Dicen de los grandes directores que podemos reconocer sus películas nada más verlas. Probablemente, es verdad, pero para mí se aplica prácticamente sólo a un director, que es Wes Anderson. La consecuencia es que ver el tráiler de Asteroid City (2023) y saber que voy a ir al cine en cuanto se estrene son un mismo hecho. Y eso que la última película escrita, dirigida y producida por mi querido director no ha resultado exactamente lo que me esperaba.
De primeras, te ofrece algo tan creativo y loco como lo que esperas. En 1955 los alumnos premiados en un concurso de ciencias y sus familias viajan a una ciudad ficticia del desierto de EEUU llamada Asteroid City, especializada en la observación de fenómenos astronómicos, para participar en un campamento de verano. Este tiene como plato fuerte no la entrega de los premios, sino la conmemoración del impacto de un meteorito sobre la Tierra.
Lo que parece una película retrofuturista se convierte rápidamente en un experimento que hacía mucho tiempo que no me ofrecía la gran pantalla, y menos de forma convincente. Estoy hablando del metacine. Bueno, metacine para nosotros, espectadores de la vida real, pero metateatro para los espectadores de la ficción, incluyendo posteriormente la obra de teatro dentro de una transmisión televisiva en blanco y negro en la que, ahí ya sí por fin, se explica el proceso creativo de dicha obra. Dicho de otra forma, Asteroid City es una obra de teatro, pero cobra más importancia la obra, como si de realidad se tratara, que lo que ocurre entre bambalinas, relegada esta última, como la magia que la ficción siempre ha pretendido y pretenderá, a algo totalmente secundario y que sólo cobrará importancia cuando la película así lo requiera.
¿Suena complicado? Un poco sí que lo es, pero en seguida te acostumbras. Lo importante no es tanto si Asteroid City es una apuesta complicada de entender o no, a si consigue su objetivo. Y ese sí que es más complicado tanto de explicar (a ver cómo salgo de este embrollo) como de entender (que como el esfuerzo lo tiene que hacer el emisor, pues estamos en las mismas, jeje).
El cine de Wes Anderson es muchas cosas. Tiene una dirección muy única, llena de primeros planos, detalles absurdamente precisos, personajes hieráticos, paletas de colores muy marcados, un uso de la simetría preciso y complejo, el barrido de cámara… en fin, ya hemos hablado en otros análisis de películas suyas de qué es lo que caracteriza a su cine (Moonrise Kingdom, El Gran Hotel Budapest…).
Una vez estás metido dentro de ese universo creado por Wes Anderson, llega la hora de ver si la película, esa que dura 104 minutos, cuya ficha técnica podemos narrar y de la que estamos hablando ahora en su conjunto, funciona. ¿Y funciona? Pues si puedo afirmar que esta es, por ahora, la película que menos me ha convencido de toda su filmografía es en parte por eso.
Tenemos de vuelta a todos los actores favoritos del director, y algunos nuevos.
Jason Schwartzman, Scarlett Johansson, Tom Hanks, Jeffrey Wright, Tilda Swinton, Bryan Cranston, Edward Norton, Adrien Brody, Liev Schreiber, Hope Davis, Stephen Park, Rupert Friend, Maya Hawke, Steve Carell (sustituyendo a Bill Murray, que pilló el Covid al principio del rodaje), Matt Dillon, Hong Chau, Willem Dafoe, Margot Robbie, Tony Revolori, Jake Ryan, Rita Wilson, Jarvis Cocker, Bob Balaban, Sophia Lillis y Jeff Goldblum (en un papel super especial).
La película dedica mucho tiempo a crear conexión entre sus personajes. Como pasa en casi todas sus películas, hay un protagonista, acompañado de un secundario que es casi su sombra (lo que hace que, en realidad, haya dos protagonistas), pero que quedan difuminados por el resto del elenco. En parte porque la intención es que haya un reparto coral y en parte porque los actores de los que se rodea siempre Anderson para sus películas son todos estrellas de primer nivel. Por muy poco que aparezcan en escena, hacen de sus apariciones algo grande y eso, unido al guion, ayudan a que las conexiones entre personajes sean rápidas, intensas y el espectador esté deseando saber más sobre ellos.
Pues cuando estás encantado con cómo están yendo las cosas viene este director y te echa un jarro de agua fría. Y se acaba la información sobre los personajes, se acaba la intimidad, la complicidad, y llega la metanarrativa. ¿Es malo esto? No. Pero de la misma manera que hay mucho mimo en que los personajes que intervienen en Asteroid City (como obra de teatro y metacine) te calen hondo, no hay tiempo de metraje suficiente para que ocurra lo mismo con todos los que están “detrás de las cámaras”. Tienes la sensación de que hay dos películas en una, y la primera te interesa (el director se ha molestado en ello), y la segunda no lo consigue, tanto por falta de tiempo, como por esa sensación de presuntuosa sinsustancia que nos transmite.
Por supuesto, eso convierte Asteroid City en una película NO para todos los públicos. Y es una cosa que a mí me encanta, estoy muy cansada de los blockbusters. Pero, aunque no fuera así, per sé, no me parece una mala cosa. De primeras, las películas de Anderson, con su depurada estética, su mezcla de géneros – comedia y drama en sus diferentes formas, predominando el slapstick y el humor casi negro – no son para todos los públicos. Que ahora dé un paso más (dos, si tenemos en cuenta La Crítica Francesa) proporcionándonos un argumento y ejecución más complejos… sólo lo considero la evolución lógica de un director que quiere superarse. Al fin y al cabo, Asteroid City ya es su película número 11.
Tampoco es que nos debiera pillar por sorpresa este intento de fundir géneros. Desde el minuto 1 nos lo viene diciendo, con esa Asteroid City que es, tanto literal, como figuradamente, un escenario teatral. Y dentro de ese mundo artificioso mete a todos aquellos seres humanos que son apartados, por una u otra razón, de la vida real. Todos ellos fiel reflejo de la sociedad perdida de finales de los años 50 del s. XX: la crisis existencial que rodeaba a los que vivieron la Guerra Fría. Fríos, rotos, solos, quizás algo esperanzados, necesitados de amor.
El resultado de todo esto es una película muy buena, pero que le falta ese punto que comentaba antes para ser brillante. Sin embargo, mi nota será más alta que las sensaciones satisfactorias que me produjo la película al salir del cine porque siempre voy a aplaudir el atrevimiento de un director por ofrecer algo nuevo. Y qué narices, que la rodó entera entre Chinchón y Colmenar de Oreja, a ver si va a resultar que Wes Anderson me ha traído extraterrestres a España y yo no lo voy a saber apreciar.
Asteroid City
Destaca en:
- Sigue siendo Wes Anderson en todo su esplendor.
- Su capacidad de arriesgar con la estructura narrativa y la dirección.
- El argumento, original y divertido.
- Fantástico uso del color.
- El guiño al Correcaminos.
Podría mejorar:
- La “segunda película” de la que os hablaba está muy desaprovechada.
- Hay cierta confusión mientras transita por el teatro, el metateatro, el cine y el metacine.
- Hay muchos buenos actores infrautilizados en la película.