THE LEGEND OF ZELDA: TEARS OF THE KINGDOM vs BALDUR’S GATE 3

No sé vosotros, pero yo con los videojuegos en general, y con los AAA en particular, sufro una dicotomía que me hace sentirme una hipócrita. Por un lado, estoy deseando que se creen franquicias nuevas, frescas y originales, y concederles el pódium que su atrevimiento merecen porque sí, no hay nada más arriesgado a día de hoy que invertir 5 o 10 años en hacer un AAA y ver cómo reacciona el público. Por otro lado, mi cariño hacia algunas franquicias vetustas hace que quiera ver cómo siguen siendo triunfadoras tanto en nuestros corazones como en las galas de premios. Es el caso para mí de sagas como Final Fantasy o Assassin’s Creed y, cómo no, The Legend of Zelda.

Quizás por ello, estaba muy tranquila porque después del golpe sobre la mesa que supuso ver cómo Breath of the Wild en 2017 se erigía como rey indiscutible del año (venga, a ver esas críticas en contra), daba por hecho que Tears of The Kingdom en 2023 volvería a conseguir el mismo resultado.

Pero si ha sido un año marcado por los despidos en las compañías (en parte debido a que se han terminado de realizar muchos de estos AAA), ha sido un año brutal para el consumidor, que no ha dado abasto (yo la primera) en jugar a todas las maravillosas propuestas. Repaso el año y alucino con Final Fantasy XVI, Horizon Forbidden West: Burning Shores, Blasphemous 2, Marvel’s Spider-Man 2, Alan Wake 2, Starfield… y la sorpresa del año, Baldur’s Gate 3.

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Así que el pódium ganador de este año, que tan segura estaba de que lo obtendría The Legend of Zelda: Tears of The Kingdom se tambalea con la presencia de un RPG que en la reciente The Game Awards se ha llevado la friolera de 8 nominaciones. Y con independencia de lo que ocurra durante los GOTY (a ver, hype controlado, expectativas contenidas, sudamiento final asimilado) para mí ya es notable que Baldur’s Gate 3 sea nominado a tantas categorías y que, además, compita en tres de ellas con Tears of The Kingdom.

¿The Legend of Zelda: Tears of The Kingdom no ha sido suficientemente bueno, o es que Baldur’s Gate 3 ha sido demasiado excelente?

La culpa es nuestra. Partíamos del hecho de que había que superar un juego inmejorable. Nos preguntábamos qué podría hacer Nintendo para cumplir las expectativas de sus exigentes seguidores siendo así que ya les ofreció algo tan revolucionario como el cambio de género de RPG estructurado a totalmente mundo abierto. Pues Tears of The Kingdom, con su construcción de vehículos, metió un pie en el género sandbox y nos voló a todos la cabeza. ¿Quién podía hacer frente a semejante revolución?

The Legend of Zelda: Tears of The Kingdom partía de una premisa en exceso simplista. Zelda y Link consiguen su objetivo (sellar el cataclismo) y ¿todo vuelve a la normalidad? No. Una nueva maldad relacionada con unos seres ancestrales vuelve a sacudir Hyrule, “La Catastrofe”. Pero, tranquilos, que ahora Link tiene un brazo tuneado.

Esta trama tan sencilla era poco menos que importante ante la expectativa de un desarrollo superior en el que disfrutáramos con todas las novedades que debía ofrecer el juego. Y el caso es que TOTK prometía. Añadieron una capa aérea formada por islas flotantes (donde destacaban los puzles, ¡y qué puzles, diversión sin fin!) y una subterránea muy extensa, pero algo vacía, más centrada en los combates y donde se hacía patente una mayor dificultad. Sí, Hyrule era más grande ahora que en Breath of the Wild, pero… sus partes nuevas tenían altibajos de calidad.

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Pero a medida que avanzabas en el juego ni siquiera esos santuarios tan originales con los acertijos tan divertidos centrados en la construcción, ni la existencia de la Ultramano, cuya presencia acababa dejando casi obsoleto el juego anterior podían ocultar los dos grandes problemas de TOTK.

