EL IRLANDÉS: “Me han dicho que pintas casas”.

Y cuando creíamos que el género estaba muerto, llegan los chicos y lo vuelven a hacer. Un Robert De Niro obsesionado con que la película viera la luz tras leer la obra original I Heard You Paint Houses (Jimmy Hoffa. Caso cerrado: El poder de la Mafia norteamericana, en España), un Martin Scorsese que se enamoró de la novela y de la potencial película detrás, unos grandes actores como son Al Pacino, Joe Pesci (Goodfellas, Casino, Toro Salvaje…), Harvey Keitel y Stephen Graham  dispuestos a que El Irlandés (2019, Netflix) fuera una realidad…y nosotros, espectadores que hemos crecido con Los intocables de Eliot Ness, la saga de El Padrino o Los Soprano, o la película sobre el propio Hoffa interpretada por Jack Nicholson en el 92, Hoffa, un pulso al poder, estamos encantados de que las películas sobre mafiosos sigan trayéndonos tan buenos ratos.

La polémica.

No lleva más que unos días disponible en la plataforma digital (aunque también la tendremos en cines, por lo visto) y ha suscitado comentarios de todo tipo. No tanto por la archiconocida historia del sindicalista Jimmy Hoffa (Al Pacino), presidente de la IBT que coqueteó con las mafias mientras se iba haciendo más popular que el propio presidente de los EEUU, que la película no va exactamente de eso, ni de la historia de Frank Sheeran (Robert De Niro), el narrador que nos cuenta cómo pasó de camionero a “pintar paredes” para el sindicato del crimen.

No, El Irlandés ha suscitado polémicas por su alta duración (como tres horas y media) y las declaraciones de Scorsese en las que pide que la película se vea sin mirar el móvil, con las pausas justas para ir al baño y poco más. Quizás es reducir al absurdo una película que está llamada a ser una de las grandes del año, posiblemente compitiendo con las originales Érase una vez…en Hollywood o Joker; pero a día de hoy seguimos encontrándonos un público que, quitando Titanic, Avatar y El Señor de los Anillos, puede que no haya visto Lo que el viento se llevó o Ben-Hur, precisamente por su duración.

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Es contradictorio pensar que, en una época en la que parece que tenemos menos tiempo libre y por eso acudimos a las series, que nos permiten ver 20, 40 minutos o 1 hora de un capítulo y a la cama, también se ha puesto de moda los maratones interminables para ver temporadas enteras. Y claro, ¿dónde deja eso a El Irlandés? Pues para un público muy concreto: los amantes del cine en general y de Scorsese en particular, los seguidores del cine negro y los films noir, y aquellos que gustan de películas contemplativas.

Esto último no quiere decir que El Irlandés sea exclusivamente una película de diálogo (¿qué es un film de gánsteres sin disparos y asesinatos?), pero su tempo es más lento de lo habitual, con sólo unos pocos flashbacks para aligerar el peso de la trama y quizás quitarnos la sensación de historia lineal y la sensación de que “a lo mejor” se podría haber reducido algo el tiempo de película.

Aparte de la polémica

Decirle a De Niro o Joe Pesci que vas a ponerles un doble de cuerpo a estas alturas del s.XXI es ofender un poco a las técnicas de rejuvenecimiento facial, a los efectos digitales y a los maquilladores del set de rodaje. Puede que en algunos momentos de la película estos rejuvenecimientos no estuvieran totalmente a la altura (recordemos cómo lo hizo Star Wars con la Princesa Leia/Carrie Fisher), pero si son el particular homenaje de Scorsese a la carrera de estos actores (todo sea dicho, plagada de las mejores películas de gánsteres de la Historia del Cine), no tengo mucho más que añadir. Una estupenda fotografía y unas actuaciones redondas completan la sensación de paso del tiempo, que es uno de los puntos importantes en los que se quiso centrar el director.

El paso del tiempo.

El Irlandés no quiere mostrarnos una película anodina de gánsteres y agentes de la ley en eterna riña. No existe la clásica agonía por el legado familiar, el futuro de los hijos dentro de la Familia y la constante sensación de que aquello se hace por labrarse un futuro en un país extraño. Ya se han asegurado Scorsese y el guionista Steven Zaillian de eso. Russell Bufalino (Joe Pesci), uno de los capos más importantes y respetados (lo del respeto y la lealtad no ha cambiado, que la Mafia es la Mafia) no puede tener hijos, y el propio Frank Sheeran es despreciado por sus hijas que, en forma de silenciosas figuras reprobatorias, hacen las veces de la Ley.

La película quiere ir más allá de ser la última gran oda de Scorsese a la mafia italoamericana. Es indudable que, desde los actores (Welker White, Jesse Plemons, Boby Cannavale, Harvey Keitel…), pasando por los directores (muy claros encontraréis los homenajes a Francis Ford Coppola y su cine), siguiendo con la música (no sólo a los clásicos de los ’60-‘70, atentos a esas sutiles notas del vals de El Padrino, de Nino Rota) y terminando con las referencias a la Historia de América, El Irlandés bebe de todo lo hecho anteriormente a la vez que lo homenajea.

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Sin embargo, esa aura pesimista que impregna toda la película, sobre todo el último tercio, augura que ahora realmente sí, tanto para el cine de gánsteres como para los personajes poderosos de la Mafia, su hora final ha llegado. Y es ahí donde El Irlandés empieza a jugar realmente con los sentimientos de los personajes. Si la primera parte de la película son enredos, tiroteos “a lo Scorsese”, devaneos, algunos hasta divertidos; la segunda parte, cuando la cárcel empieza a ser un escenario recurrente, nos da con la realidad en toda la cara.

A la hora de la verdad

Es una historia que ya conocemos, no sólo la de ellos, esa élite con poder, sino la de la gente de hoy en día que hace oídos sordos al dolor provocado por unos pocos. Y es que estamos demasiado acostumbrados a ver a los mafiosos y asesinos como los buenos de la película cuando visionamos wéstern crepuscular, cine noir, o cuando simplemente el protagonista es un simpático Robert De Niro, y se nos olvida que son gente que, por sus crímenes, debería estar en la cárcel. Así, el último gran acto se cierra, después de esa larga epopeya que es la vida de cada uno, con aquello que nos espera a todos, que es la muerte.

Es posible que cualquier personaje de la película esperara que su final llegara con una cuerda en su cuello mientras va en la parte delantera de un coche, o con dos tiros al salir de su restaurante favorito, pero posiblemente ninguno estaba preparado para la enfermedad, la vejez y la soledad. Si estas tres cosas son duras, es posible que lo sean más para los poderosos, acostumbrados a que a su alrededor todo el mundo les haga la ola, pero, como dice el refrán, A todo cerdo le llega su San Martín.

El Irlandés

8.2

NOTA

8.2/10

Destaca en:

  • La historia, es interesante.
  • Actuaciones de los personajes.
  • Constantes homenajes y referencias.

Podría mejorar:

  • Ritmo algo lento.
  • La duración, queráis que no, es un hándicap-
  • Hay quien lo sentirá fanservice para amantes del género, pero sin nada nuevo que aportar.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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