En la literatura universal reconocemos media docena de novelas distópicas que, generalmente mediante la ciencia ficción, nos plantean sociedades donde la falta de libertades individuales y la ausencia de pensamiento crítico, ya sea mediante la represión, el adoctrinamiento o las drogas, son los temas principales. Estas novelas, algunas de las cuáles hemos analizado en esta web (Fahrenheit 451 o Un mundo feliz) y otras que están por llegar, como 1984, que, al igual que Rebelión en la granja (Animal Farm, 1945) son obra de George Orwell, ya sea mediante la ironía, la sátira o, en la novela que nos ocupa, la fábula, critican los totalitarismos y aquellos sistemas de gobierno o ideas en general extremistas.
Rebelión en la granja es sin duda única en su planteamiento. Al contrario que otras obras del género que a veces necesitan descifrarse un poco, esta no deja lugar a dudas sobre su intención de denuncia de los totalitarismos, así como de análisis de cómo el poder llega a corromper a las personas. En este sentido, esta novela se acerca más a su contemporánea El señor de las moscas (1954) de William Golding, en su estudio sobre la condición humana.
Una fábula sobre el comunismo
Inicialmente, la novela narra en tercera persona y de un modo completamente objetivo cómo un grupo de animales expulsa de una granja a los seres humanos y establece un sistema de gobierno que, inicialmente democrático, acaba convirtiéndose en una tiranía aún peor que la que vivían.
El uso de la fábula, la alegoría y la metáfora se dan de forma constante en Rebelión en la granja de tal forma que cada animal de la granja representa a una persona real de la Europa zarista, el régimen soviético de Stalin y los personajes políticos alrededor de la Unión Soviética, la Alemania nazi, Inglaterra y la Segunda Guerra Mundial.
El campesinado, la Iglesia ortodoxa, los intelectuales, el proletariado, las clases nobles, así como Lenin, Stalin, Karl Marx, el zar Nicolas II, León Trotski, la NKVD, Churchill o Hitler son retratados de forma satírica, interpretando sus papeles de forma alegórica, convertidos en animales de granja, representando un momento histórico, pero de una manera diferente.
Se hace hincapié en la estratificación de clases, la manipulación del lenguaje, el analfabetismo, la relación poderosos-oprimidos y, más veladamente a día de hoy, ya que solemos extrapolar la novela a cualquier opresión que vivimos, en las diferencias entre humanos y animales en tanto que los animales están limitados por su condición física y corta vida, mientras que las personas, iguales en nuestra naturaleza, somos versátiles y podemos, si nos preparamos para ello, dedicarnos a cualquier tarea.
Cuando más civilizados queremos ser, más nos bestializamos.
Y no cabe duda que, aunque Rebelión en la granja puede extrapolarse a cualquier Estado que olvida los valores e ideales en pro de instalar regímenes tiránicos, el alcance a día de hoy abarca, como decía antes, cualquier sistema donde se requiera organización: una casa, una clase en el colegio, un equipo deportivo o un país. Es por ello que su mensaje sigue vigente y, desgraciadamente, situaciones como las que plantea el libro siguen dándose. Una y otra vez los seres humanos nos convertimos en “animales” al traicionar los principios que impulsaron las buenas causas y, sucumbir a los atractivos del poder.
Simplemente por esto Rebelión en la granja es una lectura obligatoria para todos. Narra de forma precisa, amena, ágil y sin distracciones, el proceso por el que los seres humanos se olvidan efectivamente de su humanidad.
Es una oda también a la importancia de la educación para evitar el adoctrinamiento, sabiendo que no hay mayor herramienta de disuasión y de control de las masas que mantener al pueblo en la ignorancia y el miedo. La semilla para intentar que aprendamos de nuestra Historia colectiva y no caigamos en los mismos errores.
Todo ello convierte a Rebelión en la granja en una obra para leer y releer, reflexionar y, ¿quizás?, pese a lo frustrante que resulta, nos muestre algunos caminos para ser mejores personas. Pese a que sabemos que el mundo es cíclico, sería terrible que no hubiera un halo de esperanza para todos los que leemos Rebelión en la granja y pensemos que a pesar de que todo cambie…todo sigue igual.