Siempre he pensado que cuando me tocara analizar el manga de Fruits Basket (1999) tendría un problema muy serio para expresar todo lo que representa para el mundo del shojo la existencia de un manga semejante, así como para acertar en describir las emociones que la profundidad de los personajes y las frases que en su boca pone Natsuki Takaya, generan en mí.
Por eso, ahora que he decidido transmitíroslo a vosotros me siento abrumada por ese tipo de responsabilidad que, aunque es parecida a la que sentí con El Hobbit o Los pilares de la Tierra, por el gran compromiso que es dado lo importantes que son estas obras, tiene un componente añadido de necesidad de que entendáis porqué este shojo está a otro nivel, dado que no es tan conocido. Aún así, la serie de anime de 26 capítulos que se empezó a emitir en 2001 ganó ese año el Premio Kodansha, pero no abarca todo el manga (23 tomos o 126 capítulos) y tiene un final alternativo. En un futuro ya hablaré de ella.
La sinopsis es ya de por sí complicada, puesto que ahondar en ella sería hacer spoilers (y esta obra está llena de secretos que, poco a poco, se van desvelando) y no hacerlo la haría parecer insulsa. La protagonista es Tooru Honda, una estudiante de instituto que queda huérfana. Al enterarse de que vive en una tienda de campaña algunos miembros de la familia Soma la acogen en su casa. Esta convivencia genera muchos problemas dado el terrible secreto que esconde la familia, pero el carácter optimista, luchador y alegre de Tooru va influyendo en las vidas de todos y cada uno de ellos sin que ella misma se dé cuenta, trastocándolas.
Pese a lo que pueda parecer, no es un manga de temática amorosa. Cierto es que la abundancia de personajes pueden provocar relaciones amorosas entre ellos, pero tampoco es un manga de enredos. La grandeza de Fruits Basket y su extremada originalidad se encuentra en el argumento y el sobresaliente guion, es decir, que lo encontraremos en las conversaciones, a menudo entre los personajes secundarios, pero sobre todo en la interactuación de ellos con Tooru, y en la sabiduría mundana que encierran sus pensamientos. (Mierda, es que es tan adorable que a veces me digo a mí misma ¡Yo quiero ser Tooru Honda!)
Todos y cada uno de los personajes tienen serios problemas que afectan sus vidas y personalidades de forma que no es posible, dada la repercusión de sus actos, no trastocar la existencia de los que les rodean. Ellos no quieren fastidiar a los demás y por eso sufren sus problemas en silencio. Todos ellos son gente con grandes cualidades, buenos de corazón, y Tooru recoge sus angustias y tiene para todos consejos que cualquiera de nosotros, lectores, podríamos aplicar a la vida real.
En cierto modo, me recuerda un poco a El caballero de la armadura oxidada; hay una historia o cuento que es la excusa para generar en nosotros buenas actitudes de cara a afrontar la vida. Podríamos pensar que no hay nada más adecuado para ello que chavales de instituto, pero la franja de edad de los personajes de Fruits Basket es demasiado amplia para reducirlo a eso, en parte porque casi todos son miembros de la familia Soma, y eso debe incluir varias generaciones. El resto son amigos de Tooru, familia y compañeros de clase y trabajo.
A estas alturas todavía habrá alguno que se pregunte, “pero, ¿qué es lo que tiene que a Damarela le gusta tanto?”. Pues que con este manga he llorado, he reído, me he emocionado, he empatizado, y sobre todo, he aprendido valiosas enseñanzas. Cada vez que me siento perdida en algún tramo de mi propia vida soy consciente de que entre las páginas de Fruits Basket puedo encontrar la respuesta.
#FruitsBasket es un shojo que nos enseña que dentro de nosotros hay alguien digno de ser amado Clic para tuitearSi a alguno su dibujo sencillo, limpio, sobrio y ligeramente pueril le echan para atrás (a pesar de su evidente evolución a lo largo de los tomos); si a alguno los mangas con protagonista adorablemente kawai no le generan empatía, que intente sólo centrarse en el complejo argumento, en la mezcla de drama y comedia, en la trama que se enreda y enreda y en que, quitando el componente mágico que envuelve a Fruits Basket, cualquiera podríamos ser Kyo, Yuki, Shigure, Ayame, Momiji…incluso Akito, con nuestras indecisiones y miserias. Pero, aún así, siempre descubriremos que, dentro de nosotros, hay alguien digno de ser amado.
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