El problema de los universos mal erigidos y llenos de agujeros es que, cuando quieres crear algo basado en ellos, no tienes nada concreto en lo que sustentarte, pero ello no impedirá que se te echen encima los fans diciéndote que eso que has creado se salta el canon. Lo cierto es que J.K. Rowling no especificó en ningún momento detalles que en entregas posteriores han querido mostrar (hijos que aparecen, orientaciones sexuales… en realidad, el tema da igual), únicamente lo ha ido soltando en entrevistas aquí y allá que nos tenemos que creer… porque patata. Pero si durante años han pasado por alto estos pormenores durante la saga de Harry Potter, ahora con la pentalogía de Animales Fantásticos sí que nos encontramos un público más exigente, cebándose este con esta última entrega de Animales Fantásticos: Los secretos de Dumbledore (2022).
En realidad, si yo escribo ahora un libro, un fanfiction, puedo decir que Ron Weasley pasó el papiloma de pequeño. Se me puede echar la gente encima diciendo que J.K. Rowling no dijo nada de eso, ni tampoco los obras canon posteriores, pero el caso es que tampoco se ha dicho que no lo pasara. Este ejemplo tonto quiere servir sólo para ilustrar que, calidad de esta película aparte (que ahora analizaré), unas novelas juveniles no pueden abarcar todo lo que un mundo de fantasía y sus múltiples personajes pueden ser. Esto en realidad es muy bueno cuando necesitas seguir sacando chicha de los personajes. En el cine/literatura se le llama plot twist y permite que sigas evolucionando a tus protagonistas.
Con el paso del tiempo las personas que, como yo, crecimos con los libros (y sus incongruencias) y después con las películas, advertimos que necesitábamos algo más. Por eso, solemos decir que la saga de Harry Potter mejora a partir de su cuarta película, Harry Potter y el Cáliz de Fuego, donde el tono se hace algo más oscuro, las tramas un poco más serias y, cómo no, comienza a morir gente, que siempre está bien. Animales fantásticos sigue (ya sin J.K. Rowling después de la primera película) por esta vía; la de dejar el infantilismo de lado y seguir por la vía oscura.
Tras una aceptable Animales fantásticos y dónde encontrarlos tuvimos una mediocre Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald, hasta llegar a Animales fantásticos: los secretos de Dumbledore que repite los errores de la segunda entrega y es continuista respecto a sus cosas buenas. Todo aquello lo hablamos en esos análisis y parece que no nos esforzamos en realizarlos dado que ahora incidimos sobre lo mismo: volvemos a tener un cóctel de escenas, con la sensación de inconexión constante, sobre idénticas cuestiones: el calco de Voldemort y sus temas de siempre (xenofobia, sangre pura, limpieza racial al estilo nazi), como si no llevásemos 9 películas hablando sobre ello. En esta ocasión, es Albus Dumbledore (recordemos, Jude Law), quien pide ayuda a Newt Scamander (Eddie Redmayne) en su lucha contra Gellert Grindelwald (un Mads Mikkelsen que mejora muchísimo al anterior Johnny Depp, que era demasiado excéntrico) quien cada vez ostenta más poder.
Por una vez, la presencia de un magizoólogo está justificada porque el argumento gira en torno a encontrar y proteger (en principio) a un qilin, una criatura mágica que puede ver el alma de cada persona. También está justificada dado que Dumbledore, debido al pacto de sangre, no puede luchar contra Grindelwald. En pos de evitar el ascenso al poder del villano de esta saga piden ayuda al hermano de Newt, Theseus (Callum Turner), al mago Yusuf Kama (William Nadylam), a la asistenta de Newt, Bunty (Victoria Yeates) y, cómo no, a Jacob Kowalski (Dan Fogler) quien no tenemos muy claro si aparece en la cinta para mantener la vis cómica dado que su justificación para salir en Animales Fantásticos: los secretos de Dumbledore es muy débil. Pero nos cayó muy bien en las otras dos entregas y todo el mundo está deseando ver sus interacciones con su antiguo amor Queenie Goldstein (Alison Sudol).
Animales fantásticos: los secretos de Dumbledore es una cinta que quiere apoyarse en sus intérpretes y la empatía de sus emociones, pero no les saca provecho. Un guion tirando a malo, una estructura narrativa rota, un montón de elementos de anteriores películas que aquí pasan por alto (véase Nagiri) y de la propia película actual (la varita de Jacob, el pacto de sangre, la habilidad de ver el futuro…) que resultan irrelevantes. Pese a que ya vamos entendiendo que la persecución de Grindelwald es algo que será constante durante todas las películas (me recuerda mucho a El Pirata Garrapata, persiguiendo a su amada Floripondia), lo mínimo que se debería ofrecer al público es una coherencia narrativa y visual que no nos haga pensar que estamos ante un montón de tramas inconclusas. Mi consejo a este respecto es que visionéis antes las otras dos películas de la saga porque aquí no se pararán a explicarte el porqué de cada personaje.
Posiblemente, lo más interesante (aunque traerá polémica) es la creación de ese mundo paralelo donde ocurren las batallas entre magos. Una solución tan original como práctica que me extraña que no se les ocurriera antes (inciso, ya lo hacía el manga X de las Clamp hace la pera). Es una pena que tenga que decir que se pasa el canon por el forro de las varitas y que hace más incongruente la película porque de veras que es una solución estupenda que justificaría el hecho de que los muggles no conocieran el mundo de los magos. Centrándonos en lo técnico, los efectos especiales y visuales reflejados en estas escenas ofrecen las estampas más bellas de la película y se completan con la aparición del castillo de Hogwarts, aunque no aparezca apenas nada más que el gran comedor.
Finalmente, los “secretos de Dumbledore” y los “Animales fantásticos” que dan título a la película parece que salen lo justo y necesario para justificar que se siga llamando así a la saga. Toda la trama se reduce a un plan que ejecutarán en unos pocos minutos y que te deja con la sensación de que han desaprovechado el metraje. Sin embargo, sigue teniendo esa magia relacionada con el universo de Harry Potter que la hace disfrutable en términos generales a pesar de los esfuerzos del director David Yates en perder adeptos. La química que tienen Jude Law y Mads Mikkelsen es bestial y hace muy creíble su historia. Posiblemente, yo hubiera preferido que se ahondara más en los traumas de Albus con la carga familiar que arrastra desde niño, pero cuando creaste una saga en la que el niño mágico se salva con el poder del amor de su madre, está más que justificado que pongas personajes cuyo “super poder” es el amor (véase Albus, Newt, Jacob, Queenie, Bunty) y hagas avanzar la trama en función de ello.
¿Mis conclusiones? Poca magia, escaso romance, politiqueo copiado, trama de siempre. Pasable como blockbuster, indefendible como superproducción, decepcionante para los fans.
Animales fantásticos: los secretos de Dumbledore
Destaca en:
- Las actuaciones de Jude Law y Mads Mikkelsen.
- Los efectos especiales y visuales.
- La creación del mundo mágico paralelo…
Podría mejorar:
- …pese a que no sea aceptable por no ser canon.
- La trama, inconexa y arbitraria.
- El guion, que desaprovecha a los actores.
- Se siente en exceso como una película de relleno.