LA BODA DE MI MEJOR AMIGA: Perder no significa ser una perdedora

El 2020 será un año atípico, con pocas celebraciones y las que hay a veces parecen demasiado poco festivas. No obstante, sigue siendo temporada de bodas y, como he hecho otras veces, me sigue gustando analizar películas sobre este género, a poder ser comedias donde la boda es casi una excusa para mostrar locas aventuras, situaciones disparatadas y/o comprometidas y donde suele haber un protagonista que está constantemente puteado. Y ahí es donde La boda de mi mejor amiga (Bridesmaids, 2011) llega para situarse en la cabecera de todas estas películas que ojalá quitaran el apelativo romántico para quedarse sólo en comedia y así mejorar definitivamente.

No tuve grandes expectativas con La boda de mi mejor amiga porque se diferenciaba sólo en una letra de aquella sobrevalorada La boda de mi mejor amigo, que tuvo el dudoso mérito de ser casi el comienzo de las comedias con finales pastelosos. Pero no, La boda de mi mejor amiga llegó para reírse de sí misma, ser lo más escatológica que una película sobre chica-se-casa y dama-de-honor-organiza-despedida podría permitirse y, sobre todo, para demostrar que las mujeres también pueden hacer buenas comedias y tener el suficiente sentido del humor como para ponerse en situaciones ridículas una y otra vez (recordaros que en su momento se la llamó la versión femenina de Resacón en las Vegas).

A esto ayuda las interpretaciones de dos grandes cómicas como son Melissa McCarthy en su papel de Megan, la hermana del novio, y de Kristen Wiig como Annie, la mejor amiga de la novia y, por lo tanto, la protagonista de la historia. No sacaron un gran partido de los hombres de la película (Jon Hamm, Chris O’Dowd, Tim Heidecker), pero 2011 fue el año en el que pude ver por fin una película sobre mujeres que se ponen en ridículo a sí mismas constantemente y, a pesar de la vergüenza ajena, reírme como una loca.

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Ponerse en ridículo para quedar mejor.

Y es que la película se basa en un guion que, irónicamente, sí se toma en serio a sí mismo, pretendiendo ser lo suficientemente sólido y convincente para competir por premios importantes como el resto de las películas que sí trabajan para ello (y ganando y/o siendo nominada efectivamente a Óscars, Bafta, WGA, Sindicato de Actores, People´s Choise, Globos de Oro, entre otros), siendo una de las pioneras en incluir un género que parecía vetado a optar a premios porque “sólo provoca risas”.

Ser una perdedora es cuestión de actitud

Y ahí es donde radica su error. En creer que sólo es una película que quiere hacernos reír. Obviamente, es su primera intención, y cumple sobradamente con nuestras expectativas; no obstante, La boda de mi mejor amiga trata de cómo una persona puede tocar fondo en su vida y de cómo la actitud que toma ante las adversidades puede hacer que algunos problemas desaparezcan, otros no sean tales problemas, y otros se agranden simplemente por la percepción que tiene sobre ellos.

Pero es una comedia de enredos, así que los problemas no pueden ser tomados como un drama, la solución es hacer que vengan todos de golpe (y tocan un poco de todo: trabajo, dinero, familia, amigos, piso, pareja…), pones así a prueba al personaje y ves si realmente es una luchadora o sólo una blanda que se viene abajo cuando las adversidades llaman a su puerta.

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Puede que no te alegres por la novia, pero siempre hay un lugar adecuado para expresarlo.

Por supuesto, no es que el camino de las demás damas de honor esté hecho de rosas (a ver, problemas del primer mundo que solemos llamarlo), pero las contrariedades por las que pasan sólo están ahí para que Annie aprenda que en todos lados cuecen habas y que sólo el optimismo y la fuerza de voluntad son lo que nos hace salir adelante. Ninguna de ellas (Maya Rudolph, Rose Byrne, Wendi McLendon-Covey, Elli Kemper) están ahí más que para cumplir su función, faltándoles el ingenio y carisma de Kristen Wiig y Melissa McCarthy, pero en las comedias de enredos este tipo de personajes funcionan muy bien precisamente porque parecen sacados de su contexto. Nada provoca más gracia que un personaje sacado de su zona de confort.

La única pega que le encuentro es la agresiva zafiedad conque las guionistas decidieron plagar la cinta para cumplir este cometido. No me cabe ninguna duda de que aquellos que no disfruten con el humor escatológico (no sé, estilo Seth McFarlane, por ejemplo) encontrarán esta película pasada de tuerca. Una cosa es demostrar que las mujeres pueden desmelenarse, y seducir bochornosamente a hombres, y eructar y…en general hacer sonidos con todo su cuerpo, y otra cosa es creer que es buen reclamo para mujeres.

La vida va a darte golpes, es lo que hay.

Y retomando lo que me parece el tema principal, incido en que ser una perdedora es sólo cuestión de actitud. Annie era una pesimista, huraña y mezquina chica que sólo era capaz de pensar que los demás tenían suerte mientras ella no, y ello lleva a la peor actitud que uno puede tener frente a la vida porque hará que los demás lo rechacen: sentir lástima de uno mismo.

Y esto, cuando se supone que eres la mejor amiga de la novia (es decir, eres el segundo plato, primero va la novia, siempre, en todo) y tienes que hacer que luzca, provoca la sensación de que eres egoísta y que tus problemas provienen de ahí. A veces, cuando estás en el hoyo, te cuesta que vean de ti nada más que un manojo histérico de nervios, alguien inaguantable que, al no haber conseguido encauzar su vida, tachan de inmaduro y trastornado.

Puede que La boda de mi mejor amiga no sea la cinta que muchos esperaban. A veces demasiado vulgar, otras bastante cliché, pero al final trata de una chica que ha tocado fondo y que se siente sola en ese proceso de intentar levantarse. ¿Cuántos habremos estado en su lugar y habríamos dado lo que fuera por espabilar, por levantarnos del suelo? Perder no significa que seamos perdedores, sólo que nuestra autoestima está dañada y puede que necesitemos un poco de ayuda para sentirnos mejor y así poder remontar.

La boda de mi mejor amiga

6.8

NOTA GLOBAL

6.8/10

Destaca en:

  • Funciona muy bien como comedia
  • Es diferente del resto de comedias románticas sobre bodas
  • Arriesga, es atrevida
  • Kristen Wiig y Melissa McCarthy se comen la cámara

Podría mejorar:

  • Si no te gusta la escatología no la disfrutarás
  • Su guion funciona, pero es demasiado cliché.

About Susana "Damarela" Rossignoli

Susana Damarela es fundadora de Generación Friki. Gran apasionada de la lectura y el cine, puede leer un libro cada día de la semana sin despeinarse. Como novelista ha publicado La Ciudad que Olvidamos (2024) y está centrada en la publicación de nuevos títulos. También le encanta el deporte, el rock, las juergas y el kalimotxo. Sus juegos favoritos son el Tetris y el Starcraft II.

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