Por un lado, cuesta ver The Legend of Zelda: TOTK como una secuela. Por mucho que no quieran, acabas pensando que estás ante un DLC glorificado. Sí, supera a su predecesor y superar la excelencia es muy complicado, pero no deja de ser más de lo mismo. Prueba de ello es la presencia del mismo mapa reciclado con sólo algunas diferencias (la capa aérea y la subterránea). Ese reciclaje, entre otros muchos problemas, hace que se pierda el factor sorpresa y con él baje el interés del usuario.

Por otro, admitamos que la Switch no era la máquina adecuada para este juego. Se siente demasiado al límite constantemente, generando una experiencia agridulce. 25 frames por segundo no es lo ideal para un juego que rozaba la perfección en todos los demás apartados.

Si Tears of The Kingdom es tan bueno, ¿por qué SABEMOS TODOS que el GOTY se lo va a llevar Baldur’s Gate 3?

Hay dos puntos importantes a tener en cuenta. Lo que Baldur’s Gate 3 significa para la industria del videojuego y lo que ha supuesto para los jugadores. En los dos casos ha sido una revolución.

De cara a los jugadores, Baldur’s Gate 3 ha rescatado el CRPG, un género antiguo como los videojuegos, muy orientado a un nicho de jugadores muy específico y lo ha convertido en algo popular que todo el mundo quiere jugar gracias a demostrar que algo que se hace desde el corazón y al que se le dedica todo el tiempo necesario para sacar un producto 100% redondo puede funcionar sea en el género que sea.

BG3 es la mejor experiencia jugable en su género que existe. Tanto que trasciende el género para convertirse en un producto de masas. El juego, a ratos, nos recuerda la grandeza de Mass Effect en sus mejores momentos, a la increíble inspiración de Half Life en su contexto histórico y al profundo arte y lore de algunos Final Fantasy.

Su guion está excelentemente escrito; podría ser una novela, podría ser otros productos y alcanzar la excelencia solo por este hecho. Sus geniales personajes, lo bien contada que está la aventura y, sobre todo, y por encima de todo, la brutal cantidad de ramificaciones que tiene la historia, totalmente consciente de nuestras decisiones, que tienen un impacto real y verdadero en la trama, como nunca se ha visto en la historia de los videojuegos.

A nivel de industria, tenemos que ser muy conscientes de que Zelda es un producto multimillonario de una compañía multimillonaria que puede permitirse hacer de su juego el mejor producto posible (recordemos que, utilizando los mismos assets y modelos 3D Tears of the Kingdom ha tardado nada menos que 6 años en realizarse). Sin embargo, BG3 es un producto de Larian Studios, un estudio muy pequeño que viene de hacer juegos AA y que contaba con un presupuesto realmente limitado del que han sido capaces de sacar oro. Y en un tiempo de desarrollo similar a TOTK.

A las Industrias AAA les ha sentado a cuerno quemado el éxito de Baldur’s Gate 3.

Es normal que la hazaña de Larian haya puesto en guardia a toda la Industria pues viene a demostrar a los usuarios que querer es poder y que la falta de toma de riesgos por parte de las grandes desarrolladoras a la hora de producir sus títulos es más una decisión económica que de éxito potencial que pueda tener el título.

La Industria está demasiado convencida de que una producción AAA debe ser una apuesta por los géneros de moda, utilizando el estilo artístico de moda, la narrativa de moda y las mecánicas de moda. Y el éxito de Larian abre los ojos a los usuarios y a la Industria de que cualquier cosa que se haga en el mundo de los videojuegos poniendo en el centro la calidad es un GOTY potencial.

Que BG3 se lleve el GOTY es una declaración de intenciones por parte de los usuarios de que estamos dispuestos a apoyar cualquier juego, pertenezca al género que pertenezca, siempre y cuando este juego rebose del amor y la atención al detalle con el que Larian Studios ha forjado su título. Está claro que es un llamamiento de atención a grandes compañías como Ubisoft, Square-Enix o EA a que se bajen del carro del mainstream y metan más presupuesto en apuestas innovadoras.

Así que sí, con todo el dolor de mi corazón hacia una franquicia tan querida para mí como es The Legend of Zelda, espero que Baldur’s Gate 3 se lleve el GOTY porque es beneficioso a la larga para todos.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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