Un año más preparamos nuestros disfraces con vistas a pasar una jornada de lujo en compañía de nuestros amigos. Tenemos la música, la bebida, el bocadillo…pero parece que ha pasado un poco de moda lo de vestirnos de simples animalitos o enfermeras ligeras de ropa en Carnaval. La tendencia este año ha sido replicar nuestros personajes favoritos, tanto si son de animación como de series americanas. Ya lo vimos en la San Silvestre, ¿verdad? Nada es demasiado para poder echarnos unas risas.
Este año la primera en celebrar su Entierro de la Sardina ha sido la Universidad Complutense de Madrid, más concretamente el campus de Aranjuez. La mayoría de las veces que asisto a estas fiestas me quedo un poco colgada porque soy de las pocas que van disfrazadas, pero me quedé gratamente sorprendida al ver que cada vez más, y sin importar la edad, condición social o gustos culturales, los jóvenes (y no tan jóvenes) con ganas de pasárselo bien han inundado el cesped de la facultad que Bellas Artes y Turismo comparten en el Antiguo Cuartel de Pavia, y hemos podido encontrar disfraces para todos los gustos: personajes de DC Cómics en extraña armonía con los de Marvel; Campanilla se une a las bailarinas de danza del vientre, norteños inspirados en Canción de Hielo y Fuego comparten sus cuernos de “hidromiel” con payasos y gansters. Otros prefieren travestirse, que eso nunca pasa de moda, o inspirarse en bromas que sólo ellos (y sus amigos íntimos) entienden; los hay que se disfrazan de oficios y ríen al lado de motoristas, guerrilleras e indias. De mis favoritos: el clásico Mario acompañado de un spartan de Halo.
No debemos olvidar que estas festividades, compartamos su espíritu o no, acercan hoy en día a todos los profanos a un mundo muy rico de cultura friki. Una de las cosas más gratas de estar allí sin duda fue la complicidad cuando ese personaje con maracas vestido de platanito reconoce tu disfraz (yo iba de Robin Sparkles, abajo os dejo un guiño sobre ella) y tú el suyo. Da igual que seamos desconocidos, posiblemente vengamos de mundos diferentes, carreras distintas…pero no importa. Hay un enlace en común entre nosotros llamado “frikismo”, que nos lleva a querer compartir con ese extraño que está delante de tí el kalimotxo, la baraja de cartas, el trozo de pizza y por supuesto, toda la conversación friki que llevamos dentro.
No os perdáis el videoclip de Robin Sparkles “Let´s go to the mall”