Tengo que reconocer que las películas de terror no son mi fuerte, nunca me han llamado la atención (será por el miedo a pensar que pueda haber alguna criatura escalofriante debajo de mi cama), pero como todo en esta vida, hay excepciones. Y “Drácula, de Bram Stoker” (1992), se trata de una de ellas. La primera vez que la vi (después de muchas insistencias), hace aproximadamente dos años, quedé mucho más que enamorada. La cinta, está basada en la obra homónima de Bram Stoker y dirigida por el gran Francis Ford Coppola. Columbia Pictures, la productora, parecía tener claro que la película iba a triunfar y que se iba a convertir en un icono del cine, ya que contó con un presupuesto de nada más y nada menos que cincuenta millones de dólares. Vamos, una inversión en toda regla para aquellos tiempos.
En un oscuro siglo XIX, el recién licenciado en derecho, Jonathan Harker (Keanu Reeves), debe hacer un viaje a Transilvania, para que el Conde Drácula (Gary Oldman), el adquisidor de unas propiedades en el lluvioso Londres de la época, firme unos papeles. La joven promesa de los abogados, deja a Mina (Winona Ryder), su futura esposa, en tierras inglesas posponiendo hasta su regreso la boda de la pareja. Lo que Jonathan no esperaba de su travesía es que el Conde Drácula, tuviese numerosos secretos que esconder, por ejemplo, el de ser un vampiro con multitud de poderes sobrenaturales, capaz de controlar a los animales y la mente de las personas (nada, un secretillo como cualquier otro, vamos).
Tanto es así, que para llevar a cabo su macabro plan de hacer que Mina se enamore de él, como en siglos pasados lo estuvo su mujer Elisabeta (interpretada también por Winona Ryder), intenta convertir en vampiro a la mejor amiga de ésta, Lucy (Sadie Frost), una joven de la alta sociedad londinense. Para procurar que Drácula no culmine su objetivo, conseguir el amor de Mina, Jonathan, el Profesor Abraham Van Helsing (Anthony Hopkins), el doctor Jack Seward (Richard E. Grant), Sir Arthur Holmwood (Cary Elwes), y Quincey P.Morris (Billy Campbell), todos amigos de Lucy y Mina, unirán sus fuerzas e ingenio para hacer frente al malvado Conde Drácula.
“Drácula, de Bram Stoker”, es una maravilla de principio a fin. Muchos consideran que no es una película de terror, y los que lo piensan, puede que tengan razón, pero yo no he visto cinta en la que se mezcle tan increíblemente bien elementos sobrenaturales con el más intimista de los romanticismos (bueno, los vampiros siempre han estado rodeados de ese aura romántica, ¿verdad?). La película cuenta con un más que sobresaliente maquillaje, vestuario y ambientación. Desde los vestidos de época de Mina y Lucy hasta la caracterización de Gary Oldman como Drácula, todo está cuidado para nuestra inmersión en la historia.
Otro aspecto a destacar de la cinta, es el juego de luces y sombras que en toda la historia está presente. Sobre todo en las apariciones del Conde Drácula en el Castillo y en sus conversaciones con el joven Jonathan; sin duda alguna fue un estupendo trabajo que ayudó a recrear lo que esperamos de una película de este género. Algo que me llamó la atención es que, a pesar de que el hogar de el Conde parezca macabro y terrorífico, a mí me dio la sensación de ser íntimo y acogedor (hombre…no tan íntimo y acogedor para ir a visitarlo…que luego nunca se sabe…). Sólo sé, y creo que también vosotros lo sentiréis, transmite unas sensaciones un poco extrañas, esas sensaciones que, desgraciadamente, ya no se ven tanto en las películas de terror fantásticas.
Y si hablamos de las interpretaciones, los actores principales, no podían estar más brillantes en todas sus facetas. Un espléndido y polifacético Gary Oldman, nos envuelve, con el que es uno de sus mejores trabajos hasta el momento. Winona Ryder, nos regala una profunda belleza y sensibilidad, Keanu Reeves (que por cierto, parece que no han pasado los años por él), nos inspira (sí, por una vez, nos inspira) una tranquilidad y templanza impropia de casos tan peligrosos como este. Vamos, si estás alojado en el lúgubre castillo de un hombre que te quiere dejar sin una gota de sangre y llevarse a tu mujer, yo me acojonaría, y el imponente Anthony Hopkins, siempre ofreciendo fabulosas interpretaciones, esta vez en la piel del profesor Van Helsing. Evidentemente, las interpretaciones secundarias también son magníficas, como por ejemplo, la que hace Sadie Frost de la bella Lucy, que desde un principio, a mí me conquistó. Y ¿sabéis quién es una de las concubinas del Conde Drácula? pues sí, Mónica Bellucci. Estos condes viciosos…
Como era de esperar, una película de tales expectativas, debía ir acompañada de una gran banda sonora. Y así fue, compuesta por Wojciech Kilar, excepto el último tema de la cinta llamado “Canción de amor para un vampiro” (sí, no es coña), que lo compuso la famosa cantautora británica Annie Lennox. Sin duda alguna, una banda sonora la mar de apropiada para la película, dándole esos perfectos toques de ansiedad, terror, intimidad y romanticismo. Unas canciones que sin duda, hacen que te revuelvas en la silla en las escenas de miedo y que suspires en las escenas de amor y erotismo.
Aunque el género de terror intentaba volver a la moda en los años noventa, (la prueba más clara es que dos años más tarde se estrenó la maravillosa “Entrevista con el vampiro”) nadie esperaba que “Drácula, de Bram Stoker”, fuese nominada a los Oscar. Pero no se conformó con ser nominada, la película consiguió llevarse a casa los premios al Mejor diseño de Vestuario, Mejor Maquillaje y Mejor Edición de Sonido. ¿Merecidos los tres? Por supuesto que sí, ¿o es que acaso no os habéis fijado bien en la caracterización de Gary Oldman y en los magníficos vestidos de la preciosa Winona Ryder? Simplemente espectacular.
#DráculaDeBramStoker mezcla a la perfección la dosis adecuada de terror, erotismo y romanticismo Clic para tuitearCuando ves “Drácula, de Bram Stoker”, lejos quedan los vampiros que brillan a luz del sol (ni siquiera voy a poner el nombre para no darle más publicidad al film), o que utilizan anillos para no convertirse en chamusquina como en “Los Originales”. O incluso, te olvidas de películas que parecían ser un éxito en taquilla como “Drácula: la leyenda jamás contada”, y que luego pasan ni pena ni gloria. Sin duda alguna, “Drácula, de Bram Stoker”, va mucho más allá de eso. La película consigue mezclar a la perfección la dosis adecuada de terror, erotismo y romanticismo, dejando bien claro que el amor, la pasión y el miedo, pueden vivir en armonía e ir juntos de la mano. Pero no os confundáis, que haya disfrutado con “Drácula, de Bram Stoker”, no quiere decir que vaya a ver otras. Estoy convencida que ni la mismísima cara de Gary Oldman en la cinta puede hacer posible que quiera volver a temblar arropada a mi mantita. ¡Otra vez será!
(8,7 / 10)
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