Hay artistas con los que no dejamos que pase mucho tiempo tras su muerte antes de empezar a honrarles; quizás Stanley Kubrick sea uno de ellos porque, pese a su pequeña filmografía de tan sólo 13 películas, fue uno de los grandes directores de nuestro tiempo en todos los sentidos; sus películas son geniales, pero tremendamente complejas y seguiremos analizándolas cuánto y cómo podamos. Hace un par de semanas estuve en la presentación de su último homenaje en Madrid, Stanley Kubrick. The Exhibition, en el Círculo de Bellas Artes (CBA), una exposición monográfica que reúne más de 600 piezas relacionadas con Kubrick (cámaras, maquetas, objetivos, claquetas, guiones, cuadernos de notas, planes de rodaje, atrezzo, ilustraciones, storyboards, fotografías, correspondencia y vestuario) y que intenta que entendamos qué pasaba por la mente del artista al elaborar cada una de sus películas dado que, según comentaba Rafael Jiménez, director de Sold Out, el objetivo no es hacer una exposición para los fans, sino que todo el mundo pueda conocerlo, con un alcance y enfoque masivo.
En realidad, Stanley Kubrick. The Exhibition tiene en su exposición en Madrid la vigesimoprimera parada de su trayecto, comenzando su andadura en Frankfurt en 2004 (es decir, poco menos de 5 años después de la muerte de Kubrick). Muchos pensarán que es similar a la que se presentó en Barcelona en el 2018, y aunque es cierto que casi todo el material es el mismo, la organización es distinta, ya que no se centra en un enfoque cronológico, sino cinematográfico.
Esto se nota, sobre todo, en que una de las dos partes de la Exposición Stanley Kubrick está dividida en 11 zonas, cada una correspondiendo a una película del director, teniendo acceso a material físico y audiovisual de cada obra. Es la manera en la que Isabel Sánchez, comisaria de esta exposición, ha entendido que podríamos adentrarnos más en la atmósfera de varias de sus películas y disfrutar de algunos de los elementos más representativos de la filmografía de Kubrick.
El otro espacio, por otro lado, está dedicado a la forma en la que Stanley Kubrick tenía de entender el cine, la dirección y la adaptación de novelas (casi todos sus films están basados en libros). En esta sala, además, se intenta mostrar al gran público su capacidad para recrear espacios y atmósferas singulares (recordemos Barry Lindon, son su filmación con luz natural o bajo la luz de las velas), su forma de articular las historias, el uso del humor (Teléfono rojo. ¿Volamos hacia Moscú?), las pasiones y deseos (Lolita, Eyes Wide Shut) o la guerra y sus entresijos (Miedo y deseo, Senderos de gloria, La chaqueta metálica). Muchas veces con casi todos los temas que le interesaban (belicismo, relaciones humanas, el deseo…) plasmados en una sola película.
¿Para el gran público?
Lo cierto es que, aunque no asociemos el nombre de Stanley Kubrick a determinadas películas, títulos como La chaqueta metálica, 2001: Una odisea del espacio, La naranja mecánica o El resplandor permanecen en nuestras listas de favoritas desde sus lanzamientos. Entendamos o no el uso del espacio/tiempo que tanto caracterizaba a este director, siguen siendo películas de las que vale la pena que entendamos por qué han pasado a formar parte de nuestra cultura audiovisual.
En este sentido, la exposición no es tan amable con el público de a pie porque no explica los motivos por los que el director quiso usar tal o cual cámara, hizo que las interpretaciones fueran más naturales o más caricaturescas, usó un plano u otro, escribió un guion concreto añadiendo o quitando detalles…. (sí, todo eso, porque a Kubrick le costaba delegar y participaba en todos los aspectos de un rodaje). Es normal que público masivo carezca de conocimientos técnicos para apreciar las coreografías realizadas con las cámaras, o la intencionalidad detrás de un uso tan extendido de la voz en off, pero para eso debería estar la exposición, para mostrar no tanto que Kubrick usara esos elementos, sino por qué lo hacía y cómo influye eso en sus películas. Esa carencia de información, o su presencia no mostrada de manera simple, llana, directa, no permiten cumplir con el objetivo último de la exposición: que el público masivo conozca la obra de Kubrick.
Siempre he apelado al espíritu crítico y la necesidad de conocimiento de las personas a la hora de que valoraran una obra. Me gusta pensar que una persona que paga por culturizarse (y en este caso os aseguro que no es barato) querrá ver algo más que la silla en la descansaban las posaderas del director, los vestidos de las gemelas en El resplandor o las máscaras y la capa del doctor Bill Harford en Eyes Wide Shut. Esto son detalles para los frikis, para nosotros que nos hemos visto decenas de veces Espartaco, que sabemos que Kubrick odiaba viajar o que podemos contar cientos de anécdotas sobre El resplandor y su uso de la steadicam. Señalamos esos objetos y nos recuerdan a momentos muy gratos consumiendo las obras de Stanley. Pero si quieres llegar al público más joven, más mainstream o al que quizás sólo conoce una peli de este director, hay que, desgraciadamente, masticarle un poco más las cosas para que entiendan por qué sus películas ya sea narrativa o técnicamente, son geniales.
Información sobre la exposición
Duración: del 21 de diciembre de 2021 al 8 de mayo de 2022.
Lugar: Círculo de Bellas Artes, C/ Alcalá 42, Madrid, Salas Goya y Piccaso.
Horarios: M a D 10:00 a 21:00
Entradas: General 14€, Niño (4 a 12) 6€, Niño (0 a 3) gratis, descuentos 15% a socios del CBA, estudiantes, +65, carné joven, discapacidad 33%.
Enlace: pinchar aquí.