Conociendo a Seth MacFarlane era de esperar que su nueva comedia, Mil maneras de morder el polvo (A Millon Ways to Die in the West, o Pueblo chico, pistola grande en Hispanoamérica, 2014) iba a ser irreverente, escandalosa, no para todos los sentidos del humor y aportaría nuevas formas de hacernos reír. Sin embargo, mientras Ted supuso una obra maestra del humor contemporáneo, Mil maneras de morder el polvo se ha quedado en un quiero y no puedo. Recurre demasiado al caca-culo-pedo-pis y a la chabacanería como para convencer.
La idea no era mala. En 1882, un ovejero llamado Albert Stark (Seth MacFarlane), rechaza enfrentarse a un pistolero, lo que provoca que su novia Louise (Amanda Seyfried – Alpha Dogs, In Time, Los miserables) le abandone por cobarde. Ella era la única razón por la que Albert permanecía en el salvaje Oeste, por lo que intenta recuperarla, ayudada de una misteriosa pistolera, Anna, (Charlize Theron), casada con el fuera de ley más peligroso del estado, Clinch Leatherwood (Liam Neeson). Ella le enseña a disparar para que pueda enfrentarse al nuevo novio de su ex, Foy. (Neil Patrick Harris).
La película cuenta con secundarios habituales como Giovanni Ribisi, en el papel de Edward, el mejor amigo de Albert, quién pone la nota más surrealista a la película, junto a su novia (Sarah Silverman), en el papel de la prostituta Ruth; y con numerosos cameos. Estos, gustan por ser precisamente eso, la sorpresa del momento. No voy a decir nombres para no provocar spoilers, pero son uno de los puntazos de Mil maneras de morder el polvo; desgraciadamente, la duración de los cameos es tan breve que no es difícil pensar que, sencillamente, MacFarlane está presumiendo de amigotes famosos.
La irregularidad de la que hace gala Mil maneras de morder el polvo viene en parte porque no acaba de definirse. No tenemos muy claro si se trata de una comedia absurda, una comedia romántica, un western de acción, o todo a la vez. Parece que todo le vale mientras pueda poner sus chistes de pedos.
Cuesta hacerse a la idea de que, con ese humor tan fantástico, y la puesta en escena tan al estilo de lo que nos tiene acostumbrados en Padre de Familia, no haya conseguido en esta película llegar a ese nivel. Tenía buenas ideas, buen reparto, e incluso buenos momentos de crítica social, pero en general, se ha quedado en una película floja por el abuso de obscenidades y el guion un poco confuso. No habría estado de más algo de la cordura en el montaje de la que hace alarde Ted.
No obstante, si te gusta el humor escatológico, un poco violento y, en ocasiones absurdo, te gustará esta película. Está en la línea de lo que nos tiene acostumbrados pero con una vuelta de tuerca ya no tan divertida, que hace que un western bastante original se haya convertido en una comedia vulgar.
(5,5 / 10)
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