SOCIEDAD NEGRA: tríadas chinas made in Spain.

Si creces con Andreu Martín y Jaume Ribera y su saga de libros juveniles del detective estudiantil Flanagan… lo cierto es que esperas ese estilo humorístico en todos sus libros. Craso error, porque cuando escriben por separado su estilo cambia y Andreu Martín se ha dedicado y mucho a la novela negra con libros como Sociedad Negra (2013). ¿Tienen el mismo interés estos thrillers policíacos, con temáticas de crímenes y misterio, que las divertidas y originales historias de nuestro querido Juanito, alias Flanagan? Pues para mí no, pero ahí estaba, leyendo las 297 páginas de Sociedad Negra y decidiendo si podía engancharme a este nuevo Andreu o esperaba que hiciera la novela nº14 de la saga.

En Barcelona encuentran el cadáver de una mujer decapitada, cuerpo por un lado y cabeza por otro. Los Mossos de Esquadra opinan que es un caso relacionado con bandas latinas, quizás una prueba de iniciación, quizás un ajuste de cuentas. A medida que avanza la investigación, parece que más mafias están involucradas. Mientras, un soplón de la policía y dos ladrones de poca monta se embarcan en un robo a la mafia china.

Sociedad Negra me produjo sentimientos muy encontrados. No es que me costara leerlo, no se hacía aburrido… pero no lo devoré, ni sentía la intriga que los thrillers te producen de averiguar qué pasa en el siguiente capítulo. Esto se hacía más patente por la falta de empatía que me producía el protagonista e incluso podría incluir en esta afirmación a la mayoría de secundarios importantes.

 

No nos confundamos, la historia es interesante, no creo que la premisa sea mala. Pero la desestructuración es evidente y los saltos temporales (tanto prolepsis como analepsis) son confusos. No se trata de un trabajo infantil, ni forzado, ni siquiera me gustaría acudir a ese “no es el mejor trabajo de este escritor”, es que el conjunto de todos los elementos que conforman esta novela no tienen como consecuencia algo satisfactorio.

Esto es bastante extraño porque el ritmo narrativo es adecuado, fluido, con sus partes más tensas y sus partes distendidas… pero la sensación final es que el desarrollo de la historia y los personajes ha sido caótica e incompleta y el final, por tanto, resulta muy apresurado.

Esta parte final es la que más me chirría. Me gustó porque no me lo esperaba, pero a la vez me pareció (sí, lo voy a decir, mal que os pese porque parece que me repito mucho) un deux ex machina de manual. Pero, con todo, este detalle no me parece argumento para no leer el libro, que conste, aunque sólo sea por seguir ese “camino antes que destino”.

Igual que hace Eduardo Mendoza en muchos de sus libros, ambientados en Barcelona, Andreu Martín realiza un cuadro de la sociedad barcelonesa (aunque sin que te haga ni pizca de gracia, aclaro) que te hace percibir esta enorme ciudad como una pequeña zona acotada donde se desarrollan las diferentes tramas. Esto, lejos de convertir a la novela en una que pudiera comenzar con un En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, convierte a la ciudad de Barcelona en un personaje más. Un personaje como Liang, la joven Pei Lang, Canas, Hispano chino, el inspector Diego Cañas, el ladrón Pardales, el camello Trancas … y en ese sentido el autor hace un gran trabajo de inmersión. Eso sí, queridos lectores, dar por hecho que va a ilustrar los bajos fondos y la miseria humana más triste.

 

Con el resto de personajes estoy segura de que habrá divergencia de opiniones. Por un lado, hay muchísimos estereotipos entre protagonistas y secundarios; pero mientras en los primeros se puede ahondar y llegas a conocerles muy bien, los segundos son demasiado clichés. La prostituta, la madame, el clásico chino de la mafia, el ratero, el experto en artes marciales, el drogadicto. Si lo metes en una coctelera podrías verte inmerso en una película de los años 80-90 de Bruce Lee y compañía y cada trago sería un cliché: tríada por aquí, crimen por allá, banco clandestino al coleto, otro chupito de chantajes y terminas con un cubata de talleres clandestinos.

Lo que sí es alabable es el esfuerzo de Andreu Martín porque Sociedad Negra mostrara (como su propio nombre indica) diferentes perspectivas según quién fuera el protagonista del capítulo. Te da una representación más global e inmersiva de la situación. También me ha gustado la parte del procedimiento policial que va ilustrándonos sobre los peligrosos mundos de la Mara Salvatrucha, las tríadas chinas y las mafias locales, todas compitiendo entre sí y mezclando la trama para enriquecerla.

No estoy segura de que Sociedad Negra merezca haber ganado el premio Crims de Tinta en 2012, aunque por lo visto sí ha llamado el interés de la gran pantalla (este año se estrena película). Es una obra demasiado irregular, demasiado caótica en sus saltos temporales y con un final demasiado precipitado. A los amantes del género noir quizás se les quede un poco corto, pero a los que suelen disfrutar de los thrillers y novelas negras sencillas, seguramente la disfruten mucho. Por mi parte, aunque la encontré entretenida, no sé si la volvería a leer. Quizás lo más acertado que puedo decir es que le falta algo de alma.