Para entender Mundo Anillo (Ringworld) hay que situarse en 1970, fecha de la publicación de esta laureada novela de ciencia ficción, escrita por el múltiplemente galardonado Larry Niven. En aquel momento supuso una revolución, conceptos tan curiosos como el Campo Estático de Diseño Esclavista, su concepto de la Suerte como un componente genético o aparatitos tan embarazosos como el Tasp debieron avivar la imaginación de todos aquellos que soñaban con un mundo donde el ser humano conociera razas alienígenas, viajara por las estrellas y dominara la teletransportación, la ciencia médica y el secreto de la juventud.
Como suele suceder, el tiempo y la propia evolución de los conceptos científicos suele conllevar que algunas novelas del género pasen de ser ciencia ficción a mera fantasía, o simplemente a ser leídas con menos avidez, con la sensación de que esa novela…ya no es tan buena como la recordábamos.
La narrativa al servicio de los conceptos científicos
No debería haberme pasado con Mundo Anillo simplemente porque, daba mi edad, casi todas las novelas importantes (Asimov, Orson Scott Card, Julio Verne, y un largo etcétera) las he leído mucho tiempo después de su publicación, pero Mundo Anillo simplemente se me atragantó. Algo tiene en su narrativa (cosa que en 1970 ya os digo que no les importaba) que se me hacía insufrible, pese a lo atractivo de su universo y de su argumento: 2 humanos y 2 alienígenas descubren durante una expedición conjunta un mundo absolutamente inmenso contra el cual se estrellan.
Y es ese concepto de mundo increíblemente grande, ese mundo anillo tan particular y lo extraño de su estructura y dimensiones, el que llamó la atención de los lectores. Desde que nuestros cuatro protagonistas se estrellan y deben proseguir su viaje en aerocicletas, investigando la manera de volver a poner su nave en órbita, el libro prescinde de su narrativa fluida en pos de convertirse en una novela de aventuras o road trip que avanza a trompicones. Muchas de las cosas que suceden durante su viaje son innecesarias para la trama y únicamente están ahí para, una vez más, demostrarnos lo inconmensurable del tamaño del planeta.
Pero es una novela de ciencia ficción de 1970 y creo que el gusto por las aventuras a lo Flash Gordon es algo que tenía que estar en auge. Monstruos, peligros, maravillas arquitectónicas, pueblos indígenas…si no fuera por el envoltorio de naves espaciales y física avanzada podríamos estar ante una novela cualquiera de fantasía, y eso no habría sido malo, pero si la mezclas con una narrativa confusa, no al alcance de cualquiera…Mundo Anillo no es lo que esperaba de la que acabaron llamando “una de las 10 novelas de ciencia ficción definitivas” (o algo así).
Pero Mundo Anillo tiene 3 o 4 ideas que hicieron que su interés por la novela se disparara. Poniéndonos en su contexto, o incluso hoy en día, la importancia de la Suerte como factor genético cobra una importancia irónica dentro de la trama, que es lo que hace de este libro algo fascinante. Personalmente, no me agrada ver cómo usan la Suerte, no exactamente como deux ex machina, que a veces se siente así (pero, olé por el autor por saber darle la vuelta a la tortilla de las “¡Oh! dramático giro de los acontecimientos”), pero sí para anular las leyes que la naturaleza nos impone. Igual términos como destino, azar, el Universo me dice, predestinación, suerte… son cosas que me chirrían, mas eso no quita como para que Mundo Anillo sepa cómo jugar con las leyes físicas, mezclarlas con la Suerte y que de ahí salga algo decente.
Que sí, que ya lo sabemos, es un mundo MUY grande.
Tampoco es como si Larry Niven jugara a escribir una novela malucha y le saliera un pelotazo redondo (no es Harry Potter). El autor se esfuerza mucho en dar datos muy precisos y constantes sobre las características del mundo anillo y todas las imprecisiones científicas que comete acaban solucionándose en la primera de sus tres secuelas, Ingenieros del Mundo Anillo. Todo en pos de que la palabra “ciencia ficción” estuviera plenamente justificada, cosa que para Niven era importante (que no siempre es así, recordemos que Star Wars es posterior, es fantasía, una space ópera, y sigue catalogándose alegremente como ciencia ficción…y sólo nos fastidia a los puristas).
Finalmente, esta decepción que para mí supuso Mundo Anillo hace que me cueste recomendaros fehacientemente este libro, pese a su notable importancia y éxito dentro de la comunidad hard-scifi (Premios Nébula, Hugo y Locus) y de los frikis en general que luego relacionaron este mundo con la saga de videojuegos Halo, que bebe de esta novela tanto en ideas como en conceptos de una manera que casi roza el plagio. No empaticé con los personajes, que no están bien desarrollados, podríamos reducir su contenido en unas cuantas decenas de páginas y no pasaría nada, y cuesta simplemente emocionarse durante tantas páginas con “Oh, mirad, ¡qué grande que es este mundo!”. Pero, ya se sabe, es un clásico, hay que leérselo.
Mundo Anillo
Destaca en:
- El universo que crea, con sus conceptos tan interesantes.
- Las razas creadas tienen mucho potencial.
- La idea de un mundo anillo.
Podría mejorar:
- Sólo se salva el primer tercio, el resto es aburrido de leer.
- La narrativa al servicio de explicar conceptos científicos.
- Novela desaprovechada en su historia.