Corría el año 1986 y la compañía estadounidense DC Comics publicaba el primer número de Watchmen, una prometedora obra salida de la imaginación de un tal Alan Moore y que cobró vida gracias a los dibujos de Dave Gibbons y John Higgins. Poco sabían entonces sus autores que Watchmen se convertiría en una obra de culto y que, en los años venideros, sería tomado como referencia a la hora de demostrar que las historias de superhéroes pueden ser tan profundas y complejas como cualquier otra, destruyendo así el tópico de que los cómics de superhéroes son cosa de críos.
Watchmen caló muy hondo y desde su aparición ha influenciado enormemente al género, manteniéndose incluso hasta el día de hoy como uno de los mejores cómics de superhéroes que se han escrito jamás. La obra ha envejecido tan bien que, con la llegada del nuevo milenio, era evidente que tarde o temprano (y para desgracia de Alan Moore) veríamos algún tipo de reboot, remake o spin-off. Ya sabéis, alguna de esas cosas que se escriben en inglés y que son tan socorridas cuando a escritores, directores y guionistas no se les ocurre nada demasiado interesante con lo que deleitarnos en el cine.
Y en efecto, Watchmen volvió a dar que hablar en 2009 cuando Zack Snyder (300, Batman v Superman) nos trajo una adaptación cinematográfica de la obra del cínico señor Moore. La película fue sorprendentemente buena (y más si tenemos en cuenta lo que solía pasar hace unos años con las adaptaciones de cómics al cine) y, salvo algunos cambios más que comprensibles, supo captar a la perfección el espíritu de la obra original, atreviéndose incluso a proponer un final diferente que, en mi humilde opinión, es mucho más creíble y lógico que el del cómic.
Viendo lo mucho que dio de hablar la adaptación de Snyder no es de extrañar que, en 2012, DC se animara a publicar una serie de precuelas bajo el nombre de Antes de Watchmen con el objetivo principal de ahondar algo más en el pasado y las motivaciones de los principales personajes de la novela gráfica (y de paso sacarse un dinerillo, claro está).
Cada una de las precuelas funcionaba como una miniserie y estaba protagonizada por uno de los personajes principales de Watchmen: Búho Nocturno, El comediante, Doctor Manhattan… todos contaron con su miniserie y, si bien podría explayarme y soltaros el rollo con cada una de ellas, el cómic que hoy nos trae aquí no es otro que el protagonizado por el que es, muy probablemente, el personaje más popular de la franquicia: Rorschach.
Antes de Watchmen: Rorschach arranca en una podrida y desquiciada ciudad de Nueva York; es 1977 y Rorschach está centrado en su actividad como justiciero. Los vigilantes ya han sido prohibidos por Nixon, pero eso no le importa a nuestro querido protagonista, que está empeñado en acabar a toda costa con toda la escoria de la ciudad.
Es uno de sus habituales intercambios de opiniones con un traficante de heroína lo que le lleva a conocer a Rawface, un tipo feísimo que se encuentra metido en una gran variedad de asuntos poco lícitos y que le pondrá las cosas muy difíciles al violento Rorschach. Y aunque Rawface es el antagonista principal de la historia no será el único “malo maloso” con el que lidiará Rorschach ya que un misterioso asesino en serie conocido como “El bardo” esta haciendo de las suyas en la corrupta urbe.
La trama, como podéis ver, no es nada del otro mundo: es el típico thriller sobre superhéroes, delincuentes y asesinos que podéis encontrar en cientos de cómics de Daredevil, Batman o Spiderman; en ningún momento resulta aburrida y no cae en los tópicos del género, de hecho resulta entretenida, pero lo cierto es que no tiene absolutamente nada que aportar y que, al final y a pesar de estar escrita de forma magnífica, se queda en algo casi anecdótico, nada nuevo en el horizonte.
Entonces…¿qué aporta este cómic?
Así pues, y viendo que la historia del cómic no es para tirar cohetes, seguramente muchos de vosotros os estaréis preguntando ¿realmente merece la pena leer esto?, la respuesta es un rotundo “Si”.
Y es que la chicha del cómic no está en la trama, lo interesante está en los personajes, entre los que destaca, como era de esperar, el propio Rorschach.
Sorprende, y mucho, la habilidad de Brian Azzarello a la hora de hacer suyo a un personaje tan conocido, siendo capaz de darle un nuevo trasfondo a su historia y sin perder por ello la esencia que lo hace tan genial.
Es algo que puede sonar estúpido, pero es que el Rorschach de Antes de Watchmen es, y no es el Rorschach que nos enamoró en Watchmen. Y es que a lo largo del cómic veremos a un Rorschach mucho más inexperto y descuidado que el que ya conocemos, recibiendo palizas y cometiendo errores con mucha mayor frecuencia de la que nos tiene acostumbrados.
Esta inexperiencia contrasta enormemente con la ideología del personaje, que ya ha perdido toda su fe en la humanidad y que realiza su labor casi sin saber por qué, pero con la tenacidad de un auténtico psicópata.
Es un Rorschach que está a medio camino de serlo, le falta un hervor, y es en sus reflexiones y pensamientos, que se nos dan a conocer gracias a lo que el antihéroe anota en su diario, donde la obra realmente brilla con luz propia.
En cuanto al resto de personajes solo voy a comentar que, si bien no están tan elaborados como Rorschach, destacan por encima de lo que solemos encontrarnos en el género, escapando de clichés y tópicos para ofrecernos unos secundarios interesantes que aportan mucho a la trama, en especial Rawface, que tiene algunos momentos realmente geniales.
En cuanto al dibujo hay que decir que la obra se encuentra a un gran nivel y que Lee Bermejo realiza un trabajo espectacular, con una atención por el detalle casi enfermiza y con un estilo muy reconocible que encaja a la perfección con la atmósfera decadente y opresiva del cómic.
La mejor forma de disfrutar de Antes de Watchmen: Rorschach es mediante la edición de tapa dura publicada en España por ECC Cómics. Esta edición reúne los cuatro números de la obra en un solo tomo, aunque, si lo preferís, también podéis adquirirlos por separado en formato de grapa.
En resumen, es un cómic que, si bien podría haber dado mucho más de sí, no está nada mal y nos regala una historia brutal e introspectiva en la que nos sumergimos en la psique de uno de los antihéroes más carismáticos del género. No es de lectura obligada pero si os gustó Watchmen y sois fans de Rorschach lo disfrutareis seguro.
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Destaca en:
- Rorschach y sus monólogos de loco siguen siendo tan geniales como siempre
- Los personajes están muy bien trabajados y resultan muy interesantes
- La atmósfera de decadencia y delincuencia te atrapa de principio a fin
- Los dibujos están a un gran nivel
Podría mejorar:
- La trama, si bien está muy bien escrita y resulta entretenida, deja la sensación de que podría haber dado muchísimo más de sí