EL HOBBIT: LA BATALLA DE LOS CINCO EJÉRCITOS: puro fanservice

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Sólo quedaban apenas 40 páginas para que se terminara el libro, y de ellas sólo tres narran la batalla. Todavía me parece ver a Peter Jackson balanceándose en un rincón mientras repite “tenía que hacerlo, tenía que hacerlo”, con un cierto regocijo malsano después de habernos presentado con El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos, dos horazas y media de épica batalla llenas de historias sacadas de la manga.

Y es que el insulto al espectador es gordo, gordo. Ya no voy a entrar en que esto directamente no es la preciosa novela de Tolkien, puesto que sabíamos que volverían a echar mano de otros escritos del autor, como es la reunión del Concilio Blanco, en un intento de ofrecer cuanto más metraje y fanservice mejor; es que sencillamente la película es más mala que la leche caducada. La empiezas a ver y se te pone la misma cara de haber bebido del cartón y pensar, “jo, y me queda todo el brick lleno, ¿qué hago?”.

Sabíamos que iba a ser larga, no viene por ahí la queja, el gran problema es que el guion es absurdo, hecho por fans de Star Trek puestos de crack, a modo de venganza y recochineo.

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La Compañía se parapeta en Erebor

El guion…lleno de malos diálogos en los que sobresale toda esa serie de clichés del estilo de “se acerca el invierno”, “ya lucharemos otro día”, la que parece ser la frase purificadora de la saga “no tienes poder aquí” y algunas perlas más que intentan parecer homenajes, pero quedan ridículas. Guiños y frases insertadas en escenas totalmente prescindibles, haciendo que el relleno de Naruto sea un breve paseo por el mundo de los ninjas antes de la hora de la comida.

Y estos diálogos no son interpretados por personajes interesantes. Tenemos otra vez a la chica de Perdidos interpretando a la elfa Tauriel más perdida que si estuviera otra vez en la Isla. La incongruencia de su relación con el enano Kíli, convertido de repente en el fucking master, que ya viéramos en la segunda parte continúa su camino para regocijo de todos los que esperábamos echarnos unas risas. Habíamos dado por hecho que Peter Jackson tenía una partida de rol inacabada y quería dar a su personaje elfo un final y encontró la excusa en El Hobbit. Eso es sacarse la cola y decir: es mi peli y me la follo cuando quiera.

¡Y todavía no os he dicho de qué va la película! Porque se llama El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos pero empieza con el ataque de Smaug a la Ciudad del Lago en los 10 minutos de metraje más raros que nos ha proporcionado Jackson. ¡10 minutos! ¿Por qué no lo metió en El Hobbit: la desolación de Smaug? ¿Pensaba que con esos 10 minutos la película le iba a salir demasiado larga? De la misma manera que la segunda película iba de unos enanos antidisturbios que quieren matar a un dragón okupa, la tercera no debería ir de cómo se finaliza eso y abrir un marco argumental completamente diferente sino, ya que han decidido que así sea, de la batalla de los cinco ejércitos.

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El malo maloso
la quiere liar parda

Y esta batalla se convierte también en un homenaje, por un lado a las estrategias de batalla de los ejércitos clásicos, por otro, a los videojuegos de Blizzard, con unas estupendas invocaciones de monturas rollo Warcraft que hicieron que se me atragantaran las palomitas, y unos canales nidus de los zergs de Starcraft II; y por último a la saga de El Señor de los Anillos repitiendo ideas que funcionaron allí. Sin spoilers: tenemos un rey enajenado al estilo del Rey de Rohan, la historia de amor interracial Aragorn-Arwen, un adulador que imita a Lengua de Serpiente, apariciones del maligno Sauron, personajes secundarios haciendo lo mismo que hacían en la otra saga (Dios…qué cutre la actuación de Galadriel), un Andy Serkins desperdiciado y por supuesto Gandalf haciendo su side quest que consiste en secuestro-liberación-montar a caballo.

Entendemos que quieren preparar con algunas cosas de estas el terreno para ESDLA, pero queda super cogido con pinzas. No reprocho que aparezcan las referencias a la anterior saga (o posterior, que esto va a traernos los mismos quebraderos de cabeza que StarWars con sus tres trilogías), pero volvemos a que el guión es tan chapucero que estas escenas, que podrían habernos hecho sonreír casi nostálgicamente, nos hacen pensar que no sabían cómo incluirlo.

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Despliegue de medios a lo bestia

Sin embargo, esto es lo que pasa también con toda la película de El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos. Los problemas se solucionan de forma cursi, tópica o familiar, o las tres opciones juntas. Volvemos a encontrarnos con las águilas deux ex machina (o más bien Olimpus ex machina, de tanto dios que hay) que tanto le gustan a Tolkien, haciendo de la batalla una pajarería, pero rompiendo (afortunadamente) esos momentos de socialización que se suceden en los momentos más inoportunos, o sea, durante la batalla.

¿Cosas buenas? las mismas que en las otras pelis: la música, los efectos especiales y el diseño artístico. Este último sobre todo, es genial. Personajes, escenarios…todo absolutamente fantástico hasta el último detalle. Estos tres elementos acompañan a una película, por lo demás muy dinámica en la que, afortunadamente (¿quién no se acuerda de los ents?) no se rompe el ritmo de la batalla con inclusiones de otras escenas inapropiadas.

En definitiva, fans de Tolkien, lo que más me ha gustado ha sido el orco albino, Azog “El Profanador”. No me convenció su inclusión tan bruta en la historia, pero ha acabado siendo mi personaje favorito. Me gusta ver la trilogía de El Hobbit como la conmovedora historia de superación (recordemos que era manco) del mejor puto orco matador de reyes. Quedaros con eso y con un consejo: compraros un águila, lo solucionan todo.

3.5 out of 10 stars (3,5 / 10)

 

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About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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