Devolverle la vida a un clásico nunca es tarea fácil, no sólo por la infinita presión ejercida por medios y fans por igual, sino por el papelón que supone adaptar a nuestros tiempos una película estrenada hace más de 30 años y además vivir para contarlo. Por eso me resulta imposible no alabar el soberbio trabajo realizado por el director Denis Villeneuve (La llegada) a la hora de resucitar una leyenda como Blade Runner sin destrozar por completo el legado de la franquicia y aportando además su pequeño grano de arena a ese oscuro y apasionante universo dominado por hologramas, cultivos de proteínas y, como no, replicantes.
Ahora bien, ¿qué demonios es Blade Runner 2049? ¿Es un remake? ¿Un reboot? ¿Una secuela? Y lo más importante ¿consigue distanciarse de la larga sombra de la cinta original y tener valor por sí misma o se acaba quedando en un simple regreso anecdótico sin más razón de ser que la de recaudar unos cuantos millones en taquilla?
Blade Runner 2049 se trata de una secuela directa de la película original, retomando la historia 30 años después del final de Blade Runner y devolviéndonos a un mundo todavía más oscuro y desesperanzador que la quejumbrosa ciudad de Los Ángeles que pudimos conocer junto a Deckard (Harrison Ford, veterano en esto de volver a los clásicos). Esta vez, la trama nos cuenta la historia del oficial “K” (Ryan Gosling) un Blade Runner al servicio del departamento de policía de Los Ángeles que, al igual que sus predecesores, se encarga de localizar y”retirar” a ciertos modelos de replicantes fugitivos. Sin embargo, las cosas se complican para K cuando, tras la resolución de un caso, descubre algo aparentemente imposible capaz de perturbar por completo el delicado orden social de su mundo en decadencia, situándolo en el medio de un complicado complot en el que nada puede darse por sentado.
Los replicantes, para los que no lo sepais, son entidades artificiales que, tal y como su nombre indica, replican la condición humana hasta tal punto que resulta prácticamente imposible distinguirlos de un homo sapiens “normal” (al menos a simple vista), lo que supone un verdadero problema cuando algunos modelos deciden abandonar su condición de esclavos para fugarse y vivir en libertad, lejos de los caprichos de sus crueles creadores. Y precisamente ahí es donde entran los Blade Runners, agentes de policía especializados en localizar, desenmascarar y exterminar a los replicantes que decidan que quieren algo mejor que una vida de servidumbre.
Los viejos temas no sólo se replican
Así, de nuevo nos encontramos con una trama lenta y sesuda que si bien es mucho más simple de lo que aparenta, se apoya en un fuerte simbolismo y en determinadas ideas filosóficas para conseguir un aura reflexiva y trascendente, planteando preguntas complejas para luego responderlas de forma vaga y poco específica, invitando así a la reflexión del espectador de forma verdaderamente efectiva .
[amazon_link asins=’B0053C9RNG’ Blade Runner template=’ProductLink’ store=’generacionfri-21′ marketplace=’ES’ link_id=’4082a356-af7f-11e7-bfac-35d4340512bf’] [amazon_link asins=’B0053C9RNG’ text=’blade runner’ template=’ProductLink’ store=’generacionfri-21′ marketplace=’ES’ link_id=’4082a356-af7f-11e7-bfac-35d4340512bf’]En este sentido, se puede decir que Blade Runner 2049 sigue muy de cerca los pasos de la obra original sin caer en la tentación de transformarse en un simple viaje de nostalgia. Estamos ante una película que sabe muy bien lo que quiere conseguir y cuándo (y cuándo no) rendir homenaje a la mítica cinta de Ridley Scott. De esta forma, resulta algo complicado clasificar la película protagonizada por Ryan Gosling como un producto independiente y, si bien tiene valor por sí misma y puede ser disfrutada sin conocer la obra original, tiene mucho más sentido, y funciona mucho mejor, si es entendida como una ampliación de la película de 1982 en lugar de como una secuela al uso.
