El género de los musicales es uno de esos que sin ser tan popular como lo fue antaño, siempre cuenta con varios representantes cada año con los que saciar el hambre de canciones y drama que algunos llevamos arrastrando desde que cantábamos “bajo el mar” junto con Sebastián en La Sirenita.
Hacer un musical siempre te asegura un buen número de papeletas para poder asomar la patita en algunos de los festivales y premios más importantes. Y es que es evidente que a los componentes de “la Academia” les gustan las cosas con sabor añejo, igual que sus valores. No se sabe bien si por una cosa, o por la otra, nos llega El Gran Showman, un film dirigido por Michael Gracey, que debuta en la silla de dirección y cuya segunda película será, atención, el film de Naruto (Espero que Naruto y Sasuke no se marquen un temita como aquel que cantaba Bisbal con Bustamante…).
Sea como fuese, El Gran Showman es un biopic musical que nos narra la vida y milagros de P.T. Barnum (interpretado por Logan Hugh Jackman nada menos), que es el señor que “inventó” el circo tal y como lo conocemos hoy en día; Un hombre polifacético que fue político, comerciante, autor, editor y filántropo antes de ser famoso por sus engaños en el mundo del entretenimiento y su circo (ya fue político, se veía venir ¿no?).
Por desgracia poco o nada de esto encontramos en El Gran Showman; un film demasiado descafeinado que se centra casi de manera exclusiva en los momentos de la vida de Barnum relacionados con el circo y dos o tres cosas más para darle algo de sabor a una trama que a todas luces peca de simple, predecible e insatisfactoria. Más doloroso es cuando la época y el contexto en el que se desarrolla invitaban a tratar algunos temas que podrían haber sacado un lado un poco más humano a una cinta que parece preocuparse más bien poco por sus personajes.
El mensaje, uno que trata sobre la inclusión (o la exclusión, según se mire) llega porque es completamente evidente y casi el leiv motiv de la obra, pero también se abordan temas que necesitan algo más de atención por parte del espectador, como las clases sociales y sus diferencias. P.T.Barnum se pasa la vida intentando ser aceptado por la más alta alcurnia social, y para eso vemos cómo a lo largo del film tiene que hacer grandes sacrificios. Sin embargo el punto amargo llega cuando, de una manera más velada, la cinta nos explica que hay gente que jamás será aceptada por determinados circulos sociales, da igual lo que haga; el mismo hecho de nacer diferente o en un contexto inadecuado te marcará de por vida. Sin duda este era un mensaje mucho más adecuado para llevar como abanderado que el que trata de vendernos El Gran Showman a primera vista, pero parece que el filme tiene tanto miedo de no ser aceptado como los personajes de los que habla.
Al final, el primer mensaje de la cinta, ese que está a flor de piel, no termina de cuajar precisamente porque realmente nadie es aceptado por nadie y todo permanece en “su lugar” y pese a ser una película inequívocamente optimista, en el fondo sabemos cuál será el destino de sus personajes, y no es nada bonito.
Pero nosotros hemos venido por las canciones ¿no?
Y es que si El Gran Showman solo fuese lo relatado en las líneas superiores, ahora estaría bailando alrededor de una pira de fuego en la que ardería el director, los guionistas y parte del reparto, pero afortunadamente es un musical, así que entre canción y canción se te olvida que lo que estás viendo roza el telefilme a nivel argumental de manera peligrosa y que los temas realmente interesantes quedan en segundo, o tercer plano.
Las canciones tienen una puesta en escena estupenda, no se podía esperar menos de una peli que se centra en el circo y el mundo del espectáculo. Cada vez que comienza una canción se despliega todo un espectáculo de luz, color y movimiento que resulta hipnotizante, y es que las coreografías, el vestuario, la iluminación y todos los demás aspectos técnicos se empujan hasta la excelencia durante los momentos musicales del film, que afortunadamente son muchos.
En el lado negativo hay que decir que el estilo musical escogido es excesivamente “pop”, con melodías, ritmos y letras que podrías escuchar en cualquier emisora de radio de música comercial de hoy. Un ritmo demasiado genérico que desentona con la estética y la época, creando una disociación de elementos que resulta cuanto menos inquietante. Sin duda una mayor mezcla de géneros y un enfoque más atrevido en el aspecto musical habrían redondeado el apartado que hace que El Gran Showman merezca la pena.
Dos películas en una
Mientras que en otros musicales como La la land película y canciones se convertían en un todo para generar una sinergia de emociones y un correcto desarrollo de los personajes y la trama, en El Gran Showman esto no sucede y, aunque las canciones conservan el motivo, nunca llegan a estar realmente integradas en la trama, cambiando el tono y saliéndose del contexto de la escena en la que comienzan.
Si solamente nos fijamos en la trama, guion y otros aspectos regulares del film, El Gran Showman resultaría una película indudablemente mala, sin embargo todo lo concerniente a las canciones y la música hace que la película salve los platos. Por desgracia, esta diferencia de calidad también hace que se cree una muralla que divide y fragmenta el metraje con demasiados altibajos.
Por suerte, después de hacer balance, El Gran Showman termina acabando en positivo, aunque sea raspado, ya que mantiene un buen ritmo y sabe cuándo concluir sin llegar a cansar al espectador. Aunque los temas musicales son demasiado genéricos seguro que gustarán especialmente al público más joven y en sintonía con los estilos actuales (personalmente por momentos me parecía estar viendo High School Musical).
Finalmente El Gran Showman no deja de ser un gran candidato a película para ver en familia, con todos los elementos necesarios para gustar al publico en general y a todo aquel que no acuda a las salas con las expectativas demasiado altas.
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