Películas icónicas de la época de los 90 tenemos unas cuantas. En general, todas las protagonizadas por nuestros héroes masculinos del cine, ya fueran más o menos cachas, encabezados por Schwarzenegger, seguidos por Stallone y que admitían nombres como Mel Gibson, Harrison Ford y, por supuesto, Bruce Willis, en cualquier película del género. Y el género al que nos referimos era el de acción. Fantásticas películas de acción llenas de testosterona y one liners que nos enseñaron a disfrutar de cine palomitero como sólo esa época dorada supieron hacer. Ahora hemos crecido y hemos tenido que esperar a que Jason Stathman o The Rock hicieran su aparición para disfrutar de un cine parecido que combinaba humor por peleas increíbles para querer rememorar nuestras películas de la adolescencia y volver a disfrutar de joyitas como Demolition Man (1993), película dirigida por Marco Brambilla, que quiero analizar hoy.
Y digo disfrutar porque, al contrario que otras muchas de su género y época, Demolition Man ha envejecido muy bien cosa que, siendo de ciencia ficción, resultaba más complicado aún. Podéis respirar en ese sentido tranquilos porque, si existe un problema dentro de nuestro cine de acción favorito del pasado, es el miedo a revisionarlo y darte cuenta de que ni los efectos especiales eran tan buenos, ni las peleas tan convincentes, ni protagonista y antagonista tenían química. Y todo eso en una película que incluye la presencia de Sandra Bullock, ojo, que auguraba con eso un desastre en toda regla.
Para aquellos que tienen más en memoria a Keanu Reeves y su saga de John Wick que a Sylvester Stallone con Rambo y Rocky, les costará entender el cariño con el que nosotros hablamos de películas como El último gran héroe o Arma letal; sin embargo, el argumento de Demolition man sigue vigente en nuestras mentes con tanta claridad como el nombre de sus protagonistas: el policía John Spartan (Sylvester Stallone) es condenado a un montón de años de criogenización junto a su archienemigo Simon Fénix (Wesley Snipes), para despertar ambos en un futuro en el que la sociedad se ha amariconado ha evolucionado hacia una era de paz, prosperidad y restricciones en casi todas las áreas de la vida. Simon pronto siembra el caos y es perseguido por John que contará con la ayuda de los policías Lenina Huxley (Sandra Bullock) y Zachary Lamb (Bill Cobbs).
El cine de antes, tan lleno de clichés y con un cierto aire macarrilla, nos dejó frases maravillosas para gloria de la cultura pop y muchas fueron obra de Demolition Man: “¿Cómo demonios se usan las tres conchas” o “Multa de un crédito por violación del estatuto de moralidad urbano” compiten con “Propicios días, ¿algún quebranto?” y la inmortal “Simon dice muere”. Tan icónicas como el “No siento las piernas” de Acorralado o “Yipi ka yei, hijo de puta” de Jungla de Cristal.
Con esto no quiero decir que la película estuviese basada íntegramente en one liners como estos, pero sin duda un diálogo no estaba completo si no existían frases que tú pudieras repetir al salir del cine con tus amigos. Es posible que el cine de entonces fuera insustancial, pero lo era de una forma completamente diferente al de ahora, donde las películas son insustanciales por completo, sin frases memorables que recordar, ni diálogos, ni moralejas, ni el bien venciendo al mal.
La ausencia de libre albedrío, la programación desde el nacimiento y otras lindezas.
Y ojo, que Demolition Man no es en absoluto la clásica película de un hombre contra todos, o el bueno metido en embrollos que no había pedido. La sociedad del año 2032 es próspera, pacífica y está basada en el bien común y en la reinserción total de los reclusos (sí, aunque sea insertándoles habilidades a capón en el cerebro). Cree en las segundas oportunidades y en la mejora continua. Y, aun así, la sociedad carece de libertad de pensamiento individual real y las restricciones que veíamos en pantalla eran tan exageradas que nos reíamos de ellas. Para aquellos que visionamos en su momento la película fue un shock comprobar que existía una ambigüedad. Estábamos acostumbrados al orden, caos y vuelta al orden. En este caso Demolition Man nos presentaba un orden, un caos y un nuevo orden caótico. La película terminaba planteándote que tenías libertad para actuar y ¿qué harías con esa nueva responsabilidad?
Sin duda una buena reflexión para los años venideros en los que tantas veces hemos alabado el cine que tenía algo más que ofrecernos que diversión hueca, sin por ello hacer creer a nadie que Demolition Man pretendiera ofrecernos algo tan sesudo como la novela en la que estaba inspirada, la controvertida y genial Un mundo feliz de Aldous Huxley.
En general, volvemos a visionar este film y disfrutamos con sus diálogos, su ritmo, su mezcla de retro y futurismo, con la acción de Stallone y Snipes mientras seguimos dándole vueltas año tras año al mismo debate, ¿cómo se usarían las tres conchas?
Demolition Man
Destaca en:
- Envejece muy bien.
- Su mezcla de humor y acción funcionan de maravilla.
- La sociedad utópica sólo estaba inspirada en Un mundo feliz, no basada completamente, si no, no habría existido ambigüedad ni conflicto.
Podría mejorar:
- Si la ves ahora por primera vez es posible que no entiendas el cariño con que la vemos los demás.
- ¿A nadie le parece un poco premonitoria la película?
- Quien no entienda la nota es que no entiende mis sentimientos.
Un comentario
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