Es incluso hasta osado a día de hoy una comedia de esta índole, pero creo que casi es necesario dado el tenso ambiente en el que vivimos. Hasta he pensado que, la “raza” que se ofenda, será la gran perdedora en esta peli que sólo quiere demostrar mediante el humor inofensivo, que a fin de cuentas, todos los que estamos sobre el planeta Tierra somos personas y, fuera de que sean buenas personas, con buenos valores, no se debe tener más prejuicios.
“Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?” narra la desalentadora situación que viven unos padres conservadores (Christian Clavier y Chantal Lauby) que, año tras año, ven como sus adorables hijas van casándose con hombres de culturas y religiones muy diferentes a la suya. Chinos, árabes, judíos, ninguno parece encajar con su prototipo de yerno perfecto: europeo y católico. (aunque sí en el mío: son tres sexys yernos sin aparentes vicios turbios). El conflicto parece estar siempre a la orden del día en la creciente familia hasta que la cuarta hija (Élodie Fontan) se promete con su novio (Charles Koffi). Los padres están muy ilusionados puesto que es católico, hasta que le conocen y descubren que es negro.
Continuamente los tópicos y los temas controvertidos para la mayor parte de la sociedad se suceden de una forma humorística y dan pie a situaciones resueltas de manera brillante. Philippe de Chauveron y Guy Laurent, los guionistas de esta destornillante y divertida comedia han sabido tocar todos los palos con una maestría que todos nos sentiremos identificados, y sólo el que sea obtuso de mente se ofenderá. Lo que el espectador se va a encontrar es una caricatura social, fruto de la globalización en la que estamos inmersos. Cierto es que hacen falta muchas generaciones para que los tópicos se dispersen, y las mentes se abran, pero aceptar a día de hoy una sátira tan burlesca es el primer paso para la aceptación de las culturas. Ciertamente, el mejor ámbito en el que uno demuestra ser una persona de mundo, tolerante, y que sólo ve personas y no razas, es en la unión mediante el matrimonio con alguien que, tradicionalmente, se supone que no tiene nada que ver contigo. ¡Y lo gracioso es que en la peli los yernos tampoco es que sean muy ortodoxos con sus religiones!
Sé que muchos se sentirán ofendidos con los estereotipos que presenta la película (allá ellos, yo no fui a verla de forma belicista intentando ver a quién pegaba por ofenderme, de la misma forma que no lo hice con “8 apellidos vascos“, que trataba temas también candentes). Y no me refiero al chino bueno con los negocios o al negro susceptible con el que se meta con su piel. Voy más allá, tratando de ver en el padre al típico gritón irascible, y a la madre llorona que sólo quiere que todo sea armonía, al coste de lo que sea. Sólo habría querido que las hijas no fueran personajes tan planos y tuvieran un poco de trozo en el corte del bacalao. Exitosas, buenorras y siempre conciliadoras; su papel en algunos momentos cumbre de “ Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?” habría tenido más sentido si hubieran abordado los problemas de otra forma. Por el contrario, sus maridos, (Fréderic Chau, Medi Sadoun y Ary Abittan) hacen papeles geniales, sobre todo cuando intentan complacer a sus esposas y caer bien a sus suegros.
Personalmente, no sé si veo el toque francés en esta película, como sí que se lo ví en “Intocable“, pero creo que puesto que hay pocos países sin inmigración, son nuestros pensamientos y no nuestro lenguaje y costumbres las que deben cambiar. El respeto a una persona que no toma kosher se demuestra poniéndole en la mesa algo que pueda comer, pero sin que por ello pensemos que es diferente a nosotros, simplemente, no toma kosher. Por ello, además de comedia, y de las buenas, deberemos encontrar en “ Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?” un compromiso social con el tema de la tolerancia como foco principal. Por supuesto, hay otros focos menores que apuntan con suave luz, (porque es imposible ahondar en todo), hacia otros prejuicios: el arte moderno, la psicología, las terapias alternativas para combatir el estrés, y muchas otras. No es un humor sutil, pero es divertido a rabiar (al contrario que esta crítica, que curiosamente, a pesar de ser una comedia, me está saliendo super seria). ¿Qué podría haber ahondado más en temas como el racismo, la inmigración, las costumbres religiosas y demás? pues sí, se mantiene siempre en una educada línea (rozando la comedia comercial) en la que, después de soltar el chiste controvertido, alguien tiene que seguir hablando en la escena, así que no hay ni tiempo para ofenderse. Total, te perderías otro chiste, y el único dañado serías tú.
(7,5 / 10)