BITELCHÚS BITELCHÚS: …¡Bitelchús!

Con Tim Burton cojo las cosas muy con pinzas. Tiene tantos fans como detractores, pero yo me mantengo en un limbo en el que hay películas que dirige que me parecen maravillosas y otras que son absolutamente terribles. Uno puede pensar que si en pleno 2024 te tropiezas con Bitelchús (ahora hablo de la original, la de 1988) te sentirás transportado a un mundo desfasado y casposo. Una época donde el cine de terror familiar representado en Bitelchús, con su humor negro, su casquería, su paleta de colores saturada y llena de contrastes y la presencia del ser de ficción estrella del momento, el fantasma, brillaban con luz propia… pero que generan la pregunta obvia: ¿funcionará una secuela 36 años después usando la misma fórmula?

Bitelchús Bitelchús (Beetjuice Beetjuice, 2024) podía haber sido un desastre. Aquellos que crecimos con la original podíamos tanto no estar interesados en más de lo mismo como renegar del factor nostalgia. O Tim Burton podía haber hecho una mamarrachada. O Alfred Gough y Miles Millar podrían no haber atinado con una buena historia. O se podrían haber alzado las voces de los padres ofendiditos por llevar a niños demasiado pequeños para esta época en la que vivimos a ver una película con la que ellos disfrutaron siendo enanos. Pero nada de eso ha pasado.

Una secuela con su propia historia.

Nos encontramos, en efecto, 36 años después de que Bitelchús (Michael Keaton) fuera contratado por un matrimonio de fantasmas para que echara a los nuevos propietarios de su casa, la familia Deetz. Ahora, la adolescente Lydia (Winona Ryder) es una médium famosa que presenta un programa de entrevistas sobrenatural con su novio Rory (Justin Theroux), mientras sigue atormentada con visiones del fantasma de Bitelchús. Cuando Delia (Catherine O’Hara) se entera de que su marido Charles ha muerto ambas van en busca de Astrid (Jenna Ortega), la hija renegada, para ofrecerle un entierro en Winter River.

Y ahí empieza la locura. Una trama que, contra todo pronóstico, tiene sus sorpresas, sus giros, su solidez argumental y todo el sabor de la primera película. Y ahí está la verdadera enjundia. Bitelchus Bitelchus podría haber caído en el tópico de ser sólo guiños y homenajes (que los hay), pero tiene valor como película independiente de la original, con su propio trasfondo y conflictos. Y esto lo consigue respetando profundamente tanto a los personajes originales (a ello ayuda también que la mayoría del elenco de la primera repite en la secuela) como a la esencia en general de Bitelchús. Así, repite maquillaje, caracterización, fotografía, diseño de producción extravagante, colores saturados y la mezcla de animación tradicional y efectos especiales.

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No soy muy amiga de ahondar en este último aspecto, pero en 1988 las técnicas de chroma key y stop-motion resultaron muy innovadoras. Su estilo visual era vanguardista y nos enamoró. Bitelchús Bitelchús, aunque no replica exactamente los mismos efectos especiales (los de ahora son algo más complejos y realistas), sí que consigue mantener ese toque retro. El resultado es la misma atmósfera vibrante, el ambiente onírico, los elementos surrealistas, los personajes caricaturescos y…. el toque Tim Burton.

Este toque suyo es obvio que se ve en la estética gótica y los elementos macabros y extravagantes. En general, todo el universo lleno de humor negro, contrastes de colores y personajes excéntricos (para mí, Bitelchús es tanto mi favorito como el que se lleva la palma en cuanto a histriónico) se repite, pero Burton tiene tiempo para explorar nuevos temas, no olvidándose de otra de sus señas de identidad: un poco de crítica social.

POR AQUÍ TODAS LAS PELÍCULAS DE TIM BURTON Y SUS ANÁLISIS

En Bitelchús se mofaba de la burocracia, de la muerte y de la vida en los suburbios. En la secuela evoluciona las relaciones madre-hija para buscar la comunicación entre generaciones y hablar de los retos de la maternidad. También aprovecha que los personajes son mayores para hablar del paso del tiempo que, irónicamente, afecta a la personalidad tanto de los vivos como de los muertos. En este sentido, Bitelchús experimenta una evolución, apremiada por la aparición del personaje de Delores (Mónica Bellucci).

Atentos a sus fallos.

No todo es oro en esta nueva película. No se puede negar que el film se siente caótico a veces, quizás por ser una historia menos lineal e incluir distintos arcos argumentales. Ello conlleva resoluciones a los conflictos que se sienten facilonas y muy rápidas. Así, los personajes de Arthur Conti y Mónica Bellucci están desaprovechados y sus arcos argumentales tienen poco peso. A ello no ayuda la presencia de grandes actores que hacen apenas cameos durante la película. La aparición de Willem Dafoe, Danny DeVito o Burn Gorman, aunque me encantan, sólo me hacen pensar que super estrellas de Hollywood deseaban actuar sí o sí en una secuela de Bitelchús y para eso han creado papeles para ellos.

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Y hay más cosas. El número musical no acaba de encajar porque la canción no está bien escogida, el personaje de Lydia no debería estar tan traumatizado (que estamos hablando de la emo, gótica, asocial Lydia, ¿por qué pasa de ser feliz rodeada de fantasmas a temblar ante la mención de Bitelchús?) y Bitelchús ha pasado de ser un cabrón con pintas a ser un tipo casi bueno (lo cual convierte a Lydia en una rompe promesas, ojo).

Bitelchús Bitelchús no será la secuela perfecta que esperaría todo el mundo, pero es divertida, con sus justas dosis de nostalgia, muy bien realizada y, honestamente, en esta época en la que no podemos ser irreverentes, la película mantiene su esencia mientras ofrece una historia nueva. A los detractores, les sugiero que no vayan a ver a Tim Burton porque se tragan todo de él, sino que vayan simplemente a ver la comedia familiar de terror que pocos se atreverían a día de hoy a hacer.

Bitelchús Bitelchús

7.2

NOTA

7.2/10

Destaca en:

  • Tiene su propia historia que contar.
  • Michael Keaton hace que los años nos pasen por Bitelchús.
  • Los efectos especiales y visuales nos transportan a la película original.
  • Es una película divertida y disfrutable.

Podría mejorar:

  • Algunos personajes están desaprovechados.
  • Algunas tramas daban más de sí.
  • El número musical no tiene bien escogida la canción.
  • La resolución de los conflictos es demasiado rápida.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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