salpicado de vulgares edificios y, destacando en la esquina izquierda, un banco. Y en él, dignamente sentada, una anciana vestida de rojo, únicamente acompañada de un bastón, tan rígido como ella.
Es una imagen tan poderosa como deprimente. Pero mi vista se seguía fijando, de forma insistente, en el letrero. “Woman Market Abrimos Domingos”. Y me dio una idea de lo que me iba a encontrar dentro. Una historia sobre mujeres. Mujeres trabajadoras, madres, esposas, supervivientes. De esas que abren los domingos. Disponibles cualquier hora del año.
La soledad de la mujer con el abrigo rojo mirando aquella plaza vacía me daba a entender que también sería una historia de represión, de sueños truncados, de incomprensión, quizás de falta de amor.
El personal homenaje de Ana Penyas.
La autora, Ana Penyas, nos propone con esta primera imagen (que se alarga a la contraportada) conocer la historia de sus abuelas, Maruja y Herminia. Dos mujeres que fueron personajes secundarios en la historia de otras personas. Primero sus padres, después sus maridos, posteriormente sus hijos.
Ahora sus nietos hemos olvidado mucho de lo que esas mujeres de postguerra sufrieron en España. Una España que muchas veces las reducía al papel de amas de casa y madres, ignorando si sus deseos y ambiciones requerían ir más allá de esta difícil y, en muchos casos, no podemos negarlo, ingrata tarea.
Diseño y maquetación de Sergi Puyol, editorial Salamandra Graphic, para adultos, tapa dura, 24.56 x 1.6 x 17.68 cm
Ana Penyas divide su obra, de apenas 53 páginas, en dos partes. La primera cuenta durante 20 páginas la historia de Maruja, y las siguientes 33 las de Herminia. Funcionan mezclando flashbacks de su vida de jóvenes, así como de sus primeros años de matrimonio con la época actual, siendo ya ancianas. Esta parte es la que más confusa me ha resultado, pues, aunque la autora pretende que diferenciemos los flashbacks únicamente distinguiendo si en escena hay ancianas o jóvenes, lo cierto es que el paso de unas a otras se produce de forma simultánea y cuesta mucho seguirlo. A esto no ayuda el hecho de que, quitando Maruja o Herminia, constantes a lo largo de toda la obra, ya sea en su versión de 1946 o en la de 2015, el cómic presenta un alto número de personajes. Más aún si tenemos en cuenta la brevedad de la obra.
Y es que Estamos todas bien da pinceladas de historia, deteniéndose aquí y allá en pequeñas escenas cotidianas, como si nos encontrásemos frente a un slice of life. Un género que cuando los españoles lo tratamos suele generar, por nuestro carácter e Historia, obras un tanto deprimentes, catastrofistas.
Podría haber dado mucho más de sí y decidió dar menos.
Esto requiere, por pura necesidad, un dibujo acorde con tan triste historia. Y es que hay que recordar que los cómics se dividen en dos, aquellos con dibujos que acompañan a los textos y los que tienen textos que acompañan a los dibujos. En el caso de Estamos todas bien asistimos a un texto conciso, a veces demasiado escueto (muchos tendréis la sensación de que faltan cosas por contar, necesarias por otro lado para aumentar nuestro interés en la lectura), pero con el potencial de narrar todo lo que tiene que contar… pero acompañado de un dibujo muy vago, perezoso, que podría haber dado mucho más de sí y decidió dar menos.
Y eso me genera la constante crítica sucinta. ¿En serio? ¿Premio Fnac-Salamandra Graphic de Novela Gráfica 2017?
¿Fue decisión de la autora? Elegir un estilo de dibujo es algo muy importante, tanto que puede determinar el éxito o fracaso de tu novela gráfica, la del momento y las venideras. Cuando eliges un tipo de dibujo como el de Estamos todas bien indudablemente quieres enmarcarte en el estilo sucio, realista con ese toque de caricatura, ¿cómo definirlo?, sí, tan español, que reconocemos claramente cuando lo vemos. El tebeo siempre ha sido identificado como tal tanto fuera como dentro de España. Cuando vemos las obras de Antonio Altarriba y Kim estamos seguros de que refleja con sus dibujos el carácter y personalidad de los españoles. Con Ana Penyas tengo esa misma sensación y estoy segura de que también vosotros lo tendréis.
¿Os gustará? Es algo muy subjetivo. Yo adoro una buena calidad técnica, un depurado nivel de dibujo, un estilo narrativo impregnando cada viñeta a través de ese mismo dibujo; pero me cuesta disfrutar de la lectura de Estamos todas bien también en parte por ello. Quizás es que, como solemos decir cuando nos quejamos del ilustrador español tradicional, la autora ha creado el producto mirándose a sí misma, no al mercado y al consumidor, y eso ha declinado en un producto que desagrada cuando uno lo mira demasiado. Es su forma de hacer homenaje, y encontrará su público objetivo en todos los que quieran echar una vista atrás, pero sin duda es un homenaje muy deprimente.
Estamos todas bien
Destaca en:
- Plasma muy bien la crudeza de lo que quiere contar.
- El acierto del formato en flashback.
- Una portada contundente.
Podría mejorar:
- El dibujo podía haber dado más de sí, y decidió dar menos.
- Tienes siempre la sensación de que faltan cosas por contar.
- Es bastante caro para lo que ofrece.