Pocas veces tenemos la oportunidad de decir que un libro causó histeria colectiva no sólo en el momento de su publicación, sino durante los años posteriores, cada vez que a alguien se le ha ocurrido retransmitir la novela por la radio y los oyentes realmente creyeron que una invasión alienígena amenazaba la Tierra. Probablemente ésta se trata de la anécdota más famosa que posee la novela de ciencia ficción de 1898 La guerra de los mundos y, sin embargo, se trata de una novela famosa por méritos propios y no sólo por ser la primera que describía una invasión alienígena, sino porque sentó las bases de una idea que, hasta el día de hoy, ha sido repetida hasta la saciedad: el ser humano es vulnerable.
Sin más explicaciones podría pensarse que esta idea es algo meliflua, que La guerra de los mundos aportó muchas otras grandes cosas que una idea que la religión ha venido diciéndonos desde tiempos remotos (la pequeñez del hombre con respecto a la grandeza de Dios), pero sólo tenemos que echar un vistazo a las circunstancias políticas y sociales que se vivían en la Inglaterra de finales del siglo XIX, para entender el mazazo que tuvo que suponer en los ingleses, (y posiblemente en el resto del planeta, como los seriales radiofónicos demostraron) el hecho de saber que no eran todopoderosos y que no estaban preparados para todo lo que se les viniera encima.
Probablemente podemos hablar en estos términos, esperando que H.G. Wells esté de acuerdo con esto, porque cuando se escribió la novela la I Guerra Mundial aún no había acontecido y la vida discurría “apaciblemente”. La sociedad victoriana no estaba preparada para asumir su rol de conquistados por los marcianos de la misma forma que posterior e inicialmente era incapaz de asumir los cambios que sucedieron apenas 20 años después con la I Guerra Mundial. Esta idea se ve muy bien desarrollada en la serie de televisión Downton Abbey, pero a mí me gusta más compararla con esa civilización perdida de Lo que el viento se llevó. De cualquier forma, la crítica a la sociedad victoriana de la época, así como al afán colonialista, son los temas que esta novela de ciencia ficción realmente quería, no satirizar, pero sí poner en tela de juicio.
La figura de H. G. Wells en este contexto.
Tenemos que tener en cuenta que Herbert George Wells (1866-1946) había nacido en una época de profundos cambios: Gran Bretaña era una gran potencia colonial en Europa (o, dicho de otra manera, poseía la mitad del planeta, así redondeando) y tanto como causa como consecuencia de esto, había vivido numerosas guerras. Algunas las viviría por sus profundas consecuencias, como la Guerra de Secesión o la Guerra de los Ducados; y otras en sus propias carnes como La Guerra de los Bóeres, el Levantamientos de los Bóxers o el final de las guerras Anglo-Birmanas. Y ello por no hablar tanto de la I como de la II Guerra Mundial.
Quizás por todo ello resulta más curioso que H. G. Wells fuera un visionario en materia de armamento así como un renombrado pacifista. Su mente inquieta ya previó las armas nucleares, diversas máquinas de guerra, los viajes espaciales y, entre otras cosas más, los viajes en el tiempo (suya es la novela de La máquina del tiempo, recordemos), ideas que plasmó una y otra vez en sus textos de carácter bélico, científico o de ciencia ficción.
No obstante, la novela que hoy tratamos, La guerra de los mundos, es también, por un lado, una crítica, ya no sólo a los múltiples conflictos armados que asolaban el planeta, sino a la ceguera que se imponen los hombres cuando dejan de confiar en la educación y la ciencia y se guían únicamente por sus instintos más primitivos. Muchos personajes de la novela, como el artillero o el cura son víctimas de su propio fanatismo y encarnan en sí mismos lo peor del ser humano.
Por otro lado, es evidente que en esta novela Wells quiere dejar constancia del peligro que supone confiar ciegamente en las máquinas para la victoria, olvidándonos del factor humano. Es cierto que precisamente aquí son los marcianos quienes, en su afán de conquistar el planeta, se aferran a su superioridad armamentística siendo finalmente y, resaltemos la ironía, vencidos por el propio Planeta y su Naturaleza, pero el símil está ahí para quien quiere verlo.
En tanto libro, ¿cómo es La guerra de los mundos?
Con obras de este calibre siempre doy por hecho que la gente las ha leído. Quizás es porque simplemente se trata de una de las obras cumbre del género, o porque los lectores de Generación Friki están muy familiarizados con la ciencia ficción o, simplemente, porque no he perdido la esperanza en que la gente sigue apreciando el atractivo de la palabra escrita; pero he obviado el argumento de La guerra de los mundos dando por hecho que todos conocían la historia. Y si no, claro, ahí tienes la adaptación al cine de Steven Spielberg, protagonizada por Tom Cruise del 2005, dos nombres que siempre tienen mucho gancho, para atraer al gran público.
No obstante, como suele pasar con otros grandes autores de ciencia ficción, Wells no es precisamente un autor que destaque por su prosa atractiva y su estilo ligero. Como él mismo decía, el qué debe estar por encima del cómo, y esto se refleja en su novela, en la que las descripciones son meramente informativas, gráficas, resultando de ello una novela por momentos densa, sobre todo por su casi ausencia de diálogos.
Aun así, La guerra de los mundos es un libro bastante breve y su hilo argumental, al estar narrado en primera persona, a modo de falso diario y con cierto carácter retrospectivo (se supone que el protagonista escribiría “sus memorias”, el relato de lo que vivió 6 años antes), permite seguir la lectura de forma fácil, sin que los tecnicismos brillen por su presencia, dificultándonos la lectura, y con unos aforismos muy sutiles que dejan ver sólo veladamente la crítica que hace Wells de los distintos aspectos que llaman su atención. Porque, si algo hacía bien H. G. Wells, era mantenernos en vilo usando el recurso de la desinformación, creando en nosotros la necesidad de seguir leyendo para enterarnos de qué pasa.
En general, y sin querer caer en el tópico de “¡Tenéis que leerla!”, La guerra de los mundos es una de las joyas de la literatura universal por su carácter pionero, sentando un precedente que influiría, no sólo en el cine, como ya hemos visto, sino también en los juegos de guerra o en los videojuegos. Su carácter atemporal hace que a día de hoy podamos seguir estremeciéndonos con el relato de este superviviente que es testigo involuntario de la llegada, avance y caída de los extraterrestres y que finaliza su relato con una serie de reflexiones para el lector de carácter filosófico tan profundas que ya me gustaría a mí poder dejaros a vosotros también alguna vez con semejante cavilación existencial. Pero yo no soy Wells.
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Destaca en:
- La irónica puesta en escena de Wells manifestando que el ser humano no es superior
- Es una buena oportunidad para ver los orígenes de un género
- Los temas sobre los que filosofa
Podría mejorar:
- Su carencia de estilo
- No interesará para nada, ni siquiera como novela, a aquellos que no gusten de la ciencia ficción.