Nos hemos acostumbrado ya al Clint Eastwood intimista. La gente dice que es porque a su edad ya no tiene fuelle, pero, aunque sí que estoy de acuerdo en que la edad es el factor decisivo, creo que es simplemente una cuestión de madurez. Con esto no quiero decir que la filmografía de Easwood esté plagada de trivialidades, sino que, cuando uno ha pasado por todas las facetas por la que puede pasar un actor (director, productor, músico, guionista) uno hace lo que quiere con sus películas y se deja atraer por guiones que a veces sólo uno mismo entiende por qué quiere convertirlos en películas. Cry Macho (2021) es una de ellas.
Cry Macho es una adaptación de una novela del mismo nombre de Nathan Nash de 1975 en la que Mike Milo (Clint Eastwood) una ex-estrella del rodeo americano, alcohólica y envejecida devuelve un favor buscando a Rafo (Eduardo Minett), el hijo de su antiguo jefe en México y trayéndolo de vuelta. Durante su road movie tanto Mike como Rafo se cuestionan los valores que los han hecho convertirse en lo que son, siendo cada uno de épocas diferentes.
Lo más curioso de este guion es que lleva casi cuatro décadas dando vueltas por Hollywood sin que llegara a ver nunca la luz. El propio Eastwood lo rechazó en 1988 para volver a interpretar a Harry El Sucio en la famosa saga policíaca. De alguna manera, el que un adulto Clint Eastwood rechazara un proyecto para volver a aceptarlo más de treinta años después confirma mi primera afirmación de que este actor se sintió ya preparado para interpretar este papel, más intimista, más vulnerable, más escarmentado, viejo y sabio. Un papel al que el icono masculino del cine, ese atractivo y rebelde Clint Easwood interpretando papeles en wésterns como rudo pistolero (El Hombre sin Nombre), o como policía de tácticas dudosas (Harry el Sucio) o como soldado malhablado e hiperamericano (El sargento de hierro).
Todas esas películas eran perfectas para ese macho americano lleno de testosterona y amor por la bandera. Alguien a quien su masculinidad, su seguridad en sí mismo y sus recios valores lo convierten en alguien honorable, alguien de fiar, alguien que “hizo lo que tenía que hacer”.
Y ese Clint Eastwood que ha pasado brillantemente por la gran pantalla cosechando premios, codeándose con los más grandes y dejándonos grandes películas que todos adoramos, se sienta cansado en el porche de su casa mientras piensa en si habrá valido la pena todo ese esfuerzo, toda esa carga que ha tenido que soportar para ser el hombre que todo el mundo esperaba que fuera. Y es entonces cuando hace Cry Macho y se cuestiona toda su carrera, sus valores y su papel como hombre en la sociedad en la que vive.
Sin embargo, no es una película que hable de derrota. Mike Milo está en el ocaso de su vida, pero un nuevo reto se le pone delante e intentando hacer justicia a los valores con los cuáles creció, a esa lealtad y sentido de la amistad y la justicia, se pone en camino para encontrarse con un muchacho que podría ser un fiel reflejo de cómo era él de joven y cómo entendía que debían ser los hombres.
Lo interesante es que no hay necesidad de grandes puestas en escena que demuestren el machismo obsoleto frente a unos nuevos ideales; simplemente buenas conversaciones entre Mike y Rafo acerca de la masculinidad, el machismo, los héroes anónimos, la importancia de la familia, rodeados de elementos que reafirman sus ideas, todo concretado en Macho, el gallo de Rafo.
El gallo Macho es lo único que tiene Rafo en su vida. La familia le ha fallado, no sabe en quién puede confiar y quién se quedará a su lado en lo bueno y lo malo. Macho representa para él tanto un amigo como un ideal a seguir. Ese gallo de pelea que no se achanta ante nadie y que es respetado porque siempre sale vencedor. En la mente de Rafo el éxito está ligado al dinero y el poder a la violencia. Es a través de un viejo vaquero y un puñado de mujeres donde aprende a dejar de lado los prejuicios para abrazar un nuevo significado de las palabras hombre y macho.
Cry Macho es una película que se ha hecho en el momento adecuado. Pausada, a veces contemplativa, con un tempo que nos recuerda a las últimas películas interpretadas por Eastwood como The Mule o Gran Torino. En el ocaso de la vida de un hombre, tanto él como su carrera son cuestionadas, puestas en una balanza y sopesadas. Hemos tenido suerte de que Clint Eastwood rechazara interpretarla en 1988, tenemos a un actor que ahora mismo tiene mucho más que aportar a su personaje.