En mi infancia, mucho antes que Los Vengadores, estuvo La Liga de la Justicia. En parte, gracias a aquellos vetustos dibujos animados que echaban por TV (desde donde uno ya aprendía a odiar a Aquaman) y por otra parte por las adaptaciones al cine de sus componentes en los 80 y en las décadas adyacentes. Quizá por eso mi amor a los personajes de DC siempre ha sido mayor que a los de Marvel (bueno, y también porque Marvel no tiene a Batman) y también puede que sea la razón por la que me he sentido tan decepcionado con sus últimas adaptaciones cinematográficas.
Creo que cualquiera por muy ajeno que haya estado al mundo del cómic conoce en mayor o menor medida (a Cyborg no tanto) a los componentes que conforman el equipo que da vida a la nueva cinta dirigida en su mayoría por Zack Snyder y terminada por Joss Whedon (Zack tuvo que abandonar la dirección por problemas familiares).
Quizá por eso, por la dificultad añadida que supone contar una historia tantas veces contada, el universo de DC va tropezón tras tropezón, intentando reinventar sus historias sin llegar a enamorar a un publico que ha disfrutado a lo largo de los años con grandes films con sus superhéroes como protagonistas.
De esta manera DC ha ido dando tumbos con sus producciones, comenzando con una interesante (pero no sobresaliente) Superman Returns, para continuar con la desastrosa Batman V Superman y la todavía más infame Escuadrón Suicida, que todavía protagoniza algunas de mis peores pesadillas. Menos mal que después la cosa se arregló con una adaptación muy respetable Wonder Woman que ya dejaba el terreno preparado para el estreno de La Liga de la Justicia.
Persiguiendo al tópico
La Liga de la Justicia (o Justice League, 2017) encuentra en su propia naturaleza lo mejor y lo peor de la cinta; es por fin una película fluida, entretenida y en buena medida espectacular, esta vez sin terribles agujeros de guion (aunque tiene sus momentos). Sin embargo, también es una peli de superhéroes de manual, persiguiendo al tópico cliché tras cliché y haciendo del metraje un placer sólo para aquel que adore el universo en el que se basa o para el que al contrario que yo, no lleva varias decenas de películas de superhéroes tras sus espaldas.
La capacidad de sorprender de La Liga de la Justicia es prácticamente nula a lo largo de sus 120 minutos; sin embargo, si somos capaces de aceptar que vamos a asistir a un espectáculo que podríamos relatar sin ver la película con muy poco margen de error, el resto del contenido del film consigue el aprobado (aunque por los pelos).
Un reparto interesante y promesas para el futuro
Al elenco de actores que ya conocemos por las anteriores películas (Ben Affleck, Henry Cavill, Amy Adams y Gal Gadot) se les unen Ray Fisher como Victor Stone/Cyborg (que ya hizo una mini aparición en Batman V Superman), Jason Momoa como Khal Drogo Aquaman, y Ezra Miller haciendo el papel de Flash.
Quizá el papel que menos cuadra sigue siendo el de Alfred, el mayordomo (ahora también ingeniero, por lo que parece) de Bruce Wayne, y no es porque Jeremy Irons me parezca un mal actor, sino porque él y Bruce podrían ser hermanos, siendo insignificante en apariencia una diferencia de edad que debería ser muy evidente.
En general los personajes de La Liga de la Justicia tienen la profundidad que es de esperar en este tipo de films (o sea, la justa) pero en el caso de Cyborg, Aquaman y Flash se nos antoja que se ha hecho demasiado poco trabajo alrededor de los personajes, sobre todo teniendo en cuenta que esta cinta es su puesta de largo dentro del universo cinematográfico de DC. De esta manera, si no conoces a los personajes con antelación estos quedan completamente desfigurados.
De Cyborg te cuentan tan poco que el personaje queda terriblemente difuso y en el caso de Flash y Aquaman la cosa no mejora demasiado, quizá habría estado bien algo más de metraje para definir mejor a los nuevos personajes. De esta manera, el sentimiento de empatía que se busca crear en toda historia entre protagonistas y espectadores se queda en el aire, dependiendo únicamente de si conocías o no a los personajes con anterioridad.
El ritmo de la cinta es notablemente mejor que el de sus predecesoras, incluso mejor que el de Wonder Woman. Aquí las escenas se suceden con agilidad y van al grano, la historia se desarrolla de una manera fácil de seguir (tampoco es que sea muy complicada) y las escenas de acción son más abundantes sin llegar a cansar, pero sobretodo más claras y espectaculares.
A toda esta mezcla hay que añadir un buen trabajo con la banda sonora de Danny Elfman, regalándonos piezas que se alejan de ese sonido tan genérico al que nos tiene acostumbrados Marvel y que dotan al film de personalidad propia.
Finalmente, La liga de la Justicia consigue por los pelos mantenerse a flote; a efectos prácticos resulta una cinta entretenida de principio a fin pese a ser terriblemente predecible. Tampoco podemos quitarle la etiqueta de producto genérico, pues su argumento y su desarrollo hacen que se la gane a pulso, pero después de disfrutar de este film y de Wonder Woman (la película, malpensados), podemos empezar a esperar las siguientes entregas cinematográficas del universo DC con más ilusión y menos escepticismo, que ya es algo.
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