Vivimos en un mundo en el que las modas pasan rápidamente una detrás de otra sin casi dejarnos tiempo a adaptarnos; sin embargo, siempre hay algunas constantes que se mantienen, o al menos tratan de hacerlo. No dejar morir a la gallina de los huevos de oro ha sido el lema de la industria del entretenimiento desde hace décadas, así hemos visto como grandes sagas repletas de calidad se convertían en no-muertos deambulando sin rumbo entre entregas rogando en silencio que alguien les atizara con un mazo en la cabeza y acabase de una vez por todas con su sufrimiento. Podemos citar a Star Wars, Marvel, y a El Señor de los anillos, entre otras. La última en unirse al grupo de los zombies gallina de los huevos de oro ha sido la saga Harry Potter con aquella El legado maldito y también con Animales Fantásticos y dónde encontrarlos.
Por si alguien no había tenido suficiente con las nada menos que ocho películas que componen la saga principal de Harry Potter, más su obra de teatro (a quién quiero engañar, los fans nunca tenemos suficiente de nada, hasta que es demasiado tarde), ahora nos llega la segunda parte de Animales Fantásticos y dónde encontrarlos: Los crímenes de Grindelwald.
Más fanservice, menos película
AF: Los crímenes de Grindelwald es una película de transición con todas las de la ley; es decir, nos narra la continuación de una historia que ya empezó en la cinta pasada y que no terminará hasta la siguiente, como mínimo, por lo que David Yates, su director, tiene que redoblar esfuerzos por, a falta de un clímax, ofrecernos un producto que nos mantenga interesados y pegados a la butaca durante sus 134 minutos. Esto, por desgracia no termina de ser así, y aunque Los crímenes de Grindelwald se esfuerza por complacer a todos, finalmente termina siendo un entretenimiento que sólo agradará a los incondicionales de Harry Potter más conformistas.
Sin duda sus primeros minutos, los mejores de la cinta, nos hacen repanchingarnos en la butaca con la sensación de que “esto promete”. Sin embargo, esta sensación se agota pronto y en seguida nos vemos envueltos en un batiburrillo de escenas con falta de ritmo, conexión y, lo peor de todo, interés.
Una secuela más seria, con personajes muy cambiados
Y es que lo primero que se nota es el cambio de rol que han sufrido algunos de los personajes. Esto es un error en el que caen algunos cineastas y es que prefieren adaptar el personaje a la historia que hacerlo al revés, que es como debería ser. De esta manera, podemos ver algunos de los personajes más carismáticos de la anterior cinta completamente cambiados en pro de hacer encajar las piezas de un puzle que a David Yates debió de hacérsele bola en algún momento del rodaje y que termina resolviéndose mal, tarde, y sacrificando elementos importantes por el camino.
También se ha dado un giro importante en cuanto al enfoque a la hora de dirigir la cinta. Si en la primera parte nos encontrábamos con una cinta de aventuras con muchos momentos divertidos, en Los crímenes de Grindelwald el humor se ha suprimido casi por completo y el film se ha endurecido en sus formas, mostrándonos una película mucho más seria, dramática y pagada de sí misma. Esto no es un detalle malo ni bueno, a algunos les gustará más y a otros menos, pues junto con Las Reliquias de La Muerte, es la cinta más oscura del universo Harry Potter; lo que no se puede negar es que el cambio provoca una sensación de contraste muy grande e inesperada, cosa que notarán mucho más los que hayan visto recientemente la primera parte para tenerla “fresca” a la hora de visionar su secuela.
Los crímenes de Grindelwald trata sobre muchas cosas y realmente ninguna en concreto; podríamos decir que el eje de la trama gira alrededor de un personaje que busca sus raíces, pero también trata de cómo Grindelwald adquiere poder en el mundo mágico, pero en realidad no termina de tratar de ninguna de estas cosas puesto que el argumento y la dirección nunca terminan de centrarse en nada en concreto, ofreciéndonos un cóctel de escenas que muchas veces se sienten inconexas y que llegan a confundir, hacerse pesadas y en última instancia, aburrir. No podemos pasar por alto el detalle de que Grindelwald parece un calco de Voldemort en demasiados aspectos y que, de nuevo, la historia vuelve a girar en torno a la xenofobia, la sangre pura y las limpiezas étnicas. En serio, venimos de una saga con 8 cintas hablando sobre esto, ¿es que no había otro tema?
Destaca, eso sí, el papel de Jude Law como un joven Dumbledore que creo encaja perfectamente con cómo nos imaginábamos los fans que sería este personaje en sus años mozos, y me atrevo a aventurarme diciendo que una saga con las aventuras de un joven Dumbledore protagonizada por Jude Law hubiera sido sustancialmente más interesantes que los devenires de Newt Scamander y su disfuncional grupo.
En el resto de papeles, tenemos a un Eddie Redmayne (Newt Scamander) que sabemos que da para mucho más que lo que ofrece en la cinta, a Johnny Depp en sus horas más bajas, tanto a nivel de interpretación como de reputación, a Katherine Waterston, que hace lo que buenamente puede con las pocas y malas frases que tiene en la cinta y a unos cuantos secundarios que no destacan demasiado. Me gustaría poner énfasis en los personajes de Alison Loren y Dan Folger (Queenie y Jacob), que pegan un bajón importante con respecto a la diversión y frescura que aportaron en la primera parte.
Animales Fantásticos y dónde encontrarlos: Los crímenes de Grindelwald se destapa como una película excesivamente larga para lo que tiene que contar, demasiado confusa y falta de ritmo. Es seguro que a muchos les resultará una cinta interesante y atractiva, puesto que el mundo de la magia, las criaturas de fantasía y, en definitiva, la expansión del universo de HP que nos muestra el film es, sin duda, interesante, pero es inevitable sentir que se apoya en exceso en el fanservice para resultar atractiva y que si se viese desprovista de este factor caería inevitablemente en el pozo de la mediocridad.
En definitiva, si eres un “Potterhead”, o fan de la saga, siempre encontrarás motivos por los que amar Los crímenes de Grindelwald si los buscas, pero si, por el contrario, disfrutas del universo Harry Potter, pero no te consideras un fan, es posible que la cinta se te termine haciendo pesada, difícil de seguir y en general, demasiado áspera. A la espera nos quedamos de que la siguiente entrega de la saga nos ayude a atar los cabos sueltos y brille lo suficiente como para considerar el conjunto como una saga de verdadero valor. Esperemos que así sea.
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