LA HISTORIA INTERMINABLE: Porque no siempre son buenos los deseos que tenemos

Susana "Damarela" Rossignoli Cine

Recientemente escribí un artículo sobre mis 5 películas navideñas; y al final del mismo mencionaba que había una sexta película que si bien no me ha marcado de forma indeleble, sí que me deja una mueca en la cara, mezcla de “anda que mira lo que te gustaba de pequeña”, mezclada con “ahhh, aquellos tiempos mejores”. Y esa película es “La Historia Interminable“.

Para aquellos que no la conozcáis, es la adaptación de un libro de igual nombre, y trata de un chico, al que en el colegio hacen “bullying”, y que en una de las ocasiones que huye de los acosadores acaba en un trastero leyendo un libro. Pronto acaba sumergido en la historia de tal forma que acaba haciéndose real. Así, entra en un mundo paralelo de fantasía poblado por seres mitológicos y héroes, buscando el origen del mal que asola al reino, “La Nada”, y que amenaza con destruirlo, e intentando encontrar una solución.

Es un cuento con todos sus ingredientes: una bella emperatriz, un valiente héroe, unos enigmas a resolver, unos compañeros de aventuras un tanto estrafalarios, animales parlantes y batallas.

¿Dónde se encuentra su grandeza?

Precisamente la magia de estas batallas es lo que hace cobrar mayor sentido a una historia que, sin ella, no sería más que un cuento más. ¿Qué es lo que hace que estas batallas sean especiales? El hecho de que son batallas contra uno mismo. El mal que asola el reino, La Nada, hace uso de los malos pensamientos de los humanos (la apatía, el cinismo, la desesperanza…) para acabar con el reino.

Así, el cuento es una llamada al despertar de los sueños infantiles, esos que nos hacen conseguir nuestros deseos y anhelos más profundos, y que son los que hacen crecer al mundo. Y es que a través de la imaginación y la fuerza de voluntad, algo tan grande como un reino puede ser salvado.

En #LaHistoriaInterminable las batallas se libran contra uno mismo Clic para tuitear

Porque este reino en realidad es el mundo de las fantasías humanas, y si ahora está enfermo es porque el ser humano está perdiendo sus esperanzas. Por ello, no es un cuento para niños. Es un cuento para adultos. Más bien, se podría decir que es un cuento para aquellos adultos que no saben ser niños de vez en cuando.

Por todo esto, el libro tiene un gran calado filosófico, al igual que otros cuentos que ya analicé, como El Hobbit o Peter Pan, y una gran enseñanza a dejarnos: que no todo aquello que deseamos tiene porqué ser bueno. Dentro de poco analizaré La Divina Comedia, en ella podréis ver también las semejanzas con la lucha interna que sostienen tanto Dante como Atreyu/Bastian.

La estructura fastidió la película

Por otro lado, me gustaría analizar esta película desde su estructura. Quizás sería más propio hacerlo con la novela, pero prefiero advertiros ahora que si La Historia Interminable os parece demasiado normalita, es porque las bases sobre las que asentó la historia original escrita por Michael Ende se han perdido de la novela a la película. ¿Por qué? Pues porque han eliminado toda la segunda parte de la novela.

Yo no me preocupé en su momento, puesto que pensaba que sencillamente habrían dividido la película en dos partes, pero después de ver la segunda, entendí con terror que quizás no se habían dado cuenta de que sólo incluyendo la segunda parte de la historia, la primera cobraba sentido. No quiero entrar en spoilers, y es imposible hablar de todo lo que se han dejado sin hacerlo, así que es posible que realice un artículo sobre la novela, hablando del simbolismo de ésta.

Mientras tanto, y pese a mi evidente descontento con este tema, deciros que sin todo el simbolismo y sin la inclusión de la segunda parte, disfrutaréis de una buena película pero sin demasiadas pretensiones, entretenida aunque sin alardes, pero con una gran belleza visual y unos efectos especiales impresionantes para su época y, por supuesto, con una buena moraleja, fruto de las actuaciones de Atreyu, el verdadero protagonista.