Parece que en el género de acción todo vale, y así es como se ruedan películas como John Wick 2 o John Wick: pacto de sangre, como se llamó en España, una producción de 2017 secuela directa de John Wick 1 o John Wick Otro día para matar, y que parte de la misma premisa: vamos a buscar una excusa sencillita que “justifique” que el ex legendario asesino de la mafia rusa tenga que volver de su jubilación para bañar en sangre todo lo que toca y reducir la población mundial en un aproximado 1% (o esa es la sensación que da).
En esta ocasión, descubrimos que si Jonathan consiguió dejar la mafia fue porque acudió a Santino D’Antonio (Riccardo Scamarcio), un miembro de la mafia italiana con el que ahora tiene un pacto de sangre. Pese a que al principio se niega, cuando el hampa vuela en pedazos su Wick-Cueva y casi mata a su segundo perro, acaba viajando a Roma para un encargo: matar a Gianna D’antonio (Claudia Gerini) a fin de que su hermano pueda ocupar su sitio en la High Table, una organización internacional de asesinos. Por supuesto, las cosas se complican.
¿Quién ha pedido realismo?
Al más puro estilo de las películas de los 90, donde el argumento era una excusa para que una película fuera un despliegue de tiros y artes marciales, John Wick: pacto de sangre se inspira en los cómics superviolentos o los videojuegos estilo Doom para justificar su apelativo de One Man Army donde el protagonista va avanzando y disparando, ignorando casi las leyes de la física o los balazos que le puedan llegar (como si al llegar al respawn rellenara vida, vamos).
Mientras en El último gran héroe (1993) veíamos una parodia (y homenaje) a todo este cine de acción que se estaba viviendo en el momento, parece como si John Wick 2, en su intento de homenajear esas películas y darle una vuelta de tuerca a base de efectos especiales, quedara en parodia al ofrecernos una película que es peor que su predecesora en todos los sentidos: las coreografías son peores y se repiten demasiado los movimientos, la dirección y fotografía no dan la talla y siempre queda esa sensación de que están ¿ahorrando presupuesto? al hacer todas las peleas de noche. Una estupenda banda sonora que mezcla tecno y clásico que no se llega a disfrutar con solidez.
Sí que es cierto que en esta segunda parte se han buscado la excusa del traje antibalas que da algo de realismo a aquello de enfrentarse a una segunda mafia entera; supongo que para que John reciba algún disparo, que ya va siendo hora, o por lo menos no parezca inmortal. Pese a esto, y a que, aunque cueste creerlo, son bastante fieles en cuanto a número de balas que gastan ambos bandos, las escenas de disparos siguen teniendo esa parte de surrealismo cuando una persona acierta un 98% de las veces en el centro de la cabeza.
En el cine, cuando una persona dispara justo en el centro de la cabeza (movimiento que suele ir acompañado de unos segundos de descanso en la escena) suele indicar que el ejecutor es una persona de gran precisión, comedida, buen profesional, y por eso se le destaca o premia con esa exactitud en el disparo. No obstante, cuando toda la película está llena de escenas en las que el protagonista acierta en la cabeza a todos sus enemigos, deja de considerarse algo notable para ser exagerado y poco interesante. Y si en la primera película se notaba, en esta segunda es una locura.
Y no es lo único que quita el sueño. John Wick: pacto de sangre es una película donde los civiles no existen; hasta cuando es evidente que están ahí (recordad la escena del vagón de metro) la escena les obvia.
Lo que no se puede negar es que Keanu Reeves, en su papel de John Wick, da a los espectadores exactamente lo que estos demandan. Es más, aunque no es precisamente un papel de matices, consigue dar al espectador la impresión de que está inmerso en un universo de asesinos, mafias, compañeros de armas y compinches que genera una complicidad muy disfrutable. Siempre es agradable ver que las películas de acción incluyen elementos de espías y, sobre todo, ver de nuevo esa pequeña Suiza que son los hoteles Continental (y ver de nuevo a Ian McShane y a Lance Reddick repitiendo papeles) es sumamente grato. Pese a que se nota que John Wick es alguien importante dentro de la mafia, dentro de lo que es el engranaje mundial de asesinos sólo es una parte más (detalle importante, de cara a la tercera parte de la saga).
Tampoco hay muchos más actores que repitan (porque están muertos, vaya), pero ahí está Thomas Sadoski o John Leguizamo. Que aparezcan nuevos, tenemos algunos actores de la talla de Peter Stormare, Franco Nero, Laurence Fishburne, Ruby Rose o Peter Serafinowicz. (Sí, muchos de los actores de la saga Matrix están ahí, ¿guiño, coincidencia?).
Y para mí ver a estos actores es de los mayores atractivos de la película. El guion no permite nuevamente hablar mucho a Keanu Reeves, pero sí que intenta saca partido del resto de sus personajes. Algunos monólogos son excesivamente largos y otros son patéticamente insustanciales, pero el resultado suele ser una ola de violencia que evidencia que John Wick necesita un psicólogo ya.
Finalmente, puedo decir que aquellos que esperan con John Wick 2 un thiller de venganza inteligente y bien montada se sentirán decepcionados, pero aquellos (y son muchos, que las cifras de venta lo confirman) que simplemente quieran seguir viendo “la saga del perro” con muchos tiroteos cuerpo a cuerpo, humor negro, algo de ultra violencia, y sentarse en su sillón con la única preocupación de saber si esta vez el perro sobrevivirá, están ante la película correcta.
John Wick 2
Destaca en:
- Aquellos que esperen más de lo que vieron en la primera parte no se sentirán defraudados.
- Hay más variedad de escenarios y por lo tanto se diversifica la acción.
Podría mejorar:
- Coreografías, fotografías y dirección son peores.
- Se desaprovecha a grandes actores con diálogos huecos.
- Peor que la primera entrega, y no sólo porque no haya ya sorpresas en cuanto a su fórmula.