Ya lo sabéis, me gusta por la época navideña buscar la película más ñoña que pueda encontrar y analizarla para la web. Con Orgullo, Prejuicio y Muérdago (Pride, Prejudice and Mistletoe, 2018) pretendo desbancar a La princesa de Castlebury Hall que lleva siendo vuestra favorita desde hace años (aunque algo me dice que la presencia de Sam Heughan tiene algo que ver) básicamente porque soy una mega fan de Jane Austen, pero, como analizaré a continuación, creo que veréis que hay motivos para que nos olvidemos por un rato de los clásicos navideños en pos de la película de sobremesa navideña perfecta, ¿será Orgullo, Prejuicio y Muérdago?
El atractivo del film, obviamente, está en adaptar la inmortal historia de Elizabeth Bennet y Darcy Fitzwilliam a un ambiente navideño y no uno cualquiera, sino al actual Nueva York del s.XXI. Lamentablemente, a menos que intentéis encontrarle las similitudes buscando con lupa, lo único que queda de aquella joya literaria es precisamente los dos adjetivos con los que calificar a los protagonistas: Darcy Fitzwilliam (Lacey Chabert) es una orgullosa ejecutiva y Luke Bennet (Brendan Penny) es un prejuicioso chef en una típica y tópica historia. Darcy saca hueco en su apretada agenda neoyorkina para volver a su pequeño pueblo por Navidad a ayudar a su madre con la subasta benéfica anual donde se reencuentra con su adversario intelectual del instituto, Luke, quien se encargará del catering del evento.
El director Don McBrearty mantiene el estilo directivo, ritmo, anclajes fotográficos, ambiente navideño e insulsas actuaciones de todos sus predecesores para ofrecernos una película agradablemente familiar, sin grandes embrollos y en los que podremos hacer la digestión sin la duda de si habrá sobresaltos que nos la compliquen. Ella tiene un pelo perfecto, él la dentadura con la que todos sueñan, el romance se gesta desde que vemos esa gigantesca mansión que habrán empezado a decorar en septiembre para que esté lista para la Navidad.
El tema del muérdago, del que ya no te acuerdas a poco de empezar la película, vuelve en un par de ocasiones para sorprendernos agradablemente y recordarnos, de paso, que el título de la película no está ahí solo para aludir a la Navidad, sino para crear algo más de complicidad entre los protagonistas y así justificar un poco más este romance exprés cocido en apenas tres días.
Con respecto a los personajes
Y de Jane Austen y su Orgullo y Prejuicio esta película cambia (entre otras muchas cosas), como ya os habréis dado cuenta, el sexo en los personajes. Para mantener el protagonismo en la mujer, Darcy es una chica y Luke (Elizabeth < Lizzie < Luke, pues vale) es un chico. También existe un ex novio perfecto (interpretado sosamente por Morgan David Jones) que intentará volver con ella y Caylee, un mejor cliente con el desafortunado nombre de Mark Spencer (Paulino Nunes), una mejor amiga (Anna Hardwick) cuya personalidad es totalmente diferente a la del libro, igual que los padres de Darcy (Art Hindle y Sherry Miller) que están ahí para convencerte de que tus padres son raros y lo normal es que los progenitores posean todas las virtudes humanas y sobrehumanas.
Conclusiones
No soy ninguna especialista en películas navideñas de sobremesa. Yo he sido siempre más de Pesadilla antes de Navidad, Jungla de Cristal o Gremlins y si tuviera que revisionar algo este año sería la oscarizada Klaus o la inmortal El día de la Bestia, pero ello no quita como para que, por una vez, encuentre que han querido hacer algo diferente con el romance navideño de turno. Orgullo, Prejuicio y Muérdago ha querido hacer un homenaje a un clásico de la literatura universal y tratar temas que, de otra forma, igual no nos habrían llegado porque, reconozcámoslo, estas comedias románticas no ofrecen verdaderos problemas y los que hay se resuelven de maneras obvias. No digo que en la película que hoy nos atañe sean más ingeniosos con la resolución de conflictos, pero seguro que no soy la única que intenta buscar la huella de Jane Austen en diálogos y escenas. Otra cosa es que los haya. El caso es que, para bien o para mal (de nuestras neuronas) visionar estas películas como palomitas hace que te impregnes irremediablemente de espíritu navideño. Y, si no, uniros conmigo al lado oscuro, al que le encanta meterse con la sobredosis azucarada que ofrecen estos films.
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