Generación Friki
Hace poco Delia Rodríguez publicaba su última obra sobre la nueva ola que cubre Internet: los memes, y lo hace con un título tan contundente como Memecracia: los virales que nos gobiernan. Por mi parte me di cuenta, de forma violenta y catastrófica, de que la realidad que nos rodea, ya sea virtual o real, está repleta de ideas que han triunfado…simplemente por ser las más contagiosas.
Sin duda, esto explica el surgimiento de este fenómeno que nos acerca unos a otros de una forma simple y extremadamente rápida: en el momento en el que una persona, en cualquier parte del globo terráqueo, usa un meme, es entendido por toda la comunidad de cibernautas. De hecho, este fenómeno no se produce de forma aislada, sino que en todo nuestro entorno (mensajes, interactuación con otras personas, exclamaciones…) la gente usa continuamente memes para hacerse entender. De alguna manera, me recuerda al idioma japonés, donde puedes decir una palabra y que signifique toda una expresión. 
¿Dónde se encuentra el problema?
El empobrecimiento del lenguaje, que tantas y tantas horas de sintaxis y gramática nos costó en el colegio, pasa a ser obsoleto e improductivo comparado con el hecho de poner una imagen que refleje todo nuestro estado de ánimo. Definitivamente, una imagen vale más que mil palabras. Otra de las cosas negativas es que estamos saturados de información superflua y falaz (y a menudo indeseada) ya que Internet es, según dije en otra ocasión, un caldo de cultivo para todas aquellas ideas que han acabado sustituyendo al pensamiento crítico.
Desde luego, no estoy en contra de los memes. Desde su aparición chatear ha sido más divertido, y muchas veces más efectivo, puesto que el balbuceo característico de los nóveles en materia amorosa y las conversaciones insustanciales han sido sustituidas por expresiones enlatadas sacadas del propio Internet (por alguien más imaginativo que nosotros). Menos mal que Cervantes no está vivo para verlo. Pero yo, que sí lo veo, he conseguido introducir en mi lenguaje cotidiano expresiones que, si estás en la onda de Internet, sustituyen de manera efectiva, o en otros casos sencillamente complementan, el mensaje que quiero transmitir.
¿Y qué pasa con los virales?
Pues que no son memes. Cierto es que un meme puede surgir de un viral, pero no es la intención del viral el convertirse en meme. Digamos que es una cosa más bien espontánea; la comunidad on line empieza el jocoso y a veces humillante proceso de reirse modificando un viral hasta que se acaba transformando en un meme.
Desde luego, no se trata de un lenguaje apto para todos. Quizás sencillamente porque no está todavía tan difundido, pero es relajante tener una especie de lenguaje que sólo compartimos unos cuantos. Ya que no conseguí hablar Klingon, y tampoco me atreveré con el Dothraki, puede que esos memes sean la solución perfecta para mí.
Hay tantísimas muestras de este “arte” que ni siquiera voy a pretender que os toméis estos ejemplos que quiero mostrar como la panacea. Para gustos, los colores; o en este caso memes.
Un artículo interesante. Después de todo, estamos hablando de un idioma que no hace más que crecer cada día, y no sólo idioma local, sino internacional. y como bien explica Delia, un meme es una repetición exacta, tanto como puede ser la información genética. El como una idea atraviesa internet y llega incorrupta, cautivando y causando sensación. que sea un medio de expresión sin barreras, desde su loca aparición en foros como el “dañino” y perverso 4chan. Hace que los Memes sean ahora un tema con nombre propio, pero hay que medir su poder, pues como buen medio de expresión puede ser utilizado como arma. Hay que vigilarlos de cerca, pero no demasiado.