Efectivamente es una comedia que aparece cuando menos te lo esperas. En esta época en la que poco puedes esperar de estas películas, de vez en cuando sale alguna como esta, sí, género comedia romántica, que te hace recuperar ¿por qué no? la magia en un amor normal y corriente, del que puede sucederte a ti o a mí.
Sencillamente Cuando menos te lo esperas (Something’s Gotta Give, 2003) es una de esas películas que se sale de lo ordinario gracias a varios factores muy bien hilados. Un sólido guión, unos estupendos actores como sólo pueden ser Jack Nicholson y Diane Keaton, humor sencillo y original, y las dosis correctas de picardía, ternura y moraleja.
Como decía, el guión es sencillo, y por ello mismo brillante. Harry Sanborn, acaudalado empresario y solterón empedernido, gusta de ligar con chicas a las que supera por varias décadas en edad. Tras sufrir un accidente en la casa de su última conquista (Amanda Peet) se ve obligado a guardar reposo, siendo cuidado por su madre, Erica Barry (Diane Keaton), una exitosa escritora divorciada. La relación entre ambos pasa del disgusto que ambos sienten por la forma de vida del otro, hasta la amistad, el respeto y la admiración. Cuando ambos se separan para seguir sus vidas se dan cuenta de lo que significó el otro y cómo su vida se ha visto alterada.
Lo interesante de esta película no es precisamente que ambos se enamoren, lo cual era obvio que iba a pasar, sino el tipo de transformación que sufren, no sólo ellos, sino también el resto de personajes. A través de las conversaciones (atención a la hermana de Erica, Zoe, interpretada por Frances McDormand, siempre metiendo el dedo en la llaga. Ella, con sus ideas, trastoca todos los argumentos a favor y en contra de las conductas de los protagonistas) conoceremos una nueva forma de enfrentarnos a las situaciones, y es por medio de la verdad, por dura o incómoda que pueda resultar. A veces, de hecho, resulta que es adorable, y por ello se hace insoportable.
Lo mejor de la película es el ritmo que le impregnan Jack y Diane, y lo peor, sin duda, es la actuación de Keanu Reeves. No es una sorpresa para mí que sea una decepción, pero ya de por sí la relación entre Erica Barry y el joven doctor resultaba rara, artificial, como para que una actuación mediocre nos la terminara de fastidiar.
Antes os hablaba de las moralejas que encerraba “Cuando menos te lo esperas”; no voy a spoilearlas, pero sí señalar que el paso de la adolescencia a la madurez no tiene porqué darse a una edad “temprana”, sino que es una maleta que nos acompaña toda la vida. Traumas, prejuicios y problemas son solucionados por medio de la madurez y, por supuesto, el amor. Todos los personajes tienen miedo a algo, y generalmente tiene que ver con aceptarse a uno mismo o superar las barreras que implican ser cómo eres. Puesto que todos podemos vernos reflejados en aquello de aceptar los cambios o enfrentarnos a situaciones que, por cómodas, no afrontamos, recomiendo a todos que vean “Cuando menos te lo esperas“.
(7 / 10)
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