Intentando seguir la línea de las comedias estilo “La boda de mi mejor amiga“, que aúnan la risa fácil, con lo escatológico, con los componentes propios de las comedias románticas, “No hay dos sin tres” (“The other Woman” en inglés) intenta hacer uso de la ¿reina? de la comedia, Cameron Díaz, para sacar adelante una historia tópica.
Carly Whitten (Cameron Díaz) es una mujer liberal que intenta encauzar su vida al lado de Mark King (Nikolaj Coster-Waldau). Cuando descubre que su novio está casado con Kate King (Leslie Mann) y tiene como amante a Amber (Kate Upton), Carly decide tomarse la justicia por su mano. Las tres mujeres despechadas, ahora inseparables amigas, dan un nuevo giro a su vida teniendo como núcleo de acción vengarse de un mentiroso y adúltero patológico.
No es que sea una mala comedia, ya decía antes que tiene buenos puntos y escenas que funcionan, pero se ve que el guión intenta abarcar demasiadas cosas y no acaba de cuajar. Comedia de enredos, comedia romántica, drama…no acaba de decidirse por nada y acaba resultando forzado. Está claro que la comedia femenina intenta posicionarse pero aún le falta.
Puede que sea cosa de Nick Cassavetes, que aunque no es un novato en la dirección (la gran “Alpha Dog“, la compleja “El diario de Noa“, la frenética “John Q“), sí que lo ha resultado en la comedia, que es un género, con mucho, más difícil. En parte porque cada uno nos reímos de cosas diferentes, y en parte (sin menoscabar el mérito de las películas de Cassavetes) porque la lágrima fácil es…fácilmente conseguible.
Siguiendo con esto, no toda la culpa la tiene el guión. Se suponía que Cameron iba a ser la protagonista indiscutible de “No hay dos sin tres” y Leslie Mann le roba todo el mérito siendo ella el centro de atención. Ha mejorado mucho desde aquel “George de la Jungla“. Taylor Kinney, en el papel de Phil, hermano de Kate King, pasa bastante desapercibido, igual que Kate Upton (aunque intentar poner a tres carismáticas actrices en escena a la vez, funciona en películas como “Cómo eliminar a su jefe” de 1980, y poco más), y la cantante Nicki Minaj, en su papel de Lydia, secretaria de Carly, hace de ella misma. No resulta creible en su papel de Conciencia y zorra enredadora. Como cameo, bien. En general, quizás yo habría elegido otro reparto.
Esta película me deja sentimientos enfrentados. Creo necesario analizarlos ya que como es una comedia todos sabemos que terminará bien. Por un lado, hay una realidad algo triste en observar cómo las mujeres pijas, floreros, al servicio de los hombres, desperdician su vida dejando que su cerebro se seque. Por otro, es algo muy cansino ver como es imposible encontrar una serie, película, libro, etc, en la que no se parta del hecho de que tu pareja te es infiel. Ya no existe amor auténtico e íntegro. Vale que la película no habría tenido sentido si Mark hubiera sido un marido leal, pero estoy deseando ver una película que no parta del hecho de que tenemos que ser tan cínicos en el amor.
Y por último, la idea de que no hay amor mientras no haya atracción física. ¿Por qué tenemos que partir del hecho de que todos somos tan superficiales? Cierto es que el amor empieza con la atracción física, pero el hecho de pensar (literalmente sacado de la película) que el divorcio llega con la gordura, no sólo no es cierto, sino que es sencillamente penoso.
En definitiva, una película muy para chicas, un poco larga para ser una comedia, bastante feminista, sobre todo por tratar el problema de la infidelidad desde los tres puntos de vista (madurez, modernidad, ternura) pero siempre desde la visión de una mujer. El hombre pasa a un segundo plano por lo que, aunque los chicos podéis pasar un buen rato, es una película para ellas. Alguna saldrá del cine sintiéndose como Melanie Griffith en “Armas de mujer” (1988), pero siendo una película palomitera, me quedo con todas las películas originales que he mencionado, y no con este “remake”.
Nota: (6 / 10)