Lo que estás a punto de leer es un auténtico “bloody mary”. Suena sangriento, y parece que te dejará un regustillo sanguinolento y amargo en la boca y con un subidón ácido al final. Pero así es Kick-Ass (2008). Uno de los cómics más gamberros y de antihéroes que podáis encontrar, con sus correspondientes películas ya accesibles antes de que terminaran el cómic, y también muy gamberras.
La vida de Dave Lizewski es una mierda. Uno más en el colegio, uno más en el barrio, con una vida anodina que no le reporta satisfacciones. Un día se formula una gran pregunta, ¿por qué no hay superhéroes entre nosotros? y decide convertirse en el nuevo héroe de la ciudad poniéndose las clásicas mallas y la máscara de “mejor-no-me-conozcas”. De esta guisa sale a deshacer entuertos por las noches descubriendo que hay tontos como él que juegan a ser buenos, y malos que no necesitan demostrar que lo son para que todo a su alrededor sea un infierno.
Visto el planteamiento de Kick-Ass podríamos pensar que no es un argumento muy novedoso. Desde Don Quijote al Capitán Trueno tenemos obras literarias llenas de héroes y heroínas dispuestos a sufrir por ayudar a los demás. Algunos tienen superpoderes, y otros son más reales. ¿Qué es lo que diferencia a Kick-Ass de un Assassini o de un Cyrano de Bergerac? En que este chaval no tiene absolutamente ninguna habilidad que haga pensar que, efectivamente, va a poder solucionar los problemas de la gente. Se pone su traje, coge dos palos, y se lanza a pasear por los tejados.
En parte eso es lo que nos fascina. No sólo que sea de carne y hueso (también Batman, no te jode, y las comparaciones son odiosas), sino que podríamos ser cualquiera de nosotros, frikis que nos cospleamos para ir a las convenciones. Tenemos demasiadas similitudes con Dave como para no sentirnos identificados. No es lo mismo con Hit Girl, la niña-soldado cuya vida está vinculada hasta por lazos de sangre con la violencia y las armas. Dave es un adolescente que sólo quiere pensar que ha pasado por la vida pudiendo decir como Helen (Jamie Lee Curtis) en Mentiras Arriesgadas: quiero mirar atrás y poder decir ¡joder, yo hice esto!”.
Con un dibujo limpio, trazos gruesos y un gran colorido, Mark Millar y John Romita JR nos transportan a un mundo donde la fantasía, la ciencia ficción y la realidad se mezclan para mostrar un mundo donde puedes encontrar problemas a poco que busques. Kick-Ass vive en una especie de Gothan City de Batman, de EEUU de Watchmen. Puedes cerrar los ojos si quieres, pero si los abres en el sitio correcto, verás que la podredumbre invade la sociedad. Si Dave quería jugar a ser Kick-Ass, es el momento y el sitio adecuado.
No hay superhéroe (o antihéroe) sin su némesis, y Kick-Ass lo tiene en la molona persona de Red Mist. La figura de este “Batman” es necesaria para que la presencia del primero no sea una colgadura que sólo usan los buenos, (Hit Girl, Big Daddy…) y que evidencia que, efectivamente, llevar mallas es de lunáticos.
Vais a encontrar una novela gráfica de gran calidad, tanto en contenidos como en dibujo, de gran crudeza visual (insisto, que no se cortan) y hasta con moraleja. Como viene siendo habitual en nosotros, sentimos debilidad por los cómics con finales, personajes y tratamientos grises, y Kick-Ass es uno de ellos, por lo que os animamos a que no os quédeis con el gore y las palizas al pardillo y os adentréis en una historia apasionante.