En 2014 se estrenaba en la gran pantalla Kingsman: servicio secreto, para todos aquellos que añoraban las películas de espías pero también necesitaban que les ofrecieran algo diferente. Y la cosa funcionó; y cuando funciona, en Hollywood se tiene la teoría de que hay que exprimirlo hasta la náusea, así que tres años más tarde aquí tenemos Kingsman: El Círculo de Oro o, como seguro que pasa a la historia, Kingsman 2.
Kingsman: El Círculo de Oro es una secuela continuación directa de la anterior, escrita también por Jane Goldman (Stardust, Kick-Ass, X-Men, El hogar de Miss Pregrine para niños peculiares…); por ello es requisito fundamental haber visto la anterior, amén de algunas películas del género, algunas de toda la vida, (las de 007, Mentiras arriesgadas, la saga Bourne, Charada, Espía como puedas, Top Secret, Espías…) para que veamos cómo parodia o imita las películas de agentes especiales, algunas grandes clásicos, y si el resultado es mejor, así como para pillar los gags homenaje a la primera parte, Kingsman: servicio secreto. Y no, no voy a incluir en esta lista Los ángeles de Charlie.
Y es que no se trata sólo de una comedia de espías, sino de una parodia tan bien ejecutada que se siente como un género en sí misma. No obstante, lejos de mantener estrictamente el tono de la primera película, su director Matthew Vaughn (muy de nuestro gusto: Stardust, Kick-Ass 1 y Kick-Ass 2, Los cuatro fantásticos, X-Men primera generación y Días del futuro pasado…) le da una vuelta de tuerca haciendo que Kingsman: El Círculo de Oro se acerque un poco más a las películas de superhéroes.
Esto tiene sentido cuando recordamos que, lo que ya va camino de convertirse en una saga (seguro que habrá tercera parte), está basado en un cómic y así lo atestiguan el hombre con el brazo robótico, el vaquero con el látigo eléctrico o los perros robots. Estos personajes crean coreografías en sus batallas que recuerdan mucho a las películas de superhéroes, con exageraciones incluidas.
Estos elementos le proporcionan al film parte de esa frescura que, evidentemente, se pierde con una segunda parte de más de lo mismo, pero no se puede negar que, si te gustó la primera, esta también lo hará.
Al fin y al cabo, las ideas están bien ejecutadas, tiene buen ritmo y efectos especiales y es entretenida, pero sobre todo es muy directa. No, no lo digo por la primera escena de acción con la que empieza la peli, sino por entrar directamente en materia y por presentar a la mano derecha del villano directamente desde el minuto 1.
Quizás esto vaticina, no una película revolucionaria, pero sí diferente y, sobre todo, equilibrada. Este detalle es curioso porque para ser tan larga (más de dos horas) es raro que no se haga apabullante, dado el ritmo que lleva, ofreciéndonos sólo algunas escenas más pausadas pero cargadas de contenidos, como son el festival, la cena con los padres o la charla en el avión. Es interesante que no se haga demasiado trepidante e “insustancial” si tenemos en cuenta que el argumento no es nada del otro mundo: malo maloso y espía que tiene que salvar el mundo.
Un reparto de lujo peeero….
Siempre está bien que una película de acción y espías pueda ofrecerte algo diferente, con personajes algo raros, interesantes y sobre todo que desarrollen sus escenas sobre escenarios originales.
Taron Egerton repite como Gary Eggsy Unwin, la joven promesa de la agencia de espías Kingsman y con él lo hacen Colin Firth, Mark Strong, Hanna Alström o Sophie Cookson, en sus mismos papeles. Se incluyen caras veteranas como Julianne Moore, Emily Watson y Jeff Bridges e incluyendo algunos de los nuevos rostros que están pegando fuerte tanto en la pequeña como gran pantalla como son Channing Tatum (que podría haber dado más de sí en el film) y Pedro Pascal, y algunos ajenos a ambas, como la modelo Poppy Delevingne o el cantante Elton John; este último haciendo de él mismo con tanto texto y escenas que no se puede considerar un cameo.
Julianne Moore es la villana de turno, obsesionada con los años 50 y con una megalomanía muy concreta: ser reconocida mundialmente. Ella es la narcotraficante más rica y poderosa del mundo pero vive en las sombras. Para conseguirlo todo, para ser reconocida, necesita que se legalicen las drogas. Así, lanza un virus a nivel mundial y su rescate por la vacuna es la legalización de las drogas e inmunidad para ella y sus secuaces.
Las drogas, las grandes protagonistas
Los giros argumentales, la moraleja y la crítica social/parodia están en Kingsman: El Círculo de Oro, intrínsecamente unidas a las drogas.
La película presenta el alcohol prácticamente como algo bueno, el aliado de los espías, el recurso o la solución perfecta. No se presenta ni siquiera como la menos mala de las alternativas sino como algo bueno, no quedando claro si realizan con esto una parodia (si tus espías se apodan Tequila, Champagne, Ginger o Whiskey, ¿qué esperas?) o una crítica social (en este segundo caso resultaría demasiado velada e insustancial), pero dejándonos con el sabor agridulce de que algunas drogas blandas (como el cannabis) son rechazadas mientras que por doquier el alcohol casi destaca por sus beneficios.
No obstante, dentro del guion, los giros argumentales que tienen al alcohol como protagonista son de los más interesantes de la película y las diferentes posiciones que toman las autoridades frente al problema nos darán el punto reflexivo que toda película de buenos grises-malos grises requiere.
El tándem drogas-sexo también tiene lugar en la película, ofreciéndonos, de manera sorprendentemente sutil, una escena en la que la importancia recae sobre las decisiones que Eggsy tiene que tomar y que resultan asombrosas dado que, ¿qué espía que se precie duda a la hora de tener relaciones sexuales por cuestiones de trabajo? Todos los James Bond de la historia del cine se habrían partido de risa y sin embargo, Kingsman se desliga de estas películas definitivamente al ofrecer un enfoque diferente.
En general, Kingsman: El Círculo de Oro me ha ofrecido lo que esperaba, así que no defrauda. He echado de menos algo del humor negro tan interesante que nos ofrecía la primera entrega, con escenas tarantinescas como las de la iglesia o la de las cabezas, pero por otro lado resulta extremadamente valiente, no vacilando en cargarse a quien tenga que cargarse, y en hacerlo sin remordimientos. Como decía al principio de la crítica, seguramente tengamos una tercera parte y, dada la forma en que han realizado las dos primeras, no cansa pensar en ello.
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