Si algo tiene pasar el verano en Madrid es que buscamos como locos actividades para hacer diferentes de las habituales. Pese a que ahora hay más tiempo para visitar museos, hacer terraceo o estar en la piscina, quitando algún matsuri que otro y algún survival zombi no hay mucho ocio friki por hacer. No obstante, es el momento perfecto para disfrutar de una actividad que colgamos en abril en el Calendario de la web y que estará disponible hasta el 8 de septiembre, que no es otra que la exposición del japonés Tetsuya Ishida: autorretrato de otro, y que nos presenta a través de 70 pinturas una muestra retrospectiva del artista (Yaizu, Shizuoka 1973 – Tokio, 2005) que, por primera vez, sale de su país natal para que disfrutemos de ella.
Y puede que disfrutar sea un término muy valiente porque no son pinturas para todos los ojos. Los temas que abordó Tetsuya Ishida poseen una profunda crítica social, siendo no sólo una amarga sátira al mundo contemporáneo, sino una visión escéptica, llena de referencias kafkianas y puntillosa en los más pequeños detalles, que hace que esta experiencia, pese a lo necesaria para todos aquellos concienciados en los problemas actuales, no apta para estómagos sensibles.
Lo más llamativo de la obra de Tetsuya Ishida no es, sin embargo, que abarque temas como los aspectos nocivos de la sociedad de consumo, la alienación en el trabajo de los salaryman japoneses, las relaciones familiares o su crítica a la sociedad nipona que él tan bien conocía, sino la época en que realizó sus trabajos. Dicho de otra manera, aquí en occidente nos empezamos ahora a preocupar por aspectos que ya Tetsuya denunció a través de su obra hace más de 20 años.
Puede que simplemente estuviera plasmando su arte, haciendo su particular denuncia social, vertiendo su sentir a través de sus lápices y pinceles; no obstante, la fuerte carga emocional que transmiten sus pinturas, unidas a ese estilo artístico tan llamativo que eligió como es el realismo con grandes tintes surrealistas, dan como resultado pavorosas pinturas ante las que es imposible pasar indiferente.
Obras que muestran la cadena de trabajo, el escepticismo de la juventud de la Generación Perdida y los salaryman.
Así, nuevamente el marco histórico del artista es clave para entender su obra. Tetsuya Ishida formaba parte de aquello que ahora, no sólo está tan de moda, sino que conocemos bien, que es la Generación Perdida. Una suerte de jóvenes embutidos en una crisis que desbarataba los planes de juventud y les abocaba a una madurez sin futuro. Un reflejo de cómo estaba la sociedad y la economía en el país hasta los años 90 y que le llevaron a compartir su sentir con el resto del mundo.
Y se trata de un futuro que, tal y como podréis ver en los cuadros cuando asistáis a la exposición, no dista mucho de aquel trabajo en cadena de Ford, tan admirado en su época, tan odiado a día de hoy y que, no obstante, sigue presente a través de la alienación del trabajo en la sociedad nipona (llamada karoshi, muerte por exceso de trabajo) y, claro que sí, también en la nuestra. Puede que no lo vivamos de la misma manera porque, aquellos que ya vamos conociendo desde hace tiempo cómo es la cultura del trabajo en Japón, sabemos la presión a la que están sometidos todos desde que son infantes para sacar buenas notas, entrar en una buena escuela, luego en una mejor universidad, que les garantice un buen trabajo…
La exposición por ello abarca el sentir de todos esos trabajadores cuyas aspiraciones quedaron por el camino mientras aceptaban la dura sociedad que les obliga tanto a trabajar alienados como a consumir (sí, esa obligación que parece que ahora tenemos, esa obligación a ser felices y disfrutar constantemente) y refleja el dolor por el anonimato de cada individuo, habitante de la gran ciudad, así como por algunos colectivos en concreto, como los hikikomori.
Referencias kafkianas en muchas de sus obras
Se trata, sin duda, de una exposición tan necesaria como valiente, tan cruda como cínica. Repito que no es del gusto de todos, pero creo que aportar nuestro granito de arena (metafóricamente, porque la exposición es gratuita) yendo a ver la exposición Tetsuya Ishida: autorretrato de otro, y mostrando nuestra empatía u opinión crítica sobre la obra de este autor, es un paso más hacia la solución a los problemas que plasma el artista en su obra. Al fin y al cabo, según la intención de Tetsuya, todos somos ese personaje clónico que repite sin parar en su obra, todos somos nadie, ese nadie podemos ser cualquiera.
Lugar: Palacio de Velázquez (Parque del Retiro)
Fechas: 11 de abril a 8 de septiembre de 2019
Horario de esta exposición: 10:00 a 22:00
Entrada: gratuita