Vaya por delante que mi película de monstruos marinos favorita es Buscando a Nemo la saga de Sharknado. La mezcla de fantasía, casposidad y acción desenfrenada es superior a mí. Quitando la primera, que se toma en serio a sí misma, las siguientes son tan honestas con lo que ofrecen que ni Tiburón, ni Godzilla, ni Megalodón. Me quedo con Sharknado.
El caso es que yo sólo quería ver a Jason Statham haciendo el mamarracho. Un hombre que, en pleno s. XXI es capaz de decir one liners y quedarse tan ancho bien vale la pena un poco de “Shut up and take my money!” de vez en cuando… aunque sea aprovechando la Fiesta del Cine de Cinesa (ejem).
El caso es que acabé viendo en 2018 Megalodón (me parto, en inglés el título es The Meg) porque si bien el tráiler (o la simple idea básica de la película) auguraba acción a raudales y efectos especiales increíbles, la clasificación la denominaba como ciencia ficción. Y eso… me resultaba muy interesante. ¿Por qué? Porque se trataba de rescatar a la tripulación de un submarino nuclear… en la Fosa de las Marianas. Sí, el lugar más profundo e inexplorado del planeta Tierra. Porque, sí, aunque no os lo creáis, el ser humano es capaz de llegar, viajar y vivir en el espacio, pero no somos capaces de aguantar la presión de más de 1000 atmósferas, oscuridad casi total y una temperatura cercana a cero grados… tampoco se nos puede reprochar, oye.
Pero Megalodón no es The Abyss, Jon Turteltaub no es James Cameron y Jason Statham no es Ed Harris.
Y no hay por qué desmerecer la idea de una zona más profunda en la ya profunda Fosa de las Marianas, oculta por una nube de termoclina de sulfuro de hidrógeno. Vamos, como una capita que separa la zona fresquita de una zona en contacto con el núcleo de la Tierra y por ello más calentita. Y por ahí es donde vive el Megalodón, esperando un fallo humano (cómo no) para salir a la superficie y empezar su escabechina. Jason Statham comienza la caza del tiburón sobre la superficie del mar y yo me dejo de tirar de los pelos tras ver cómo la presión del agua no ha destrozado máquinas y humanos durante el tour por la Fosa de las Marianas. No es por ponernos cruentos y morbosos, pero cierto incidente del sumergible Titán este mismo año 2023 ya nos demostró que a 4000 metros bajo el agua puedes morir por una implosión y, para bien o para mal, lo haces de forma instantánea.
Eso nos lleva a Megalodón 2 o Megalodón: La Fosa (2023), donde la premisa es parecida. Jonas Taylor (Jason Statham de nuevo) vuelve a no querer saber nada del mar ni sus habitantes hasta que, ¡oh, situación dramática por qué vienes a mí!, es obligado por las circunstancias a enfrentarse de nuevo con su archienemiga, la Fosa de las Marianas, y sus gigantescos depredadores alfa.
Y los megalodones, como no podía ser de otra forma, son al estilo de Fast&Furious, más grandes, más veloces, más mortíferos. Y, además, desafían todas las leyes de la lógica (perdón, de la ciencia más básica) a cada paso. Por ejemplo, al ser capaces de llegar, prácticamente, hasta la orilla de la playa. ¡Señores de los astilleros, por favor, pueden varar sus barcos directamente en la arena, si un tiburón puede, usted también!
A veces copiar da resultados malos, muy malos.
Pero mientras Megalodón 1 cumplía su cometido: entretener, Megalodón 2 no consigue ni eso. Apenas es graciosa, no ofrece verdaderos momentos de tensión, los one liners no están bien situados y tiene demasiadas incoherencias científicas como para que las pueda apartar y disfrutar de la acción. Hay un pulpo rollo Cthulhu o Kraken, y eso mola, pero el ahorro en efectos especiales y el abuso de escenas nocturnas o a oscuras es tal que no permite disfrutar de los momentos de acción. Lo cual, imagino que estaréis de acuerdo, es imprescindible en un blockbuster sobre monstruos.
La cosa es que ambas películas se regían por tres partes muy diferenciadas y casi iguales en ambos casos (total, si algo funciona, pues se repite). La parte de la Fosa de las Marianas, la parte en que pelean contra alguna corporación o humano ególatra con demasiado poder y la parte en la que, por fin, pelean contra megalodones, que más que protagonistas, parecen los extras. Muchas veces, el resto de animales mitológicos o fantásticos que salen en la película tienen más protagonismo que ellos.
Mientras Megalodón 1 controlaba estas tres partes, creando ritmo y haciendo que aceptásemos sin mucha queja el guion, Megalodón 2 carece de ambas cosas, incluyendo, además, escenas vacías, personajes insufribles y un Jason Statham que sólo se luce hacia el final de la película.
En definitiva, Megalodón 1 es pasable, hasta disfrutable. Ignoremos la coletilla de ciencia ficción y con eso hasta le vemos la gracia. Pero no, Megalodón 2 no tiene el aprobado. No cumple ni por trama, ritmo, efectos especiales, interpretaciones o dirección (esta vez por Ben Wheatley, que menudo patinazo ha dado el hombre). Y lo peor de todo, queridos lectores, es que igual no sabéis que Megalodón está basado en una serie de novelas de Steve Alten… que tiene 8 entregas escritas. Todavía me tiro a la Fosa de las Marianas, a ver si implosiono.
👉 La Nota sería más o menos una media entre las dos películas. 🦈
Megalodón
Destaca en:
- Jason Statham sin camiseta a sus 50 años. Que tiemble Brad Pitt.
Podría mejorar:
- Mediocres efectos especiales.
- Se saltan tanto la física más evidente que no puedes llamarla película de ciencia ficción. Es fantasía total.
- Los megalodones nunca son los protagonistas de las historias.
- Escenas de acción no demasiado trabajadas.
- El guion, ¡ains, el guion!