Y digo ampliación porque Blade Runner 2049 consigue expandir (que no revolucionar) muchas de las ideas y conceptos que ya vimos hace 30 años. De nuevo están presentes los temas de la inteligencia artificial, la naturaleza humana, la búsqueda de identidad y, en menor medida, los estratos sociales, y de nuevo se nos presentan de forma oscura y simbólica a través de los replicantes y su integración en la sociedad; pero en lugar de quedarse ahí y hablar de los mismos, la nueva película decide evolucionar y hacer avanzar estos temas de forma verdaderamente efectiva, presentando a un nuevo modelo de replicantes que no se rebelan ni cuestionan su posición en la sociedad y añadiendo ideas como la alienación o la lucha de clases a la fórmula. No os confundáis, no es que estos conceptos no estuviesen presentes en la película original, pero Blade Runner 2049 consigue aportar una nueva dimensión a todo el asunto, consiguiendo de nuevo un batiburrillo de ideas y conceptos que suponen el alma de la película y que funcionan en perfecta sinergia con la historia que se nos narra.
Otra cosa que la cinta hace estupendamente es ampliar el universo Blade Runner que tan bien supo predecir hace 30 años la llegada de tecnologías como videollamadas o comandos de interacción por voz, y que esta vez hace lo mismo con invenciones como hologramas, implantes artificiales o casas inteligentes, introduciendo conceptos tecnológicos que, muy posiblemente, podamos experimentar en un futuro no muy lejano y que, al igual que en la película, irán de la mano con problemas como la sobrepoblación o la contaminación extrema.
Algunos errores sí que se replican
Ahora bien, si bien todas estas ideas funcionan a la perfección y están perfectamente integradas en la trama, no podemos decir que Blade Runner 2049 sea una película exenta de errores, y a pesar de que la historia resulta interesantísima y cuenta con algunas escenas verdaderamente memorables, su planteamiento es algo difuso, generando una importante sensación de falta de dirección en ciertos momentos del guion, lo que, sumado a su ritmo lento y reflexivo y a su inabarcable duración de 2 horas y 43 minutos, puede hacer que la película se vuelva extremadamente densa y pesada para los espectadores más impacientes, con muy poquitas escenas de acción para aliviar la carga que suponen sus sesudos diálogos y con algunas escenas que, muy probablemente, se podrían haber recortado sin alterar demasiado el producto final.
En cuanto al aspecto técnico, podemos decir que Blade Runner 2049 es una obra de calidad incuestionable, con una fotografía que, probablemente, sea lo mejor de este año y con uso de planos casi perfecto al que no se le puede reprochar absolutamente nada. Vuelven los tonos oscuros y opresivos de la decadente ciudad de Los Ángeles, dominada por hologramas y anuncios publicitarios y transformada en todo un monumento a la oscuridad que ha envuelto a una sociedad desprovista de alma. A este particular “bioma” se le suman otros nuevos en los que los colores predominantes cambian por completo (naranja en lugar de negro por ejemplo) o en los que se apuesta por jugar con las luces y las sombras de forma dinámica y muy interesante.
La música, por otra parte, coge toda su inspiración de la música compuesta por Vangelis para la primera película, resultando tan efectiva como continuista y echándose en falta más temas destacados que aporten algo más de identidad a todo el conjunto.
Las interpretaciones se encuentran también a un gran nivel, destacando las de Ryan Gosling y Ana de Armas, que nos regala una interpretación excelente y que, junto a Gosling, protagoniza una de las mejores escenas de la película. El único que no me acabó de convencer es el personaje de Jared Leto que, como (casi) siempre, nos regala una interpretación a la altura de la circunstancias, pero no acaba de ser totalmente aprovechado en el film.
Al final, Blade Runner 2049 se perfila como una película excelente que ningún fan de la ciencia ficción o de la cinta original debería perderse, demostrando que se puede resucitar un clásico manteniendo su esencia pero sin caer por ello en el homenaje desmedido, volviendo a tratar temas que son incluso más relevantes hoy en día de lo que lo eran hace 30 años y contando con un apartado técnico y un trabajo de casting verdaderamente destacables. Lástima que su excesiva duración y su ocasional falta de dirección consigan empañar ligeramente el resultado final, porque de no ser así podríamos estar hablando de una verdadera obra maestra.
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Destaca en:
- La trama, sin ser nada del otro mundo, está bien contada y es satisfactoria
- Los temas que trata y como lo hace
- Visualmente es perfecta
- La interpretación de Ana de Armas
- Encaja a la perfección con la original
Podría mejorar:
- La duración es excesiva
- Ausencia de una dirección clara en ciertos momentos de la trama
- El personaje de Jared Leto está desaprovechado
Un comentario
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