EL JUEGO DE ENDER: una obra adelantada a su tiempo

Sí, se escribió en 1985, ese puñetero libro tiene casi 30 años de existencia y cualquiera podría pensar que se ha escrito ayer.

Pocas veces podremos encontrar un libro con una calidad como éste, tanto en contenido como en narración. En el mundo de la ciencia ficción es frecuente encontrar buenas ideas aunque muy mal escritas, pero Orson Scott Card nos demuestra que él no es uno de ellos. Básicamente porque es pionero de conceptos como la realidad virtual o las simulaciones holográficas, o innovador en inventos que luego han existido (como el tablet), o porque El Juego de Ender te engancha desde la primera página.

La parte más psicológica de las guerras

Creo que la grandeza de Ender, si dejamos fuera la gran idea de la batalla contra los Insectores, o si obviamos lo que hoy podría ser un topicazo pero que en su día no lo fue (la Tierra va a ser eliminada y buscamos a “El Elegido”)…lo que nos queda es una gran novela de una profundidad psicológica sin parangón. No se trata de un entrenamiento militar con una gran presión psicológica producida por un sargento cabrón. Aquí nos sumergimos en la mente de un niño, sí, un niño, tiene seis años, prácticamente acaban de destetarle, con una gran confusión por el mundo que le rodea. ¿Maduro? Hombre…cierto es que le han robado su infancia, pero por mucho que nos gustaría pensar que se va a enfrentar a los demás con la madurez de un adulto, el autor no olvida que el comandante que va a liderar las fuerzas terrícolas es un niño pequeño, y le hace actuar en consecuencia.

Por ello, en vez de escribir la típica historia de batallas intergalácticas, lo que nos quiere mostrar este libro es la parte más psicológica de las guerras. No sólo en el espacio, donde está Ender, sino en la Tierra, donde los estúpidos seres humanos juegan a la guerra como si fueran los amos del Universo. Éste es uno de los puntos más sobrecogedores: cómo los poderes políticos pueden ignorar el hecho de que sus guerras, comparadas con las que se desarrollan fuera, no son nada.

El dilema moral de usar niños

Es perturbador pararse a pensar que los adultos juegan a batallas en la Tierra mientras los niños son los que tienen que salvar el mundo; también es necesario. El libro te justifica la presencia de los mismos como soldados a la vez que inclina la balanza hacia la repugnancia que es hacerlo. El lector se ve obligado a posicionarse, viendo como escogen a los niños a edades tan tempranas porque es su etapa de más creatividad y de asimilación de conceptos más rápida (aunque también porque con seis años eres más manipulable) mientras presenta a auténticos súper dotados que hace tiempo dejaron de ser niños.

Pero volviendo a Ender, el autor ahonda en el tratamiento de las emociones en un mundo en el que apenas se permiten mostrarlas, o por lo menos, él, como futuro líder, no puede. Es por ello que la presión del ambiente, unido a la complejidad de la tecnología que maneja, le hacen a veces ser un títere, y en otras un dirigente. Es por ello que no debéis pensar que vais a encontraros con una maravilla militar o estratégica (aunque también hay de eso), lo que vais a encontrar es la evolución de un personaje, ¡y qué bien construido que está! Sensible, buena persona, con ansias de recibir y dar amor…es posible que tanta presión no le haya hecho darse cuenta de que, en realidad, no sabe por qué lucha.

El libro es totalmente autoconclusivo, aunque a posteriori Orson se ha dedicado a expandir el universo con diferentes novelas sobre Ender y sobre alguno de los personajes, todas de igual calidad que la primera, e incluso con alguna película más reciente.

(9 / 10)

 

Si os ha gustado, os animo a leer ahora La voz de los muertos.

Y como os habrá gustado, ahora este es el adecuado para continuar: Ender en el exilio