Cuerpos especiales (2013) es una peli al más puro estilo de las de los 90, sólo que con mujeres. Dos policías que son como el día y la noche deberán comportarse como el café con la leche y trabajar juntas.
Pero juntas no significa en armonía así que nos encontramos a una prepotente y bien pagada de sí misma Sandra Bullock en el papel de Sarah Ashburn, agente del FBI; y una rebelde y maleducada Melissa McCarthy como la policía de calle Shannon Mullins.
Juntas tendrán que seguir el rastro de delincuentes y camellos de poca monta para atrapar a un narcotraficante que, además de ser anónimo, parece decidido a hacerles la vida imposible a ellas y a sus familias, interpretadas por secundarios de lujo como Jane Curtin, o Michael Rapaport.
Los nostálgicos del cine de los 90 se sentirán muy a gusto con la película. Realmente no es ninguna maravilla del género policíaco, y se basa demasiado en los estereotipos; pero el rollito de aprender a resolver sus diferencias, admitir las cualidades de la otra y sobre todo, comportarse como un equipo da como resultado muchas risas y situaciones locas que serán del agrado de todos.
Es notable el feeling que se traen las dos actrices. Si me hubieran pedido mi opinión, no habría apostado nunca por este dúo, así como sí lo he hecho en otras ocasiones, pero es la segunda vez que Bullock me sorprende con una actuación este año además de que ya tiene experiencia en el género con Miss Agente Especial y con Demolition Man; y ya tuve ocasión de ver el magnetismo de McCarthy en la gran pantalla con La boda de mi mejor amiga, así que el resultado es refrescante porque realmente resulta una comedia, con diálogos bien construidos y escenas dignas de Tarantino cuando aún no había desarrollado el gusto por lo macabro. Escenas sórdidas sin caer en la vulgaridad, sólo con un toque de vergüenza ajena.
Desde luego, al tratarse del género femenino el director, Paul Feig, y sus guionistas no pueden resistir la tentación de hacer algo de apología del feminismo; pero por una vez, se trata de una forma bastante cuerda y para nada ofensiva que pasa sutilmente por la película sin que a nadie agravie.
Con respecto al título, por una vez , la traducción (aunque sigue siendo como a alguien le dio la gana), resulta más apropiada que el original, que es The Heat, que sencillamente es absurdo.
Concluyendo, a nadie le sienta mal una comedia de enredos, y más cuando Sandra Bullock deja en paz sus romanticismos y se centra en hacernos reír, (que mira que tiene que esforzarse para que Melissa McCarthy no la eclipse); así que podéis acudir al cine sin miedo porque pasaréis un buen rato y os llevaréis unas cuantas sorpresas, si no por el argumento, sí por la ejecución.
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