Es posible que si hubiera tenido entre mis manos Neverwhere cuando fue publicada, en 1996, habría experimentado una serie de sensaciones diferentes de las que ahora me embargan cuando leo esta edición, con extras incluidos, de 2015. No es que el texto haya cambiado mucho, soy yo la que he cambiado.
De la misma forma que no ves La historia interminable con los mismos ojos si la visionas por primera cuando tienes 10 años que cuando tienes 30, es posible que no haya leído esta novela por primera vez con la edad adecuada.
Aún así, la niña que llevo dentro sigue disfrutando con cuentos infantiles e historias juveniles por lo que, tengáis la edad que tengáis, creo que mi crítica de Neverwhere, ahora que me enfrento a ella, será igual de acertada.
¿Qué nos ofrece de nuevo Neverwhere?
Neverwhere plantea la clásica historia tantas veces narrada (al estilo de El Mago de Oz, Alicia en el País de las Maravillas o, mucho mejor, Peter Pan) donde un joven, en este caso llamado Richard Mayhew, cuya anodina vida parece ir sobre ruedas, se encuentra a una chica herida llamada Puerta. Tras rescatarla accede involuntaria e irremediablemente al Londres de Abajo, un lugar deprimente, peligroso y lleno de personajes variopintos que le harán vivir más de una aventura, mientras intenta ayudar a Puerta y con ello volver a su casa, en el Londres de Arriba.
La literatura está plagada de historias donde el protagonista cambia su mundo real por uno fantástico (El caballero de la armadura oxidada, Los magos, La guía del autoestopista galáctico, Harry Potter…) y en él vive aventuras y a veces estas se suceden para que el protagonista pueda volver a su hogar, otras para mostrarle que el mundo es más grande de lo que cree y otras para manifestarle que su lugar este en ese mundo de fantasía y no en el mundo de los humanos corrientes y molientes. Algo que los japoneses hacen hasta la saciedad con sus isekais.
El mayor interés que tienen estas novelas suele ser el viaje, esa road-movie por las que tienen que pasar los personajes para renacer como nuevos seres mejores, aprendiendo lecciones por el camino, enfrentándose a sus miedos y realizando una apertura de mente porque, al fin y al cabo, tienen que admitir que la magia existe.
El problema de Neverwhere no es que su universo no sea interesante. Desde luego, no es mágico al estilo de Harry Potter, donde todo mola, sino que es sucio, tenebroso y lo que no te va a manipular, seguro que te mata. No es la construcción de lo que yo llamaría un universo atrayente, pero hay que tener en cuenta que la idea de Neil Gaiman era coger a los parias de la sociedad y enmarcarlos en un Londres mítico y mágico.
¿Puede ser esta la crítica que quiere hacer el autor? ¿Que se note la diferencia entre los ricos – Londres de Arriba y los pobres – Londres de Abajo? Pues lo pensé, pero en el Londres de Arriba también hay pobreza, problemas y…en fin, que es el mundo real, así que podemos determinar que nos enfrentamos a una sencilla historia de fantasía que no esconde joyas ocultas.
¿Cuál es pues el objetivo?
Así, la trama, aunque entretenida, es propensa a las lagunas en cuanto a las explicaciones de todo lo que pasa abajo. Da la sensación de que los personajes y emplazamientos se suceden cuando requieres de su presencia, no como si fueran parte de un universo consistente en el que hay un gobierno o similares, una forma de conseguir una casa, una educación para los niños…en fin, que Londres de Abajo es un caótico batiburrillo de lugares que no tienes muy claro dónde están emplazados pero que van surgiendo a medida que el protagonista tiene que ir del punto A al punto B.
Cuando Bilbo Bolsón sale de Hobbiton con idea de llegar a las Montañas Solitarias y acabar con Smaug, su viaje, lleno de peligros, magia y enemigos que no entiende, tiene una sólida estructura que vamos conociendo adecuadamente para poder entender la trama. En Neverwhere, básicamente, no te enteras de nada. Richard es zarandeado de un lado a otro realizando acciones confusas y con la sensación constante de que nadie le explica nada (como tampoco harán contigo, querido lector) y terminando con la sensación de que nada tiene sentido.
“…Soy Richard Mayhew. Ella es Anestesia. De los dos, ella es la única que sabe lo que hace.”
Estilo de escritura
Me parece importante mencionarlo porque si la trama es confusa, no así su prosa, que es ligera y agradable. Neil Gaiman impregna a sus personajes del carisma suficiente para que sus conversaciones resulten agradables (excepto el del propio protagonista, que parece que cambia radicalmente – de tranquilo y ligeramente tímido, a respondón y cínico – al ir del Londres de Arriba al de Abajo). El humor es una seña de identidad en el libro y, aunque suele estar representada en las palabras del narrador, también aparecen en boca de los personajes, la mayoría de ellos habitantes del inframundo de Londres, destacando a los asesinos Sr. Croup y Sr. Vandemar y al escurridizo Marqués de Carabás. Así, la gracia está en la interacción de Richard con ellos, cuando éstos dan por hecho cosas que en realidad son muy locas.
“-Podemos llegar al lugar en el que se celebra – le explicó – pero el mercado no estaría allí.- ¿Eh? Pero eso es ridículo. A ver, las cosas están o no están, ¿no? Ella negó con la cabeza.”
Lo que sí que resulta genial es que, cuando terminéis el libro, ya conociendo a sus personajes, encontraréis al final un prólogo diferente del original, así como una historia breve titulada De cómo el Marqués recuperó su abrigo. Neil Gaiman decía que siempre sentía el gusanillo de querer saber qué habría pasado con sus personajes, y este pequeño relato es un bocadito para algo en el futuro posiblemente más grande.
Neverwhere, en definitiva, se presenta como una novela perfecta para los amantes del estilo de Neil Gaiman. Quizás su historia no se parezca tanto a American Gods (2001) como a Stardust (1999) pero sí que el estilo en general podemos encontrarlo en todas sus novelas y su interés el tal que las tres tienen película (Stardust 2007) o serie basada en ella (Neverwhere en 1996 y American Gods este próximo 30 de abril de 2017). Lo que no cabe duda es que es un estilo de escritura adulto para una historia demasiado para niños. No digo que no vayan a disfrutarla los mayores, pero teniendo en cuenta que no aporta nada al género, sólo si buscan una historia ligerita, con dosis de fantasía sencilla o aquellos que busquen rememorar los libros de su infancia.