LA DEPENDIENTA: Busquemos celebrar nuestras diferencias.

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Voy a empezar este análisis siendo un poco superficial. La autora de La Dependienta (Konbini Ningen, 2016), la japonesa Sayaka Murata, gano el vetusto y exigente Premio Gunzo por su primera novela Lactancia Materna (Jyunyu) en 2013. Tardó 10 años en volver a ganar un premio (relevante), pero fue ni más ni menos que el prestigioso Premio Akutagawa (una suerte de Premio Planeta japonés, con todo lo que eso conlleva) y fue por la novela que hoy nos ocupa, que es la número 10 en su bibliografía. El resto nos lo podemos imaginar. En 2018 fue traducido al inglés como Convenience Store Woman y en 2019 lo teníamos traducido en las librerías españolas a través de Duomo Ediciones y a fecha 2025, cuando me he decidido a analizarla, ya va por la novena edición. Para mí, esto significa que tengo esperanzas de que mi primera o segunda novela, ambas publicadas en 2024, obtengan un premio, pero que no será hasta dentro de 10 años y con mi décima novela cuando se me reconozca algo en materia social o económica. Tengo que ponerme las pilas.

La Dependienta es una novela que no te la ves venir. Si vamos a lo fácil, The New York Times la definió como “una novela extraordinaria sobre lo difícil que resulta a veces formar parte del mundo” y lo cierto es que no va nada desencaminado en su descripción. La Dependienta es una novela brillante en su tratamiento de temas cotidianos, hermosa en su prosa y profunda en su contenido casi sin pretenderlo. Pero quizás por esto la definición del periódico americano puede resultar algo simplista. Por mi parte, como gran amante de la cultura japonesa, he analizado muchas veces la sociedad nipona desde ese punto de vista tan colectivista que tienen y que provoca que uno tenga muy claro qué cosas conforman un ser humano de bien. Un engranaje útil para la sociedad. Una persona de provecho y con éxito.

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Foto de la autora, Sayaka Murata, en un konbini.

 

Para aquellos ajenos a esta idea (¿acaso no siguen repitiéndonos que intentemos realizarnos con lo que nos gusta? Como… un poco ir a contracorriente si es lo que nos pide el cuerpo) y aunque leyendo la novela ya se nos den las claves para entender a qué se refieren en Japón con un ser humano normal e integrado, os resumiré en cuatro conceptos esta idea. Hay que estudiar mucho, ir a una buena universidad, conseguir un trabajo, casarse y, si eres mujer, quedarte en casa cuidando de los hijos y, si eres hombre, cuidar de tu familia y ascender en el trabajo.

Sí, en un país con tantos problemas para relacionarse entre ellos casarse es todo un logro y La Dependienta consigue transmitirnos temas como la represión, los roles de género, la asexualidad, el éxito laboral, la integración social o incluso los comienzos de un hikikomori, a través de los ojos de Keiko Furukura, una dependienta de 36 años que trabaja a tiempo parcial en un supermercado de 24 horas.

La protagonista es una mujer que nunca ha entendido las normas sociales.

La vida de Keiko gira en torno a la tienda. Nunca se ha sentido integrada en la sociedad y las normas de actuación sobre cómo comportarse y qué decir del popular establecimiento la ayudan a saber cuál es su camino. Aunque en ningún momento la novela lo mencione, todos los lectores sabemos que hay algo diferente en la forma de comportarse y pensar de Keiko. Ella misma sabe que es distinta, rara, antisocial, alejada de unas normas y convenciones sociales que nunca ha llegado a entender. Por ello, sabiendo que a su alrededor surgen las preguntas y el malestar cuando ella actúa diferente, suele hacer uso de su hermana Asami, que la instruye sobre cómo ser un ser humano de provecho y cómo actuar con normalidad. Y ella se pone la máscara de persona normal para no ser atacada de forma constante.

