Cuando te duelen los músculos de la boca de reírte no te queda más remedio que aceptar que si entraste a ver El Gran Hotel Budapest con una pizca de escepticismo (¿cuántas veces en una peli todos los gags están sólo en el trailer?) esta película te sorprenderá por su frescura, ingenio y original puesta en escena.
La película parece concebida para ser una obra de teatro, y el argumento te confirma que nos encontramos no sólo ante una obra de teatro, sino metateatro dentro de metateatro. Puede parecer confuso, pero visualizando la película cualquiera es consciente de que esta vuelta de tuerca le aporta sencillamente más interés al argumento: el actual dueño del Gran Hotel Budapest (F. Murray Abraham – Todos los hombres del presidente, El nombre de la rosa, Scarfase, Amadeus, Poderosa Afrodita…) narra a un cliente habitual (Jude Law) su relación con Gustave, el antiguo primer conserje del hotel (Ralph Fiennes), y los tragicómicos sucesos que lo llevaron a convertirse en su mejor amigo. La fidelidad a su jefe y su abnegación para con el trabajo bien hecho le hacen partícipe de mil y una aventuras, al más puro estilo La vuelta al mundo en 80 días.
A cada uno de nosotros nos hace gracia un estilo de humor diferente, es una de las cosas más subjetivas y difíciles de conseguir en el mundo del cine, hacer reír; por lo que hay que entender que en El Gran Hotel Budapest han hecho gala del humor absurdo, frenético y en ocasiones surrealista, acompañado de hilarantes diálogos.
La sensación que te transmite la puesta en escena de “se nos acaba el tiempo” provoca un ritmo narrativo fenomenal. Nunca paran de ocurrir cosas, ninguna predecible, muchas surrealistas, reafirmando la sensación de la cámara acelerada propia de las películas de Buster Keaton. Nuestra retina se ve desbordada por la abundancia de escenarios; apoyándose en el vestuario y la fotografía, los cuales ayudan también de forma brillante al sentido irónico y sarcástico que impregna toda la película.
No deja de ser sorprendente, y ayuda a la frescura del guión, la forma en que los personajes entran y salen de escena. Estamos acostumbrados, tal y como dije hace poco en Tormenta de Espadas, a que los desenlaces vayan encauzados por donde nosotros esperamos. Los videojuegos nos han acostumbrado a grandes peleas con los jefes finales, y que las historias de amor están llenas de ternura y un halo de misterio, así como que los enigmas se resuelven en medio de una gran catarsis. El Gran Hotel Budapest obvia todos esos detalles para centrarse en cómo se desarrollan los hechos, minimizando la importancia de todos los aspectos que el espectador suele dar por importantes.
Pese a que Wes Anderson escribe el guion inventando los países y emplazamientos varios, no podemos dejar de notar que existe una similitud histórica con los hechos acaecidos durante la II Guerra Mundial y/o la Revolución Rusa. Precisamente, el hecho de que el marco histórico elegido sea los meses previos al levantamiento y ocupación de las fuerzas militares genera más confusión, dramatismo y frenesí a las escenas.
No podría terminar esta crítica sin llamar la atención hacia unas actuaciones soberbias. El descubrimiento de Tony Revolori en su papel de Zero Moustafá de joven y de su novia Agatha (Saoirse Ronan), unido a los villanos: el repelente Dmitri (Adrien Brody) y el escalofriante Jopling (Willem Dafou) son la guinda para un pastel horneado con grandes nombres (Bill Murray, Edward Norton, el prolífico Harvey Keitel, Bob Balaban, Jason Schwartzman, Jeff Goldblum, Tilda Swinton…). No deja de llamar la atención que el lenguaje cuidado, casi teatral, unido a los exquisitos modales de que hace gala el protagonista y todos los que le rodean confunde al espectador de forma cómica cuando estos mismos salen de su zona de confort para mezclarse con el vulgo.
Por último señalar que, pese al gran reparto del que hace gala El Gran Hotel Budapest, es un alivio saber que el peso no se sustenta en ellos. Es una película divertida, ligeramente irreverente, con un buen guion, notablemente dirigida y que hará las delicias de aquellos que, como yo, echábamos de menos una comedia original.
Damarela,
Escribes mejor que muchos críticos consagrados. Por ejemplo éste
http://blogs.libertaddigital.com/confesiones-de-un-cinepata/critica-noe-con-russell-crowe-12894/
A muchos no se les entiende de lo que hablan (¿inseguridad o prepotencia?). Al final no sabes si les ha gustado la película o no y en mi caso al final no voy a verla.
Cuando te veo me dan ganas de que las entradas valgan la mitad, ahorrar el doble de tiempo o tener un amigo friki que me descargue las pelis.
Ánimo con el blog!
🙂 me emocionan tus palabras. Espero estar al servicio de la comunidad (friki o no) todo el tiempo que ellos mismos quieran y, con mis palabras, colaborar un poco a esclarecer, sin pretender hacer comparaciones, los pasajes más confusos de las películas. Se le llama séptimo arte, pero no olvidemos que tiene que estar al servicio de todos.
Por cierto, en breve tendremos la crítica de Noé con nosotros. Hoy toca el capi América
¿que sensaciones produce esta pelicula?
Ante todo, la idea de que estás viendo una película totalmente diferente a lo que conocías. El ritmo narrativo, la puesta en escena, la fotografía, el guion o el sentido del humor, es todo un compendio habilidoso de elementos que crean un film genial.