Dentro del terreno de las películas de espías posiblemente hemos visto de todo. Cada una intentaba aportar su granito para no parecer anodina y desmarcarse así de un género en el que parece que poco queda por indagar. Algunas sagas como las de Bourne, han sido muy aclamadas por su carga dramática y lo bien hilado de su trama, otras como Kingsman mezclaban comedia inglesa con acción pura de espías con muy buenos resultados, y otras como Espías parodian el género y están ahí simplemente para hacernos reír.
Sin embargo, ya fueran cómicas o se tomaran en serio, tanto las películas de 007 como la saga del teniente Frank Drebin, conocida en España como “las películas de Atrápalo como puedas”, tenían un alto componente sexual, ya que los espías parecían tanto aquellos capaces de coserte a balazos como matarte a polvos.
Y no estoy exagerando, desde películas como Sr. Y Sra. Smith pasando por la saga de Misión Imposible, La tapadera, Operación U.N.C.L.E, Atómica y muchas más, la sexualización de los agentes especiales parece cosa obligada, como un componente que casi esperas ver en pantalla para que la película no sólo triunfe, sino tenga sentido.
Y en este marco en el que hay un resurgir de las películas de espías llega, basada en la novela del mismo nombre, Gorrión Rojo, una suerte de thriller ambientado en una pretendida Guerra Fría con el reclamo de poder ver a una actriz buenorra mundialmente famosa (Jennifer Lawrence – La gran estafa americana, Los juegos del hambre, Joy, Passenger) cepillándose a todo lo que se mueva para conseguir información.
La historia de cómo Dominika Egorova llega a espía se asemeja bastante a la de la Natasha Romanoff de los cómics y películas de Marvel; pero mientras la Viuda Negra, también bailarina, tiene como motivación la venganza y honrar a los muertos, en el caso de Dominika se trata de una extorsión.
Quizás es esto lo que hace que la protagonista tenga siempre un aire de melancolía y ensimismamiento durante los 140 minutos que dura la película, creando un ritmo muchas veces confuso y a menudo lento, sólo paliado por la fuerte carga dramática que adorna toda la trama, como si el director Francis Lawrence (Soy leyenda, Constantine, Los Juegos del hambre…) no quisiera parar de repetirnos quién es la víctima de esta historia.
Y resulta complicado encontrar como víctima a una mujer que Gorrión Rojo nos pretende vender como reclamo sexual continuamente. El morbo de no saber si la siguiente escena será un nuevo intento de seducción o si tendrá algo que ver con un guion con el cual tengamos que estar atentos, sí, aleja a Gorrión Rojo de las películas de espías convencionales donde el sexo se da por hecho si un tío y una tía se miran a los ojos demasiado tiempo, pero también la salva de caer en el melodrama fácil.
Jennifer Lawrence parece que encarna al personaje clásico de las películas de la Guerra Fría (ese cliché de rusos serenos, cuadriculados, entregados a su causa…) con ese carácter frío y cierto aire de femme fatale con el que parece que no, no puede encandilar a su presa yanqui, el agente de la CIA Nate Nash (Joel Edgerton – Bright, Black Mass, Life, Exodus: dioses y reyes, El gran Gatsby…), en busca del nombre del topo infiltrado en la organización de la KGB.
Tampoco es que las cosas se le pongan muy fáciles a Dominika. En las películas convencionales de espías, sí, a veces hay topos, pero el o la protagonista suelen contar con el apoyo de su organización. En su caso, no puede fiarse ni de sus compañeros (Thekla Reuten) ni sus superiores (Ciaran Hinds, Jeremy Irons, Charlotte Rampling), ni de su familia (Matthias Schoenaerts), ni de sus aliados (Mary-Louise Parker). Vamos, que la sensación de soledad es palpable y justifica que el espectador se implique con los temas principales que propone la película: la dignidad humana, la doble moral, la lealtad, o la sexualidad como arma.
Puesto que no es una película de espías basada en la acción (salvo breves escenas, que más tienen que ver con la tortura física) el tratamiento de estos temas en profundidad es fundamental. El guion arriesgó al eliminar cualquier rasgo de humor de la película y si no es valiente presentando estas polémicas, ¿qué le queda?
Gorrión Rojo no se sustenta en la fotografía, pese a ser bella, ni en la música, pese a ser contenida, ni siquiera en las actuaciones, que simplemente son decentes, sino en un compendio de todos estos elementos (y en demasiado sexo explícito) para mostrar una película que resulta, en términos generales, valiente. Como la vea ya el público…eso es otra cosa.[amazon_link asins=’8468501646,B07B316911,B008J4L4KY’ template=’ProductCarousel’ store=’generacionfri-21′ marketplace=’ES’ link_id=’773f2ea7-2111-11e8-9fa7-fb836fd939c8′]