¿Tendrá algún tipo de Asperger? Es algo que cualquier lector se preguntará a lo largo de la novela. No hace falta tener una concepción tan cerrada del éxito según la sociedad nipona para saber que no es habitual encontrar una persona sin más intereses en la vida que trabajar. Simplemente, en nuestra concepción de trabajar para vivir, no vivir para trabajar, Keiko es una anomalía. No ambiciona el poder, no busca relaciones afectivas de ningún tipo, no tiene hobbies a los que quiera dedicarse, no aspira a dejar un legado… El sobreesfuerzo que tenemos que hacer para entender la simplicidad de la mente de Keiko es casi un experimento de laboratorio.

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Extracto de la novela La Dependienta, de Sayaka Murata

 

Porque Keiko es una persona que vive ajena a las expectativas que los demás tienen sobre ella. En una sociedad colectivista ella ha elegido una singularidad y una individualidad poco frecuentes. Vive según sus valores, no se ajusta a la norma y encuentra su felicidad en un trabajo que para ella es todo lo gratificante que necesita.

Así pues, ¿quién es el que se comporta como intolerante? ¿quién el que no acepta las rarezas, opiniones, estilo de vida… del otro? ¿quién tiene la potestad para decidir cómo debe cada uno vivir su vida?

Sayaka Murata denuncia en su novela la presión de la sociedad japonesa hacia las mujeres solteras, ya sea porque se atrevan a desafiar las convenciones sociales o porque no consiguen alcanzar ese ideal de buena esposa y madre.

La Dependienta se revela pues como una novela que invita a reflexionar sobre temas como las expectativas, la presión social, la individualidad, la importancia de la diversidad, el respeto por la divergencia de opiniones, los prejuicios, el feminismo, la búsqueda de la felicidad o el significado de la vida.

El problema que tienen aquellos que rodean a Keiko en su día a día es que no entienden que ella YA es feliz. Encontró su felicidad en su trabajo en el konbini. Su nula necesidad de complacer las expectativas de los demás hizo que se centrara desde el principio en aquello que la hacía feliz a ella y, por tanto, mientras el resto persiguen ideales durante toda su vida, ella puede vivirla sin presiones.

Y eso la convierte en el bicho raro que todos creen que es. Porque mientras siga soltera, no forme un hogar y no siga las convenciones sociales, será una fracasada. No habrá madurado. Me recuerda a cuando en España (o mundo occidental en general) se nos llama inmaduros a los frikis. Los frikis (y gamers y otakus) adornamos nuestras casas con videojuegos, figuras, juegos, merchandising y adornos relacionados con nuestros hobbies, leemos cómics y mangas, vestimos de forma a menudo divertida, acudimos a eventos temáticos y tenemos aficiones tan peregrinas como practicar buhurt, bailar para-para, pintar Warhammer o fabricar cosplays. Y, si antes éramos los raros, ahora somos los inmaduros. Una generación que prefiere comprarse otra taza más de Pokémon que apostar por una bufanda gris con guantes a juego.

La autora de La Dependienta, a través de un relato en primera persona, con Keiko como protagonista, nos invita a celebrar nuestras diferencias, a no tener miedo de ser nosotros mismos y no sucumbir a una presión social por culpa de aquello que nos gusta. No son temas baladís para una novela con un argumento tan discreto y una prosa aún más sencilla. Pero acaba enganchando. Y no terminas de estar conforme con Keiko y sus elecciones, pero no pasa nada porque, en realidad, sólo son sus elecciones. Tú tendrás las tuyas.

La Dependienta

8.3

NOTA

8.3/10

Destaca en:

  • La prosa, sencilla y envolvente.
  • No ves venir la historia.
  • Lo bien que sabe retratar la autora a la protagonista de la historia.
  • Los mensajes que transmite.

Podría mejorar:

  • La ambigüedad del personaje principal, puede resultar confuso.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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2 Comentarios

  1. Me ha gustado mucho el artículo. La temática del libro y el análisis que has hecho me riman con cosas que estoy viviendo ahora.
    Gracias por acercar a tierra estos temas. Además de que no conocía el libro.

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